La idea de hacer una semblanza de cada uno de los diez países latinoamericanos en Sudamérica en la nueva década es presentar al lector la posibilidad de hacer un estudio comparado que facilite la comprensión de la actual realidad política, social y económica de la región en general y de cada estado en particular.
Lee la primera parte: Sudamérica al terminar 2019: Argentina, Bolivia, Brasil
Colombia
Un país lleno de desigualdades. Siempre en manos de una cerrada oligarquía. Entre sus más de 41 presidentes se repiten los apellidos Núñez, Valencia, Restrepo, Holguín, Ospina, López, Lleras, Pastrana, Santos que cuando no fueron presidentes eran ministros.
Buena parte de los sectores sociales tradicionalmente vinculados a la propiedad de la tierra desde la Colonia evolucionaron hacia la manufactura, el comercio y las finanzas.
Ellos son quienes generalmente han ejercido directamente el poder en Colombia. Cuando no ha sido así, lo hicieron mediante alianzas de intereses y conveniencias con políticos y militares.
Aquí encontramos nombres de industriales, comerciantes y financistas como Nicanor Restrepo, Julio Mario Santodomingo, Carlos Ardila Lülle, Luis Carlos Sarmiento, Fuad Char Abdala, Gustavo Toro Quintero, Jaime Gilinski, Víctor Carranza y Fabio Echeverry Correa, entre otros.
Colombia es un país de endémica violencia. Después de la desintegración de la República de Colombia (llamada también Gran Colombia) en 1830 ha sufrido ocho guerras civiles con una duración de uno a tres años.
A partir del año 1948 y con ocasión del asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán se desató una guerra de guerrillas que comenzó por una violencia circunscrita a las áreas rurales. Con el fortalecimiento de los grupos alzados también afectó las zonas urbanas.
Su intensificación se pone de manifiesto porque concurren con las fuerzas de los rebeldes de izquierda, las de paramilitares derechistas y grupos armados del narcotráfico.
Son cientos de miles los muertos ocasionados por el conflicto interno colombiano. La guerra ha facilitado la perduración de la desigual sociedad colombiana porque para los de abajo ha significado desarraigo, pobreza, muerte y penurias, pero para otros que están arriba en la escala social –sin dejar de decir que también han sufrido una cuota de violencia- ha sido de oportunidades de negocios, prosperidad y vida.
Enormes sectores rurales del país carecen aún de servicio eléctrico y carreteras transitables todo el año, con muy pobre asistencia de salud y educación.
Sólo en la ciudades grandes como Bogotá, Barranquilla, Cali, Pasto, Medellín es apreciable el desarrollo y el bienestar de sus habitantes, no obstante, aun en ellas hay importantes áreas sumidas en la miseria como al Sur de Bogotá. A medida que se avanza hacia abajo se va evidenciando el crecimiento de la pobreza.
La clase política colombiana sigue atada a sus compromisos con los grupos dominantes y sus medidas sólo permean hasta la clase media establecida. La clase media emergente es sofocada por los elevados costos de la educación y la salud. Ni hablar de las clases populares siempre sometidas a un bajo umbral de subsistencia.
Más allá están los excluidos que no están en los circuitos de trabajos temporales y militan en la pobreza extrema, viven en la miseria y forman parte del lumpen generador de delincuencia.
El gobierno del Presidente Duque no ha realizado ninguna acción real para modificar el cuadro social descrito proponiendo leyes, ampliando el gasto social, o propiciando inversiones que produzcan empleo. Pareciera centrarse en hablar contra el proceso de paz y del dictador Maduro que desgobierna en Venezuela.
Para colmo de males, se invirtió la corriente migratoria con su vecino y ahora son los venezolanos quienes llueven sobre Colombia buscando mejores oportunidades. Tampoco es que hay muchas.
El 2019 cerró con mucho desencanto con el Gobierno de Duque, que tiene un alto porcentaje de rechazo y con vigorosas demostraciones sociales que le exigen al Presidente modificar la acción de gobierno.
Pero el Presidente Duque, hasta ahora, solamente se ha reunido con los partidos políticos y representantes de algunas organizaciones sociales pero no con la dirigencia de quienes protestan.
¿Qué traerá a la querida y sufrida Colombia el 2020?
Chile
Este país que venía siendo mostrado como ejemplo de crecimiento y desarrollo repentinamente sorprendió a todos.
Era puro crecimiento y muy poco desarrollo.
Una incesante movilización social no cesa de reclamar contra una situación de injusta distribución del ingreso. Los salarios no alcanzan para pagar servicios públicos privatizados, vivienda, educación y salud.
