Oriel María Siu, oriunda de Honduras, es la autora de Rebeldita la Alegre en el País de los Ogros, obra para público infantil publicada por Izote Press en Los Ángeles, California. El personaje simboliza la resistencia «presente e histórica».
Este año, Oriel se afincó en San Pedro Sula, Honduras, en donde vivió la experiencia de dos huracanes que asolaron la costa atlántica de ese país. Respondió recaudando fondos en EE.UU. para comprar camas y estufas para los damnificados.
Oriel Siú optó responder por escrito a las preguntas de Barracuda Literaria.
En la era de Trump y el muro
Sí, de trasfondo tendrá a Trump. Pero también a Obama, a los Clinton, a los Bush, a Reagan… a los Juan Orlando Hernández, y a todos los que los preceden, porque el trasfondo en realidad es toda una América saqueada, colonizada por ogros que estas tierras usurparon. Quinientos años van desde el día en que invadieron, e inventaron que podían de estas tierras ser los dueños…
Y lo que más se han puesto a construir dichos ogros en tales tierras, son muros. Uno, en especial, lo han hecho enorme, inmensamente grande. Ese es el muro del trasfondo.
Como los más de 70 muros que existen en nuestro mundo, es un muro que enfatiza un pensamiento seccional y binario; es una estructura construida para demarcar diferencias y acentuar la idea errada de la existencia separada de un «yo» y un «otro»; de un «nosotros» y un «ustedes».
Como si nuestra vida sobre la faz de la tierra no dependiera del otro, como si yo y vos fuéramos entidades opuestas y no complementarias, como si perteneciéramos a diferentes mundos, y no conviviéramos en el mismo. Y como si tampoco dependiéramos de la tierra que queda partida y lesionada bajo el peso de tal muro. Y como si los animales que también quedan divididos por tales muros, tampoco tuvieran nada que ver con mi sobrevivencia y la tuya. Y ese gran muro de trasfondo en Rebeldita la Alegre en el País de los Ogros, es un muro ubicado en el norte global, como la mayoría de muros en nuestro mundo.
Han sido creados específicamente para detener movimientos que provienen del sur, también global, pero no son movimientos voluntarios. Son movimientos forzados, irónicamente, engendrados por las políticas colonizadoras, extractivas e imperialistas del norte.
Lo increíble es que, a pesar de la monstruosidad de ese muro, a pesar de su misión deshumanizadora y divisoria, los papás de Rebeldita, como millones de otras personas más que emigran desde sus Sures, ese muro ellos cruzaron porque desplazados de sus tierras, más opciones no encontraron.
Por desiertos y montañas con sus pies despedazados, meses, días, y caminos, hacia el norte transitaron, muy valientes, muy cansados… Hasta que al País de Ogros, en busca de trabajo, al fin ellos llegaron. Y digo que es increíble porque el cruce es un trayecto arriesgado, de los más difíciles que existen sobre la faz de esta tierra.
Creo que si un gringo tratara de hacer lo que hacen estos millones de personas que a diario migran desde su sur hacia el norte, el gringo no llegara pero ni a la primera frontera. En definitiva, te aseguro, que no aguantaría el tramo.
Rebeldita llega de indocumentada a ese país de ogros, pues sus papás cruzaron el muro con ella en brazos, siendo ella aún una bebé. Los papás y ella quebrantaron las leyes de los ogros por necesidad, no porque hayan querido violentarlas.
Esto de quebrantar leyes de ogros en realidad no tiene importancia para Rebeldita, porque las leyes de los ogros son para ella, y para cualquier conocedor de la historia, leyes absurdas, pues los ogros las imponen sobre tierras que ellos mismos se robaron, que ellos mismos –de manera ilegítima– invadieron y ocuparon. Ladrón que impone reglas por sobre lo que ha robado, para Rebeldita no deja de ser ladrón y, por lo tanto, las reglas del ladrón no representan más que un sistema de dominación que debe ser derribado.
Rebeldita la Alegre, en el presente del libro, es un personaje muy consciente de este contexto, razón por la cual le interesa derrumbar no sólo ese muro físico, sino también las mentiras históricas que potencian la construcción de ése y todos los muros.
