Estoy en Lynwood, California. Son las 6:30 a.m. y la Plaza México, ya se encuentra invadida por una ola humana verde, blanco y rojo (aparentemente muy pocos se enteran del cambio de color en el uniforme del equipo de casa).
Primera Impresión
La Plaza México es una graciosa maqueta decorada con detalles mexicanos, pero a gran escala. No estaba bromeando el entusiasta creador de este centro comercial: una réplica del Ángel de la Independencia, bancas de forja traídas desde Tlaquepaque, una fachada que recuerda a la Catedral capitalina con todo y su hermoso portón de madera, altar a la Virgen de Guadalupe y a otros santos para mí desconocidos, un mercado popular, un par de restaurantes regionales mexicanos, incluido uno de Oaxaca, y letreros singulares como uno que reza: se arreglan niños dioses.
En fin, recuerdos, recuerdos y más recuerdos del país de donde hemos venido todos los que estamos frente a una de las cuatro pantallas gigantes que han sido instaladas estratégicamente, y que en unos minutos transmitirán en vivo el primer juego del Mundial y el primero de “nuestro” equipo que hoy se enfrenta al anfitrión, al equipo de Nelson Mandela.
Mi afición al futbol se reduce a este momento, al Mundial, cuando juegan México o España, mi mestizaje por un lado y mi condición de neófita respecto a las reglas del juego se hacen evidentes cada cuatro años.
Así que una buena trivia para mí sería: ¿tiro de esquina o saque de banda? Tic, Tac, Tic, Tac, ¡Me rindo! pues no sé cuando aplica cada cual, aunque me lo hayan explicado mil veces por años las tres generaciones masculinas de mi curia. No me importa, al fin y al cabo después del Mundial, el futbol se desaparece de mi mapa mental.
Decido caminar un poco más por la plaza antes de que empiece el juego, faltan cuatro minutos, y de pronto un espantoso ruido me hace brincar del susto, es una matraca que ha girado justo en mi oído: ¡!!!Señores, soy de Tijuana, esos ruidos tronadores me piden por reflejo tirarme al piso!!!” Puff!
Aquí nadie es ilegal (Tweet)
Es muy lindo ver a tantos Mexicanos juntos en la plaza México de Lynwood, CA esperando ver el juego. Aquí nadie es ilegal (Tweet)
Los aficionados de este lado de la frontera, los olvidados de México, no se han olvidado que hoy, aunque se tenga que madrugar o faltar al trabajo, hay que apoyar a la selección mexicana.
Algunos han llegado antes de las 6:00 de la mañana, pero muchos, muchísimos están ahí antes de entonar el himno nacional, que en la Plaza México se ha entonado por doble cuenta y a todo pulmón, una siguiendo una voz que nunca reconocí pero se encontraba en alguno de los varios escenarios puestos para el evento. La segunda vez, siguiendo la voz de la señal que llega en directo desde Sudáfrica, a través de conocida cadena de televisión en español.
Inician los 90 minutos de oro, donde la raza se olvida de la recesión, de la SanaBich1070 Jan Brewer, de la nueva iniciativa presentada en Redondo Beach, que pretender eliminar una práctica que infelizmente se ha convertido en cliché de comediantes americanos: ofrecer servicios de mano de obra en las calles, es decir acabar con la figura del jornalero.
Noventa minutos en los que se ondean las banderas de México por doquier, los niños se olvidan que les han despertado más temprano que de costumbre, ya no hay sueño, solo aquel donde México gana este juego.
Una declaración silenciosa y tácita: la Plaza México es Migra Free.
Me llama la atención la decepción en los rostros de los niños, cuando se elimina ese primer gol de México, y después cuando México no logra anotar tras cuatro intentos, y una vez más cuando Sudáfrica se adelanta un gol en el marcador. Mientras los adultos se jalan el cabello, levantan los brazos, gritan frases que no alcanzo a escuchar pero puedo adivinar que algunas no son aptas para el público infantil.
Después la transformación, la inmensa alegría: ¡Habemus Cuau! El Temoc ha entrado en la cancha. Ningún otro jugador recibe esa ovación por parte de los mexicanos de Lynwood, ni Guardado ni el Chicharito Hernández. El Temoc es la Neta del Planeta, por lo menos en esas coordenadas.
En Twitter, @serchco_ me hace reír a carcajadas con el siguiente mensaje:
Guardadito.exe Run! (Tweet)
Y efectivamente Guardadito entra en la cancha, con unos cuantos aplausos de la afición de Lynwood.
Y viene el gol del empate, ¡RAFA, RAFA! la ovación llega hasta el cielo americano, desde un suelo muy pero muy mexicano, aunque se ardan algunos.
Por ese gol ya valió la pena la madrugada y lo que se haya dejado de hacer para venir a apoyar.
Ese gol también nos recuerda que en México hay grandeza, y no perdemos la esperanza de ganar.
Un niño duerme arropado por su padre, en una enorme cobija estampada con la bandera mexicana. No le importa el gol de México, ni el ruido que este provoca, me pregunto si estará soñando que México gana el Mundial y por eso se resiste a despertar. Duerme niño Duerme, sigue soñando bonito y ojala tu sueño se nos haga realidad.
Estamos empatados, y así seguiremos hasta el final del Partido. Los mexicanos de Lynwood no están felices, pero el empate les es suficiente para sentir que por lo menos no se van con una derrota a casa.
No sabré nada de futbol y de otras 40 millones de cosas más, pero hoy me queda claro que la afición mexicana cual fiel Penélope, cada cuatro años espera que esta vez Sí llegue su selección.
Todos queremos y necesitamos ver ese México ganador , aunque tengamos que despertar a las 4:00 a.m. todos los días de nuestras vidas, como ya lo hacen millones de mexicanos olvidados en esta tierra. Y desde este lado de la valla canalla, gritamos a todo pulmón: ¡!Venga México, No te rajes!!!