Un renacimiento de, por y para mujeres

¿Qué pasaría si alguien te abriera los ojos sobre lo que significa navegar el mundo como mujer? ¿Ocurriría que descubrirías cosas que siempre has ignorado, pero tal vez sospechado?

Mujeres invisibles: Sesgo de datos en un mundo diseñado para hombres (Invisible Women: Data Bias in a World Designed for Men, 2019), de Caroline Criado Perez, es un libro que todo hombre y mujer debería leer tan solo para reconocer todo el progreso que todavía queda por hacer y todas las luchas que aún deben pelearse.

La autora explora cómo la brecha de datos de género afecta cómo percibimos el mundo y al mismo tiempo impacta sobre las vidas de millones de mujeres en todas las esferas de la sociedad, desde el lugar de trabajo hasta el diseño de las objetos que nos rodean.

Si bien tenemos datos desglosados por sexo, liderazgos inadecuados y encuestas descuidadas llevan al registro insuficiente de las condiciones de vida de mujeres que pueden terminar desplazadas, excluidas, lastimadas, hasta llevarlas incluso a la muerte.

Una mirada más cercana

Mientras nos dirigimos hacia lo que hoy en día a algunas personas les gusta llamar «el Renacimiento hecho por mujeres», deberíamos prestar mayor atención a lo que está sucediendo alrededor nuestro.

Como explica Criado Perez, «lo que importa es el patrón» y lamentablemente «leemos la mayoría de las cosas como masculinas excepto aquellas que están específicamente marcadas como femeninas».

Empezando por cómo las lenguas flexivas moldean nuestra visión del mundo. «En el 2012, un análisis del Foro Económico Mundial encontró que los países con lenguas flexivas de género, que tienen ideas definidas sobre lo femenino y masculino en casi cada expresión, son los más desiguales en términos de género». Estudios de caso como el del lenguaje emoji, muestran que aunque las mujeres sean sus usuarios más frecuentes, hasta el 2016 el mundo de los emojis era predominantemente masculino.

Desde los noventa, ha habido un lento crecimiento hacia programas de televisión y películas con más roles protagónicos femeninos, aumentando su función de interlocutoras y su participación en escenas de multitudes de multitudes. Atisbos de personajes femeninos fuertes como Bella, Mulan y Pocahontas abrieron el camino para la interpretación de personajes femeninos y la habilidad de las generaciones más jóvenes para medir esa evolución.

Es verdad que el cambio puede verse hoy en la industria del entretenimiento, con más mujeres produciendo y contratando a mujeres en roles protagónicos, una mayor representación de las mujeres en escena y más actrices denunciando los casos de abuso sexual en el lugar de trabajo.

La revisión también puede ser observada en estatuas, billetes y textos escolares que intentan remediar las ausencias y la falta de consideración para las figuras femeninas.

Todas estas han sido consecuencias del patrón masculino por default. Períodos como el Renacimiento y la Ilustración han excluido a las mujeres de ocupar su lugar en la historia y han acotado sus derechos. Por muchas décadas, cuando alguien hablaba de científicos, novelistas y equipos deportivos, nuestros cerebros estaban programados para imaginar hombres.

¿Ocupando nuevos espacios?

«No existe una mujer que no trabaje. Solamente una mujer a quien no se le paga por su trabajo».

Vemos el mundo de hoy como un lugar más igualitario para las mujeres. Se les permite votar, tener trabajos, cuentas bancarias a su nombre y estudiar, por nombrar solo algunos avances. No obstante, también impone una mayor presión sobre las mujeres.

Incluso cuando una mujer tiene un trabajo de tiempo completo o gana más que su esposo, todavía lleva adelante la mayor parte del trabajo no remunerado, es decir, las tareas domésticas.

«Globalmente, el 75% del trabajo no remunerado es llevado a cabo por mujeres que invierten entre tres y seis horas al día en él, comparado con el promedio de los hombres de treinta minutos a dos horas».

Además de eso, las jubilaciones no toman en cuenta la carga de trabajo no remunerado, las licencias por maternidad y los servicios de guardería de algunos países están diseñados de modo que las mujeres no pueden darse el lujo de elegirlos, forzando a las mujeres a reducir sus horas de trabajo remunerado o a renunciar.

Sin mencionar los costos para la salud que esto genera en las mujeres que no tienen ayuda y para quienes se les dificulta volver a reinsertarse en el mercado laboral una vez que son madres.

Si bien ha aumentado el porcentaje de mujeres que trabajan hoy en lo que solían ser posiciones predominantemente masculinas, se ha probado que «cuando las mujeres entran en una industria en un gran porcentaje, esa industria atrae una menor paga y pierde ‘prestigio'».

Por otro lado, las industrias donde se suele emplear un mayor porcentaje de mujeres, tales como la docencia o la enfermería, aún perciben estas desventajas que mencionamos.

