El 26 de septiembre de 2022, la policía de San Bernardino mató a una niña de 15 años y produjo una narrativa que, dos años más tarde, descubrimos que era falsa.
La policía y otras agencias del orden son fundamentales en toda sociedad. Después de todo, como sugiere el psicólogo Abraham Maslow, más allá de las necesidades básicas como el aire, agua y alimentos no hay nada más importante para el ser humano que la seguridad.
Por eso es que se construyó un intrincado sistema de leyes, policías, cortes judiciales y penitenciarías en el que se gasta alrededor de $300 mil millones por año. Y en ese sistema tenemos agentes del orden al que se les da un arma y la responsabilidad de garantizar nuestra seguridad.
Así que no quepa dudas, se necesita a la policía. Aún más, se necesita apoyarla en su misión de mantener el orden y garantizar la seguridad de la ciudadanía.
Problemas institucionales
Habiendo dicho esto, no hay duda alguna que las agencias policiales estadounidenses tienen serios problemas. Y no es que se trate de problemas aislados de brutalidad policial, sino que es un problema institucional. No son algunas manzanas podridas, sino que es un sistema corrupto que hace la vista gorda a transgresiones y a veces hasta a conductas criminales.
Lo grave es que si no confiamos en nuestra policía, el contrato social se ve resquebrajado.
¿Y cómo se puede confiar si después de un incidente las agencias policiales proveen información errónea con la aparente intención de proteger a los agentes involucrados?
¿Cómo se puede confiar si después de que se descubre evidencia incuestionable de lo que verdaderamente ocurrió se cambia la versión oficial?
¿Cómo se puede confiar si se demora en producir la información necesaria, tal vez con la intención que el público olvide la severidad de lo ocurrido?
En la era post-George Floyd esto es inadmisible. La transparencia es fundamental.
El caso Graziano
Sin ir más lejos, en San Bernardino tenemos un caso más que problemático que involucra al Departamento del Sheriff.
Se trata de Anthony Graziano, de 45 años, que estaba en proceso de divorciarse y vivía en su camioneta Nissan con su hija Savannah, una jovencita de 15 años.
La mañana del 26 de septiembre de 2022, Graziano atacó a su esposa Tracy Martínez en las inmediaciones de la escuela Cypress Elementary, en Fontana, y la mató a tiros ante padres y niños apavorados que iban camino a sus clases. Antes de morir la mujer logró decir que el atacante era su esposo. Los vecinos lo vieron cuando se escapó en su vehículo acompañado por su hija.
El 27 de septiembre se los ubicó en Lenwood y el Departamento del Sheriff de San Bernardino comenzó la persecución de la camioneta, en el Freeway 15, desde la que se les disparaba.
Hasta ahí está todo claro.
La versión policial
Lo que no está claro, o lo que se trató de esconder, es lo que ocurrió después. La versión inicial de la policía sugiere que la niña estaba con equipo táctico, que corrió amenazadoramente hacia los policías que tenían rodeado al vehículo y hasta que habría disparado contra ellos.
Bueno, era el Departamento del Sheriff y había que creerles. Después de todo era claro que Anthony Graziano había actuado como todo un criminal: mató a su esposa y disparó contra la policía que quería detener la camioneta.
Joey Scott, un periodista de Los Ángeles, se interesó en el caso y pidió que se le diese toda la información pública que el Departamento del Sheriff tenía sobre el hecho. Nunca se imaginó que un simple requerimiento de esta naturaleza, que está previsto en el Acta de Récords Públicos de California, tardaría tanto. Su primer pedido fue hecho en septiembre de 2022 y recién ahora en 2024 el departamento policial lo hizo público.
Y cuando se ve la información que surge del récord policial es claro que el departamento distorsionó la verdad. Algunos dirían más claramente, mintió.
Evidencia
Entre los documentos que se hicieron público hay un video tomado desde un helicóptero que monitoreaba la situación y un audio de un policía que contradicen totalmente lo que el Departamento del Sheriff de San Bernardino había sugerido inicialmente.
Evidencia número 1 del audio: Un policía le da instrucciones precisas para que Savannah camine hacia ellos.
En el audio se escucha a un policía que grita: “¡Pasajera, bájese!” “¡Venga acá! ¡Venga hacia mí! Venga, venga, venga… camine, camine, camine.”
Evidencia número 2 del video: Las imágenes son claras y muestran al vehículo de Graziano del cual Savannah sale del lado de la puerta del pasajero.
La niña está desarmada y no corre amenazadoramente hacia los policías. Por el contrario, lo hace siguiendo sus instrucciones con una evidente predisposición a rendirse. Primero caminando y después agachándose, hasta que cae abatida por las balas policiales.
Cuando Savannah es baleada por la policía, en el audio del helicóptero se escucha un “Oh, no.”
Hay que admitir que en una situación de esta naturaleza, en las que las balas vuelan y los instintos de sobrevivencia están al rojo vivo, es difícil tomar decisiones en las que no se cometan errores. Así que hasta se podría entender que mientras un policía da ciertas órdenes que la niña cumple, que otros se confundan y se equivoquen.
Lo que no se entiende es que se distorsione, que se trate de esconder lo que realmente ocurrió y que se demore de manera exagerada la publicación de la evidencia visual y de audio que demuestra que a la niña la acribillaron a balazos.
El sheriff de San Bernardino, Sahannon Dicus, tiene mucho que aclarar. Para empezar debería explicar por qué emitió una declaración en la que se afirmaba que la investigación indicaba que la niña “fue participante en disparar a nuestros policías”. Además, tiene que explicar por qué se tardó en revelar la existencia del video y los audios que claramente contradicen la versión oficial que inicialmente se emitió.
En San Bernardino es tiempo de aclaraciones y consecuencias.
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