Fue a raíz de la muerte de su padre que Adriana Riva decidió escribir su primer libro. Participante en talleres literarios y periodista, debió reunir coraje y esfuerzo para hilar las palabras que necesitaba expresar. El producto de su trabajo fueron los once cuentos que componen el libro Angst. Estos atraviesan las vulnerabilidades de la vida adulta y ponen la mirada sobre las mujeres. En un afán por remediar su falta de lectura de autoras, Adriana Riva se ha propuesto cambiar sus hábitos y reflejar en su propia literatura las perspectivas femeninas antes marginadas. Las historias se concentran en las relaciones humanas y el paso del tiempo, sin priorizar los espacios donde transcurre la acción, e intentan apartarse del status quo de una forma moderna y refrescante que cada vez nos resulta menos extraña. La presencia de los hombres, por otro lado, funciona como disparador de reflexión en sus contrapartes femeninas.
«El entierro, la muerte, la vida, todo era una historieta absurda, que a veces confundíamos con una tesis doctoral». (Pimienta rosa)
Expuestas sin garantías ni héroes, las protagonistas viven en carne propia los miedos y ansiedades de la soledad y la inseguridad; y se preguntan con qué parámetros medir sus vidas si no adhieren a las convenciones del pasado. Desde la mujer que busca su rol de madre en «Pollo frito» hasta las voces de los personajes de «Turistas» que reflexionan sobre el sentido de sus caminos, se esconden bajo la superficie los anhelos del alma y las inquietudes existenciales, que intentan ser resueltas pensando hasta el hartazgo. Las mujeres de Adriana sienten que deben encajar en un rompecabezas del cual no conocen la imagen completa. De aquí la tentación a responder a las exigencias de los demás mientras la lucha interna continúa.
Con el paso del tiempo que asoma en cada rincón, algunos personajes buscan sosiego en una espiritualidad pre-fabricada o en secretos de la infancia; buscando evadir los mandatos sociales que atentan contra sus deseos. A veces el alivio deseado trae una desilución inesperada y con la conquista de la independencia, viene un abandono. El infierno es uno mismo y la fragilidad muestra su doble cara: nos capacita para tener empatía y al mismo tiempo puede resecar nuestra resiliencia.
El estilo de Adriana es imposible de separar del espíritu porteño. Cierta nostalgia se cuela entre las páginas mientras se abraza el encanto de estar perdidos. Esa poesía urbana que se traduce en narración, nos encandila con su vividez en la construcción de sus personajes.
Ante la incertidumbre del camino nunca antes recorrido en la historia por las mujeres, se abre un mundo de posibilidades para explorar. La narración cotidiana de Adriana Riva profundiza sobre la condición de la vida moderna y sus complejidades. Ante la angustia, la única certeza es seguir adelante, seguir explorando hasta encontrar ¿la felicidad? Dónde recae esta última es algo que cada lector debe determinar por su cuenta.