Rebeldita es una niña tumbadora de muros y de mentiras. Personifica la resistencia histórica y presente, negra e indígena de las Américas. Ella es la voz de la conciencia de una América invadida y ocupada. Y es una voz que, a pesar de tener que enfrentarse a Ogros, no deja de ser una voz de alegría.
¿Cómo fue recibido tu libro?
Rebeldita rompe con el patrón destinado a los niños nacidos en tierras ocupadas, tierras en el presente plagadas de un neoliberalismo atroz (vean la imagen del País de los Ogros, donde hasta lo que mata se vende (y se compra) –la CocaCogra, por ejemplo).
Ese neoliberalismo busca convertir a los niños en consumidores pasivos de imágenes, de historias, de ideas (¡de basura!), mientras que, al mismo tiempo, les infunde terror, en este caso, el terror constante de poder perder en cualquier momento a sus padres
–Los Ogros quisieran solitos el país habitar,
pues desde que estas tierras se robaron,
no quieren que otros vivan con ellos
en el mismo lugar…
Quien no sea ogro, los Ogros atrapan.
Encierran a niños, ¡a papás arrebatan!
Los meten en jaulas, los encierran sin baño,
ahí detenidos los tienen año tras año.
Después esas jaulas las mandan bien lejos,
las vuelan por aire a otro lugar.
Tristes y solitos se quedan los niños en el País de los Ogros
sin querer ya jugar.
Pero Rebeldita es un personaje que rehúsa ser condenado a la apatía (y a la tristeza). Ella no acepta que ningún ogro censure su capacidad de pensar. Rebeldita es rebeldía. Por lo tanto, esta historia, como decís, tiene un sabor a rebelión.
Es el sabor de la rebeldía americana, una que tiene los colores de la Mama-Tierra y los ingredientes de la realidad de esta nuestra América invadida. Pero es una América que, a pesar de estar ya por más de cinco siglos ocupada, contiene también una larga historia de (y un fuerte sabor a) rebelión, sí. Rebeldita la Alegre es la personificación de la resistencia indígena y negra en nuestro continente. Y esa es una rebeldía digna y consciente, con mucha razón de ser y existir. Por eso es que Rebeldita se ríe de todo y calladita no es. Le gusta decir lo que no le parece, y estar de brazos cruzados, nunca le acontece. Por veces inquieta, mas siempre traviesa, ella es como vos, de gran inteligencia. Es bien preguntona, parlanchina y curiosa, habla dos idiomas ¡y no es nada miedosa!
¿Dónde se consigue el libro?
En Estados Unidos.
Sólo ahí está disponible por el momento. Rebeldita ha sido bien recibida, aunque no ha sido fácil promover el libro, puesto que es un libro que escribí y que se publicó en español, lo cual ha reducido el número de espacios en los que podemos promoverla. No obstante, periódicos como Los Angeles Times, El Tecolote y organizaciones como Latino Stories han notado su presencia, reconociendo la importancia de libros como Rebeldita para niños en EE.UU.
Más que nada, el libro ha sido adquirido por educadores de todos los niveles, maestras, maestros, y personas que han estado involucradas en los movimientos antirracistas y proinmigrantes en Estados Unidos. Sus hijos y sus estudiantes me escriben correos muy lindos, diciéndome que ellos son Rebeldita, #YoSoyRebeldita.
Los niños se ven reflejados en Rebeldita. El libro ha sido adoptado por profesores universitarios, incluso, con la finalidad de abrir el diálogo sobre la importancia de la literatura infantil en comunidades históricamente marginalizadas.
¿De cuántos libros consta este tiraje? ¿Cuál ha sido el mecanismo de distribución?
Primero fue un tiraje de cien, pero llegamos a sacar 500 copias en español, ya casi todas vendidas. La edición en inglés está por salir en enero de 2021. Con la edición en inglés espero poder llegar a un tiraje mucho más alto, pues es mi sueño sembrar la semillita de la rebeldía por toda esta América invadida; inspirar a miles de manitos a derrumbar fronteras, muros, injusticias, mentiras… Es mi visión. Y es mi sueño.
