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La fecha está grabada indeleblemente en nuestra conciencia. El 24 de agosto de 2010 puso ante nuestros ojos una de las imágenes más crudas que nos ha dado la frontera mexicana: los cuerpos de 72 migrantes centroamericanos tirados en un predio del estado de Tamaulipas, estratégicamente alineados y boca abajo, con las manos atadas en la espalda y con el tiro de gracia.
Como era de esperarse, la noticia y la imagen corrieron como todo corre hoy en internet. Las organizaciones de defensa de los derechos de los migrantes levantaron la voz tanto en México como fuera de él, y las autoridades de todos los niveles de gobierno balbucearon excusas y dieron los discursos de condena que últimamente usan para toda ocasión.
Los días posteriores a la masacre el tema se abordó en los noticiarios, en los blogs y en los medios sociales desde todas las aristas posibles. Pocas voces, sin embargo, buscaron dar un vistazo a los días previos a la masacre, a la historia de quienes murieron, a lo que dejaron atrás. No fue sino hasta que un grupo de periodistas mexicanos encabezados por Alma Guillermoprieto decidió voltear a ver a los seres humanos que murieron en Tamaulipas, que cada uno de esos cadáveres adquirió un rostro y recuperó su historia y su dignidad en medio de la tragedia.
El proyecto 72 Migrantes es el resultado de un esfuerzo por construir un “altar virtual” similar a aquellos que se arman en México y en otros países de Centroamérica el Día de Muertos, en donde, como Guillermoprieto lo ha explicado, se le devuelve el rostro y el nombre a los difuntos al evocarlos y colocar sus fotos en él.
“Eso es lo que pretendemos hacer en este altar virtual: usamos el espacio cibernético para conmemorar a 72 migrantes de Centro y Sud América que fueron asesinados en agosto por una de las tantas tribus de sicópatas que hoy rondan el país. En realidad, sabemos que no han sido nada más setenta y dos los viajeros que han perdido la vida en su travesía rumbo a la frontera con Estados Unidos. Quizás sumen miles las víctimas cuyos huesos yacen en algún desierto, en algún galpón, sin que se vaya a saber jamás de su muerte. Este sitio pretende ser un homenaje también a ellos”, explica la periodista en la presentación del proyecto.
Hace unos días este altar quedó completamente terminado. Escritores y periodistas mexicanos escribieron un texto por cada migrante asesinado. En algunos casos la información con la que se cuenta es escasa, casi nula: un número de identificación, un país de origen. En otros, fue posible reconstruir a la persona a través de las palabras del familiar, de los relatos de un amigo e incluso de alguna foto.
72 relatos, uno por cada migrante asesinado en territorio mexicano. 72 historias de lucha, de tesón, de deseos de salir adelante a pesar del miedo, de arrojo y cansancio y hartazgo y decepciones e ilusión. Un homenaje para todos aquellos que han muerto cruzando México sin más compañía que la indiferencia en su intento por llegar a la última frontera, la puerta que lleva al sueño americano. Y un recordatorio sobre la responsabilidad que cada una de estas muertes representa para quienes viven en ese país.
Los invito a visitar este proyecto, a comentarlo y a compartirlo. Y a no olvidar.
72 migrantes
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