Para las emprendedoras que quieren comenzar sus start-ups, la inversión necesaria muchas veces depende en gran parte de inversores y préstamos masculinos.

En el lugar de trabajo, encontramos situaciones desde estacionamientos incómodos para embarazadas hasta conductas inapropiadas de colegas, uniformes y dispositivos que han sido diseñados para trabajadores masculinos y no pueden adaptarse para las mujeres o las adaptacions se demoran un tiempo considerable.

El fracaso de considerar a las mujeres ha llevado a los dispositivos de realidad virtual y el software de reconocimiento de voz a ser diseñado alrededor de las características del hombre. Ya experimentamos este tipo de deficiencias cuando encontramos que el tamaño promedio de un smartphone es 5.5 pulgadas, demasiado grande para entrar en la mano de una mujer.

Estas brechas de información que encontramos son productos de algoritmos que no toman en cuenta las diversidades de género y de etnia en la población.

Por ejemplo, «de acuerdo con the Guardian, el 72% de los CVs de los Estados Unidos nunca lleva a ojos humanos y los robots ya están involucrados en el proceso de entrevistas con algoritmos entrenados para reconocer la postura, las expresiones faciales y el tono de la voz de los ‘empleados de alto rendimiento'»… lo que sea que eso signifique.

Cuando se llevó a cabo una prueba para ver si el software de reconocimiento de voz podía ser empleado en una sala de cirugía, encontraron que no reconocía las voces femeninas por su tono, por lo tanto llevaba a errores en las anotaciones mientras se producía la operación. Un escenario alarmante y escalofriante.

Sobre diseños y sistemas

Un estudio sobre cómo el transporte público se diseña en las grandes ciudades encontró que solo se incluyen en la estructura los patrones de viaje masculinos. Los hombres tienden a tener un patrón de viaje más directo, del hogar al trabajo, mientras las mujeres se identifican mejor con lo que se conoce como ‘trip chaining‘, un patrón de viaje más desordenado que tiende a incluir la escuela de los niños, el trabajo, las compras, las visitas al médico, etc.

¿Quién no ha visto largas colas en los baños de mujeres? En un intento por hacer la distribución de los baños igualitaria, la mayoría de los lugares ha establecido una misma distribución del piso, pero no funciona si en realidad los hombres cuentan con cubículos y letrinas, de esta forma duplicando sus oportunidades. Todo esto teniendo en cuenta que las mujeres tardan más en el baño y necesitan visitas más frecuentes, muchas veces acompañadas de niños o personas mayores.

Si sigues pensando que estos problemas son costosos y tal vez no sean para nada tu problema, echa un vistazo al conflicto que surgió cuando se planteó la pregunta ¿es la limpieza de nieve sexista?

Muchos países nórdicos encontraron que la mayor parte de la limpieza de nieve se hacía en las calles y no en los caminos peatonales, lo cual llevaba a un alto porcentaje de incidentes en comparación a accidentes automovilísticos y un costo más alto para los servicios médicos y la productividad.

Cuando las rutas de limpieza de nieve fueron reconfiguradas, encontraron que el porcentaje de incidentes se redujo dramáticamente.

Criado Perez también explora la seguridad de las mujeres en las rutas del transporte público, cómo las decisiones de los gobiernos pueden desplazar a mujeres a comunidades lejanas de sus lugares de trabajo, a menudo a casas que no tienen en cuenta el rol que las mujeres juegan en sus comunidades, sin guarderías, con parques degradados y a veces incluso sin cocinas.

Otros capítulos analizan con profundidad los riesgos a los cuales se exponen las mujeres cuando el mundo en el que viven no se toma el trabajo de velar por su seguridad: maniquíes para accidentes automobilísticos falsos y cinturones de seguridad que no han sido diseñados acorde a la anatomía femenina, la falta de investigación desglosada por sexo en medicina, condenando a las mujeres a drogas que no funcionan o que ignoran sus necesidades fisiológicas.

Ya sea en posiciones públicas o asientos vehiculares, es hora de que el mundo realmente vea a las mujeres y empiece a cerrar la brecha de datos que existe. Empecemos por el hecho de que neutral en género (gender neutral) no significa igual en género (gender equal).

Leer este libro ayuda a ser más consciente sobre estas desigualdades, para poder trabajar con mayor efectividad hacia un verdadero Renacimiento hecho por y para las mujeres.

Victoria Berasaluce Guerra es licenciada y profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y especialista y magíster en Tecnología Educativa por la Universidad de San Andrés (UDESA).
Tiene amplia experiencia docente y se desempeña también como traductora, editora y redactora.
Se especializa en alfabetización informacional y cultura digital. Actualmente reside en Virginia, EE.UU.

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