Un asesino como espejo: Bruce Jeffrey Pardo

La historia de Bruce Jeffrey Pardo, el canalla que entró matando a casa de sus suegros y mató a nueve personas, puede servir de modelo para mostrar las dolencias sociales que aquejan a nuestro país.

Por otra parte, la magnitud de su maldad lo alejan de cualquier comparación. Golpea a una puerta vestido de Santa Claus; abre la puerta una niña de ocho años. El asesino le dispara en la cara, con intención de matar. Luego dispara contra el compacto grupo de presentes: su esposa de los últimos tres años  y los hijos de ella, suegros, parientes, amigos, la gente con la que compartió años.

Al margen del horror que causa el crimen el caso tiene los el ementos clásicos de lo aparentemente inevitable. Todos los vecinos apreciaban su buen talante. Asistía asiduamente a la iglesia, donde era reconocido. Tenía su casa, su trabajo en la industria aeronáustica, sus tres hijos… “No sé por qué estalló”, dice un amigo con el que Pardo habló pocas horas antes de la hecatombe.

“Estaba sentado en su casa, pensando sobre todo”, agregó.

¿En qué pensaba el asesino?

Divorcio

En su divorcio, que acaeció tres meses atrás. La violencia, hasta la matanza, por parte de hombres contra sus parejas después del divorcio no es rara, aunque  le va considerablemente en zaga a la de personas todavía casadas.
¿Cuántas mujeres sufren de violencia doméstica? Según datos del departamento de Salud de California, el 6% de las mujeres del estado han reportado haber sido víctimas de violencia doméstica: 700 mil. Un informe anterior de la fundacion Kaiser ubicaba el porcentaje en 8.5%.

De las palabras llegaron a las manos y de las manos al cuchillo y la pistola.

En 2003, la violencia fue el factor “precipitante” en al menos 147 homicidios, aunque el número es seguramente mayor porque la policía a veces no reconoce ese motivo.

Entre los latinos, los estudios muestran que el incremento en los casos de ataques por parte de parejas masculinas fue mayor a su crecimiento en la población.

Despido y desocupación

Quizás pensó Pardo en el trabajo como ingeniero de software que perdió: fue en julio, y estaba al final de su quinto mes de buscar empleo. Sin indemnización y desde agosto sin derecho a pago por cesantía, sus fondos se agotaban, al igual que la esperanza de un futuro mejor y la añoranza por los tiempos que pasaron. El aumento de la pobreza es un aliciente seguro de la delincuencia. Nada como la desocupación para despojar al ser humano de su dignidad, su autoestima, su capacidad como pivote de la institución familiar.

En todo el país, sólo en el mes de octubre se agregaron 575.000 nuevos desocupados. Y California les gana a los otros estados en porcentaje y número.

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