Los primeros clamores que estremecieron los medios de comunicación social estaban dedicados a achacarle la culpa de las nutridas y combativas manifestaciones de los chilenos al Foro de Sao Paulo y a Maduro, el dictador de Venezuela.
¡Vaya estólido simplismo!
Recordemos la historia chilena. El 11 de de septiembre de 1973, Pinochet, al frente de un golpe de estado militar, derroca de manera sangrienta al gobierno democráticamente electo de Allende culpandolo de ser el autor de la crisis surgida de mal manejo de la economía. Pero también –y lo sabemos- de las maniobras caóticas de la producción y circulación de los bienes provocadas por el gobierno norteamericano.
En los primeros dos años de los 17 que estuvo Pinochet como dictador de Chile el gobierno comenzó por tratar de manejar la economía militarmente y no pudo. En 1975, aplica el Tratamiento Shock de la Escuela de Chicago: reducción del 20% del gasto público, reducción del 30% de la nómina del estado, aumentar el IVA (el impuesto que pagamos todos), reducción del impuesto sobre la renta (el que pagan los capitalistas), liquidación del sistema de ahorro y préstamo para viviendas que como en todas partes tenía un aporte del trabajador pero también del patrono.
Las consecuencias fueron: PIB = -12%; desempleo de 16%; exportaciones = -40%. De manera que las inversiones no fluyeron en ríos desbordados.
En los siguientes años mejoraron moderadamente las cifras pero en 1982 cayeron los precios del cobre y con ello las reservas internacionales también que bajaron en US$1.200 millones; el PIB = -14%; inflación = 21%; desempleo = 26%.
Chile comenzó a exhibir mejores cifras macroeconómicas después de la crisis de 1982 y para 1990, año en que comienza la transición democrática, ya presentaba estabilidad económica.
Entre 1973 y 1990 se produjo la era pinochetista de las privatizaciones opacas de empresas y servicios públicos en las que le tocó a su yerno, Julio Ponce Lerou, una muy buena. El sistema tradicional de pensiones se fondea con el aporte de los trabajadores activos y del patrono, y de allí se paga la pensión a los jubilados.
No obstante, con el argumento de que se le podía dar rentabilidad a esos fondos con carteras de inversión se decidió privatizarlos. Como es natural, quien los administra debe sacar rentabilidad para él también.
La consecuencia fue que en Chile más nunca se superó el 40% del salario promedio para los pensionados.
De manera que construyeron el paraíso de los inversionistas pues sus empresas pagaban poco impuesto, no hacían aportes al sistema de ahorro y préstamo para viviendas, ni para los fondos de pensiones que ahora fueron privatizados para que la administraran y obtuviesen ganancias.
Todo, salvo el fondo de pensiones de los militares que recibe aportaciones de los ingresos estatales de las exportaciones de cobre.
Hacia 1990, la mitad de la población chilena estaba en zona de pobreza o indigencia y vino a recuperar el promedio de calorías per cápita de 1973 que tenía cuando Allende para fines de la década de 1990.
En 2013 estuvimos en Santiago en una Cumbre Judicial Iberoamericana, una chica que por protocolo fue asignada para asistir a nuestra delegación, nos confesó que trabajaba en todo lo que podía para reunir el monto de la matrícula universitaria pues tenía cuatro hermanos más y sus padres sólo podían costear la educación superior de uno. Este ejemplo se multiplica millones de veces en Chile.
Las protestas continúan en las principales ciudades del país, aunque cada vez sabemos menos de ellas por el cerco de silencio mediático occidental.
Para abril del 2020 se debe estar llevando a cabo un referéndum que debe conducir a una reforma de la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet. La derecha “momia” chilena intentará secuestrarla.
El ambiente tormentoso está instalado en ese largo país y no pareciera que cederá el año entrante.
Ecuador
Un país andino con frente marino al océano Pacífico.
Tiene una población de 16 millones de habitantes indios, blancos y mestizos. La población indígena autóctona es de 4 millones, el 25%, según la ONU. La caída de los precios del petróleo, la masiva quiebra del sistema financiero ecuatoriano y la vinculación del presidente Jamil Mahuad con la banca corrupta provocó la crisis económica que afectó duramente al país el año 2000.
Se produjo una huelga general, masivas movilizaciones indígenas y un intento de golpe de estado encabezado por el Coronel Lucio Gutiérrez. Cuatro millones de ecuatorianos emigraron a EEUU, Europa, Perú, Colombia y Venezuela.
Mahuad fue depuesto y asumió el Vicepresidente Gustavo Noboa quien suscribió un crédito con el FMI para fortalecer la dolarización que había decretado el gobierno de Mahuad.