Con Izote Press optamos por no utilizar Amazon por varias razones. La distribución del libro se ha hecho desde la casa editorial de Izote Press, en Los Ángeles. Sólo ahí se pueden obtener copias de Rebeldita. El editor, el Dr. Mario Escobar, ha creado el puente que el libro necesitaba para salir de mi cabeza al mundo y, por lo mismo, le quedo profundamente agradecida. La misión de Izote Press es «we write to exist», él no solamente la vive, sino que además la comparte. Y eso es de agradecerse, ¡y mucho!
La idea de Rebeldita me surge en 2011 a raíz de la deportación de un cuñado. Esa deportación dejó a mi sobrina, en ese entonces de año y medio, nacida en California, sin papá. Formaría también parte de las 3 millones de deportaciones impulsadas, permitidas, y lideradas por la administración de Obama.
¿Qué te movió a escribir Rebeldita la Alegre?
Ilustración de Alicia María Siu.–
La idea de Rebeldita me surge en 2011, a raíz de la deportación de un cuñado. Esa deportación dejó a mi sobrina, en ese entonces de año y medio, nacida en California, sin papá. Formaría también parte de las tres millones de deportaciones impulsadas, permitidas y lideradas por la administración de Obama (2009-2017), un récord en la historia estadounidense.
Ningún otro presidente en la historia de Estados Unidos había expulsado a más personas de Estados Unidos que él. De hecho, ningún otro presidente le había generado tantos miles de millones de dólares a los centros privados de detención de inmigrantes en Estados Unidos desde finales de los 1970, como Obama.
Obama y los demócratas hicieron buen negocio con la separación familiar, las detenciones, y las deportaciones, a pesar de su discurso proinmigrante. Sólo es de seguirle el rastro al dinero, a los miles de millones, y cualquiera llega a la misma conclusión.
En ese y muchos otros aspectos, los demócratas no se distinguen de los republicanos. Los dos partidos surgen del mismo núcleo y sistema colonizador (imperialista) blanco. Y como educadora y académica que ha estudiado y dictado cursos sobre la historia estadounidenses y sus leyes migratorias por años, te puedo decir que esta práctica de remover a la fuerza y deportar a personas no-blancas de EE.UU., es una práctica de ya casi 530 años. Tengo un artículo que documenta esta historia, por si a tus lectores les interesa entrar más en el tema. Te la comparto aquí.
Pero hay dos motivos más.
Cuando me convertí en mamá en Seattle, Washington, en 2013, comencé a entrar al mundo de la literatura infantil, en busca de libros para leerle a mi hija, Suletu. Desde mi primera visita a la sección de niños en las bibliotecas, sin embargo, me topé con un gran problema: se me hizo imposible encontrar textos que centralizaran las experiencias de niños que no fueran blancos, o libros que rompieran con los roles y estereotipos (hiperproblemáticos) de género, tan enraizados dentro de la cultura occidentalizada.
Tampoco encontraba libros que trasgredieran los parámetros del conocimiento y formas de ser occidentales, libros que encendieran, dentro de ella, la mecha del imaginario des-colonizador, libros con enfoque en la justicia, en nuestra Mama-Tierra, en la dualidad de nuestra existencia –yo soy vos, vos sos yo, la naturaleza y nosotros somos uno mismo, si la matamos a ella, nos matamos nosotros, tal y como nos enseña la filosofía maya– libros que le potenciaran la capacidad de imaginarse otro mundo, que la impulsaran a crear.
Todo esto deseaba yo encontrar en los libros infantiles para mi hija, pues son parámetros que yo considero básicos para la formación de un ser humano en este mundo. Pero no los encontré. Y los muy pocos que encontré, definitivamente no los encontré en español, el idioma en el que mi hija y yo nos comunicamos. Al no encontrarlos, decidí que yo tendría que escribírselos. Y así lo empecé a hacer.
Me puse a escribir la serie de Rebeldita la Alegre porque estos son los libros que yo deseo leerle a mi hija. Y todo esto coincidió, en tiempo y espacio, con lo que te compartí antes sobre las deportaciones. Ahí es donde surge la idea de Rebeldita la Alegre como serie.
