Se llamaba Ana y vivía en la Colonia Libertad, iba a la Prepa Federal y tenía quince años, una voz ronca y un lenguaje florido lleno de interjecciones graciosas y municiones verbales que despilfarraba sin ningún reparo a la menor provocación.
En otra triple entrega de sus Máximas y Mínimas, Rafael Carvajal nos despierta con estos aforismos que inducen a pensar, rabiar, amar, rechazar o simplemente, sorprendernos
Se llamaba Ana y vivía en la Colonia Libertad, iba a la Prepa Federal y tenía quince años, una voz ronca y un lenguaje florido lleno de interjecciones graciosas y municiones verbales que despilfarraba sin ningún reparo a la menor provocación.