En las elecciones del 2002 ganó Lucio Gutiérrez con mayoritario (55%) apoyo popular que incluía el de los indígenas. Gutiérrez fue perdiendo apoyo y el Congreso lo destituyó el 2005. Asumió el Vicepresidente Alfredo Palacios. Se celebran elecciones en noviembre de 2006 que gana Rafael Correa.
En 2007 se reúne la Asamblea Nacional Constituyente, el 2008 el pueblo aprueba una nueva Constitución, en 2009 se producen comicios para legitimar autoridades nacionales en aplicación de la recién aprobada Constitución y Rafael Correa y su movimiento Alianza País salen victoriosos.
En 2013, Correa repite, al vencer ampliamente en las elecciones presidenciales obteniendo 55% de los votos frente al 22% de su más cercano rival, el banquero y político Guillermo Lasso. A diferencia de Chávez en Venezuela, Ortega en Nicaragua y Evo en Bolivia, Correa descarta cualquier intento de presentarse nuevamente como candidato.
El candidato de su Revolución Ciudadana y su partido Alianza País es Lenin Moreno quien ya había sido su vicepresidente en su primer período presidencial. Moreno le gana la primera vuelta a Guillermo Lasso que repetía como candidato (39,36% vs. 28,09%) y luego lo derrota en el balotaje.
No obstante, no le fue tan bien en las votaciones parlamentarias y Alianza País con su bloque perdió la mayoría frente a la oposición (CREA, PSC y otros).
Esto generó que Lenin Moreno soltase las amarras con Rafael Correa y buscase cobijo en los sectores que hasta ese momento eran sus contrarios.
El rompimiento con Correa fue brusco y hasta antipático por sus visos de traición.
La situación de las finanzas públicas del Gobierno no está en su mejor momento. Su producción petrolera ronda los 530.000 b/d y sus exportaciones de bananos, camarones, harina de pescado, flores y cacao deben enfrentar dura competencia.
No ayuda la dolarización que hizo perder soberanía monetaria al país e imposibilita la búsqueda de ventajas por esta vía.
¿Qué hace el presidente Moreno, pues bien, con su nuevo traje cortado por el sastre neoliberal? Se va al Fondo Monetario Internacional (FMI) y suscribe un convenio para recibir ayuda de emergencia crediticia con el compromiso de aplicar recetas de reducción del gasto público, eliminación del gasto social y otras que incluyen el aumento de la gasolina.
El 2 de octubre de 2019 se desatan protestas sociales multitudinarias. La Confederación Nacional de Indígenas (CONAIE) convoca a los indígenas, marcha sobre Quito y le da un ultimátum de 48 horas para revocar la medida.
El presidente decreta estado de excepción, toque de queda y muda su gobierno para Guayaquil. No obstante, se sienta a conversar con la CONAIE y se ve obligado a revocar las medidas, mientras la CONAIE suspende la protesta. El conflicto cesa once días después, el 13 de octubre de 2019.
Por cierto, la sesuda derecha política latinoamericana declaró que el Foro de Sao Paulo y el recién creado Foro de Puebla eran los responsables de las movilizaciones sociales
Rafael Correa es un economista bien formado, graduado en la Northwestern University en Estados Unidos. Encontró un país envuelto en una severa crisis política y económica, no practicó un socialismo estatizante, aunque sí condujo el gasto público hacia la problemática social y de infraestructura.
Estuvimos en Quito en 2014 y apreciamos una ciudad moderna, ordenada y limpia, plena de clase media, con un ambiente apropiado para pactar negocios. Cuando nos trasladamos al aeropuerto fue por una bien mantenida autopista. Muy distinta a la Quito que conocimos en 1968 cuando con el respaldo del ejército dio el autogolpe Velasco Ibarra. Entonces era una ciudad con una pequeña zona (por los lados de la Avenida Amazonas) moderna y bonita. El resto estaba descuidado.
Por los lados de Parque Sucre y del mercado, en las esquinas se sentía el olor a orine porque los indígenas no tenían acceso a baños públicos, básicamente porque no existían.
La zona conocida como “la Mitad del Mundo”, la latitud cero, el Ecuador, era un área poblada de buhoneros con un pequeño monumento, una pirámide truncada en la línea ecuatorial de tres metros de altura con una esfera en el tope.
Hoy en día es un magnífico paseo con caminarías, museos, restaurantes y un edificio de varios pisos en cuyo tope está la original pirámide truncada.
Le va a ser difícil a Lenin Moreno llevar adelante su gobierno dando satisfacción a las mayorías. Tendrá que aferrarse al salto cualitativo en negativo que dio cuando decidió cerrar filas con el nada santo sector bancario y los dueños de los medios acostumbrados a los negocios que hacía con el estado, actividad que frustró su antecesor.
Un futuro poco promisorio.