Y el tercer motivo: el de mi experiencia en el salón de clases estadounidense como profesora de lo que allá llamamos Ethnic Studies, a nivel universitario. Después de más de diez años enseñando las historias silenciadas de Estados Unidos –todas aquellas que no se cuentan en la historia oficializada donde EE.UU. se coloca a sí mismo como un país «excepcional», «de principios democráticos», «líder de la justicia global», etcétera, etcétera–, yo llegué a una conclusión. De que mi papel principal como educadora no sería enseñar, sino que desenseñar, y en el proceso ayudarle a mis estudiantes a pensar desde marcos alternativos a la colonialidad.
La mayor parte de los estudiantes de primer año en EE.UU. llegan hoy al salón de clases sin conocer la historia estadounidense, sin conocer sus grandes omisiones. En vez de eso, conocen la historia estadounidense como si la misma fuese un cuento de hadas. Es decir, la conocen a través de sus mitos. Y eso es profundamente peligroso, pues lleva a malentendidos (e ignorancias) que le impiden encontrar soluciones a muchos de los problemas de hoy en ese país.
Mi hija es de descendencia negra, pipil y china, y nació en Estados Unidos. Culturalmente es centroamericana, pues yo nací en Honduras, pero mi papá es chino-nicaragüense y mi mamá es de Santa Ana, El Salvador, de raíces pipiles…
Como educadora a nivel universitario, entonces, llegué a la conclusión de que es necesario cementar, desde las bases, la historia verdadera de ese país. Y qué mejor lugar que la literatura infantil para hacerlo. Los primeros cuentos que escuchan las niñas y niños son vitales para su formación, su entendimiento del mundo, y su visión de sí mismos en él.
Mi hija es de descendencia negra, pipil y china, y nació en Estados Unidos. Culturalmente es centroamericana, pues yo nací en Honduras, pero mi papá es chino-nicaragüense y mi mamá es de Santa Ana, El Salvador, de raíces pipiles, aunque vivió la mayor parte de su vida en Guatemala.
El papá de mi hija es orgullosamente negro, aunque nacido en Francia, de papás que inmigraron a EE.UU. en los 60 desde Jamaica y Costa Rica. Suletu, nuestra hija, forma parte de una estadística que muy pocos conocen sobre EE.UU.: a partir del 2016, la mayoría de los bebés nacidos en EE.UU. ya no son blancos.
El nacimiento de niños de las llamadas «minorías» superó en número al de los bebés blancos ese año. Para 2050, Estados Unidos será un país con una minoría blanca, y una mayoría de personas como mi hija, como yo, como vos. Es, por lo tanto, más que necesario que empecemos a cambiar los libros que pueblan las estanterías en las bibliotecas estadounidenses, y permitirles a nuestros hijos verse reflejados en las historias que se les cuentan. Y no solo reflejados, sino que además encuentren en los libros un espacio para ser no sólo consumidores de historias, pero agentes activos en las mismas, y de las mismas.
Que escriban, vivan, y creen su mundo; mundos otros que enfaticen la vida y la alegría, que derrumben fronteras, que le den prioridad al respirar de la Mama-Tierra, la cual, en torno, es la que nos permite respirar a nosotros.
Es un libro de demolición, por así decirlo…
Absolutamente. Rebeldita es una manera de contarle una historia a mi hija y a todos los niños de las Américas. Pero además de contarla, reescribirla también. Y en el proceso de reescritura, demoler esas estatuas erectas por la colonialidad y sus poderes, como bien lo hubiese dicho Aníbal Quijano. Esas son estatuas que han ido encontrando hogar en nuestras mentes, en nuestras instituciones educativas, en la economía neoliberal, en los gobiernos de demasiados países, en el pensar.
Y soy del parecer que hay que derrumbarlas.
Las ilustraciones son fantásticas. ¿Cómo se integraron las visiones literaria y artística en el libro?
Tengo la dicha de ser la hermana de la muralista Alicia María Siu. Desde siempre, Alicia se ha dedicado a crear consciencia sobre los pueblos y movimientos indígenas de nuestro continente, a destacar sus voces, sus visiones y sus conocimientos. Todo esto a través de su muralismo. Cuando le hablé por primera vez sobre la idea de Rebeldita, fue muy obvio entre nosotras que ella sería la ilustradora del libro. Fue muy fácil concretar la idea con mi hermana, pues su visión y misión como artista, y la misión de Rebeldita, son una misma. Es una misión liberadora. Alicia le dio vida a Rebeldita.
¿Lo escribiste en español?
Sí, a Rebeldita la escribí en español. Sus versos llegaron a mí toditos en español, pues es un texto con mucho ritmo, y yo el ritmo lo asocio directamente al español, nunca al inglés. A pesar de esos 23 años [que viví] en Estados Unidos (más de la mitad de mi vida), hasta el día de hoy no logro escribir creativamente en inglés. Ni forzándome he podido alguna vez escribir poesía en inglés. Varias veces lo he intentado, pero [a esos textos] les apreté el delete al instante.
La traducción al inglés de Rebeldita la Alegre en el País de los Ogros –Rebeldita the Fearless in Ogreland–, la ha hecho el escritor Matthew Byrne. ¡Y le ha quedado hermosa! Estoy muy emocionada de poder ver a Rebeldita saltar esa frontera entre el español y el inglés en EE.UU., frontera, por cierto, impuesta por los que hablan inglés, pues la mayor parte de personas que hablamos español en EE.UU. también hablamos inglés. Pero no es el caso al revés.
¿Se te presenta a veces ese conflicto, español-inglés?
Sólo al momento de hablar con personas que manejan los dos idiomas. Y yo no lo llamaría conflicto, es más un tercer idioma; el espanglish que hablo con personas que yo sé que manejan los dos idiomas, también es un idioma, pues tiene su propio encanto, sus reglas, sintáxis, y maneras de ser uno a través de él. Me divierte mucho poder hablar en espanglish, pero sólo surge cuando sé que estoy hablando con alguien que también lo habla. Y en Los Ángeles, abundamos esos, pero en cantidades tremendas.
Con mi hija, que nació en EE.UU., sin embargo, nunca hablo en inglés. El español es un hogar para nosotras, un lugar donde nos sentimos en plena confianza de ser, reír, contar, y cuando es necesario, lo cual suele ser muy a menudo en el mundo de una niña de siete años, también llorar. En las protestas en EE.UU. sin embargo, gritamos en inglés. Aunque también gritamos en español cuando queremos asustar a los gringos trumpistas.
Pero en la escritura nunca surge ese “conflicto”. Y no, no puedo escribir en espanglish. Escribo, o en inglés o en español.
Los ensayos los escribo en inglés. Los artículos académicos en español algunos, otros en inglés. La poesía, como te mencionaba antes, siempre en español. La lista del súper, en español. Pero el “to-do list” del día, en inglés. Los posts en mi FB, algunos en español. Otros en inglés. No traduzco esos posts para mis lectores, pues para eso está el Google, aunque lo hace muy mal. La parte de mi cerebro que escribe cualquier cosa, sin embargo, opera siempre en español. Entonces, para escribir en inglés mi cerebro debe primero hacer la traducción… Es un relajo, jeje, pero es mi relajo. Y creo tenerlo dominado. At least, eso creo yo, ja, ja.
¿Preparás un segundo libro?
En el segundo libro de la serie de Rebeldita la Alegre, entro en la historia del primer ogro que llega a las Américas, Cristóbal Cologro. La historia de Colón es una historia que, hoy, en la mayor parte de instituciones educativas a nivel mundial, es aún contada como si fuera un cuento de hadas.
El enfoque de mi libro, sin embargo, son las mentiras en torno a la historia de este primer ogro. Y de cómo los niños hoy en día las pueden activamente derrumbar. Es un libro también en rima, escrito en español, con mucho humor y risas, uno que publicaré en edición bilingüe para evadir ese problema del lenguaje y accesibilidad. Me divertí mucho escribiéndolo, pues es el libro que siempre he querido escribir para mi hija y todos los niños de las Américas. Rebeldita la Alegre en el País de los Ogros, es un libro que necesitaba escribir.
Dejaste Honduras cuando tenías 17 años y regresaste este año a topar con el Eta y Iota y, además con la mayor pandemia de tiempos modernos.
Pues, como madre, ya estoy entrenada en esto de las mil emergencias que siempre surgen en el diario vivir –y que uno tiene que atender al instante– mientras además se escribe. Pero te puedo decir con toda sinceridad que regresar a Honduras a terminar de escribir esta serie ha sido la mejor decisión que pude haber tomado. A pesar de la pandemia, a pesar de los huracanes, y a pesar del narcogobierno.