Paraguay
Sito en la zona central de Sudamérica en la nueva década, su superficie es casi plana y con pocas elevaciones algunas hasta de 300 metros, atravesada por grandes ríos. Sus suelos tienen grandes extensiones arables pero también los tiene secos y pantanosos. Su población es de 7,204,000 habitantes. El 75% son mestizos, 25% blancos y 5% indios, mulatos y asiáticos.
Su inmigración es originaria de España, Italia, Alemania, Corea, Taiwán, Japón, Arabia, Rusia y Polonia. Sus nacionales son casi todos bilingües pues hablan el español y el guaraní. Sienten especial orgullo al cantar su Himno Nacional en ambos idiomas. Es un país que produce excedentes de energía hidroeléctrica que exporta a sus vecinos Argentina, Brasil y Uruguay.
Bajo la dominación española estuvo adscrito primero al Virreinato del Perú y luego al Virreinato de Río de La Plata. Actuó con independencia política desde 1811. Un caudillo independentista paraguayo, José Gaspar Rodríguez de Francia se erigió en dictador desde 1814 hasta su muerte en 1840, pero no fue sino hasta el año 1842 cuando Paraguay se declaró formalmente independiente.
En la década de los cincuenta, tenían poco más de un millón de habitantes de los cuales el 6% integraban la peonada de las haciendas mientras el 85% de las tierras cultivables estaba en manos de 1,500 propietarios. La industria manufacturera era casi inexistente.
Era pues un país feudal.
En 1954, el General Alfredo Stroessner llegó al gobierno y se convirtió en un dictador que permaneció en el poder 35 años, persiguiendo todo lo que le pareciese comunista según su olfato e intereses.
En 1989, fue derrocado por el General Andrés Rodríguez quien resultó electo presidente en mayo de ese mismo año. En lo adelante hubo mucha inestabilidad política en la que pujaban entre si el Partido Liberal y el Partido Colorado, siempre con predominio del segundo.
El sucesor de Rodríguez fue un civil, Juan Carlos Wasmosny (1995) que encarcela al General Lino Oviedo cuando éste gana las elecciones internas del Partido Colorado.
Wasmosny es sucedido por Raúl Cubas que indulta a Oviedo pero la oposición política logra que la Corte Suprema anule el indulto, lo que Cubas no acata. La oposición se moviliza con el Congreso que destituye a Cubas y designa al Vicepresidente Luís María Argaña como presidente.
Argaña es asesinado y el gobierno persigue a Cubas y a Oviedo que se asilan en Brasil. Luego los presidentes fueron sucesivamente: Julio Cesar Franco (2000), Nicanor Duarte (2003), Fernando Lugo (2008) que fue destituido por el Congreso y terminó el período el vicepresidente Federico Franco.
Después vinieron Horacio Cartes (2013) recientemente envuelto en un escándalo de corrupción denunciado por la Fiscalía Brasileña y el actual, empresario Mario Abdo Benítez (2018).
Es pertinente hacer este brevísimo recuento porque hemos presenciado como presidentes y cancilleres del Paraguay en distintos foros internacionales atacan a gobiernos de otros países en defensa de una democracia que ellos no practican, al menos de manera ejemplar.
En Paraguay existe una marcada estratificación de clases sociales baldonada por una pobreza del 26,1% de la población, con una clase media subdividida en muy baja, baja, media y alta, queriendo decir con esto que hay una desigual distribución de la riqueza que también golpea a los principios de los derechos humanos que forman parte del concepto de la Democracia.
Más de 900,000 paraguayos han emigrado a Argentina, Brasil, España, Estados Unidos, Canadá y otros países, esto es el 12,49% del total. La economía paraguaya superó el feudalismo que la sujetó al atraso en el pasado y a partir de 1990 se ha ido superando.
Se ha incrementado la producción en los sectores secundarios y terciarios de la economía aumentando considerablemente su participación en la formación del PIB.
Su principal producto de exportación es la energía eléctrica pero también lo hace con soya, stevia y carne. Ha crecido la industria cementera, farmacéutica, láctea, de la confección, procesamiento de cárnicos, pero el capital sigue siendo escaso para nuevos proyectos industriales.
El gobierno anunció en 2010 el descubrimiento de importantes reservas de uranio y titanio, también de oro, níquel, cobalto y cromo, lo que crea expectativas favorables para la economía. No obstante, pareciera que las diferencias sociales podrían incubar sobresaltos políticos que aflorarían más adelante.
No hay que olvidar que el aguerrido gentilicio paraguayo fue devastado principalmente por la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) que liquidó casi el 90% de la población adulta masculina y luego también por la Guerra del Chaco (1933-1938) que dejó 30,000 muertos.
El guerrero paraguayo está en reposo, por ahora.
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