Estados Unidos me abruma, me quita energía creativa.
Me abruma su amnesia histórica, la ignorancia –u omisión intencional– de su propia historia, por ejemplo, y el racismo institucionalizado y enraizado que engendra.
Me abruma, además, la cultura individualista que se vive ahí; la cultura de la deuda y el consumismo atroz alienan a la población estadounidense de sí misma; convierten al individuo en una bomba que estalla sobre su propia humanidad. Ahí es muy difícil enseñarle a tu hija a ser humana porque todo a su alrededor está tintado de consumismo e individualismo. Es difícil, aunque no imposible.
Pero a lo que voy, es de que me cansa. Entonces quise mostrarle a mi hija otra manera de vivir en el mundo, y qué mejor lugar que aquí, en este centro de América, tan entrado en sus propias honduras, mi propio país, el lugar del que yo misma salí huyendo, pero que debía algún día volver a enfrentar.
Y aquí estamos, viendo a Honduras cara a cara, en medio de una pandemia y dos huracanes, yo terminando de escribir la serie, reafirmada en la necesidad de seguir luchando contra ogros, y mi hija aprendiendo a vivir con mucho menos, pero viendo humanidad. Porque si hay algo que ha visto ella con estos dos huracanes, es la manera en que #sólo el pueblo salva al pueblo.
Sí, Honduras es mi dolor, ¿pero qué escritura no surge de ahí? Lo que me salva es que, para mí, la escritura de esta serie de Rebeldita la Alegre también es una forma de curar males –el racismo, la colonización continua de la Mama-Tierra–; estas son pandemias enraizadas y centenarias tanto en Honduras como en las Américas, pandemias que en la literatura infantil no existen sino como cuentos de hadas que no nos han dejado nada más que espejos en los que no nos podemos ver reflejados. Y por lo mismo, hay que quebrar esos espejos y crear los nuestros para vernos tal y como somos, y desde ahí poder actuar, curarnos. La escritura, por lo tanto, es una urgencia. Porque, como dijo Berta Cáceres, «¡ya no hay tiempo!».
Contáme de las cosas que estás haciendo tras el paso de los huracanes por Honduras.
Ante la corrupción e ineptitud del narcogobierno de Juan Orlando Hernández, y ante el dolor tremendo de pérdidas que me ha tocado ver aquí en San Pedro Sula tras el paso de los dos huracanes, no he podido quedarme de brazos cruzados.
Son miles de personas aún en las calles, sin poder regresar a sus casas, sea porque la perdieron en su totalidad, o porque el agua y el lodo, con todas sus bacterias, aún no bajan. Teniendo tantos amigos y conocidos en EE.UU. me dije: «¿Por qué no ver en qué medida puedo ayudar mediante una recaudación de fondos?».
Las camas fueron lo primero en lo que pensé cuando mis amistades empezaron a aportar fondos; camas y después estufas, pues son dos de las cosas que más se necesitan para poder regresar a casa, especialmente cuando hay niños y abuelos.
Entonces, ahí nos verás junto a mi pareja e hija, por toda esta mi querida San Pedro Sula, repartiendo las camas y estufas que se puedan. Hasta ahora no han parado los amigos de donar. «Sólo el pueblo salva al pueblo» decimos aquí en Honduras, y lo hermoso de las redes sociales es que nos permiten cruzar fronteras –y ver cómo se extiende esa palabra pueblo al traspasar fronteras y malos gobiernos. Eso me da algo de esperanza.
Sé que estas camas y estufas no salvarán a Honduras de sí misma –de su corrupción arraigada– pero ayudan por lo menos a que los niños y abuelitos descansen mejor.
¿Seguís escribiendo poesía?
Escribo literatura infantil en poesía. No me surge de otra forma. Tengo muchos años de querer escribir creativamente en prosa, pero, al igual que la escritura creativa en inglés, tampoco me sale. ¿Y quién soy yo para negarle entrada a un verso? Sería como ponerme yo misma una frontera. Y para eso de erigir fronteras, no estamos.
Oriel María Siu es escritora y catedrática de Estudios Étnicos.
Esta entrevista se publicó originalmente en Barracuda Literaria, aquí.