Hemos seguido, por casi cuarenta días, la terrible historia del derrame de petróleo en las profundidades del Golfo de México. Hemos leído sobre los intentos para detenerlo, las posibles consecuencias, los esfuerzos para contenerlo y, también, sobre sus visitas a la zona afectada. Hemos visto, de igual forma, cómo se compara esta catástrofe con otras que tuvieron que enfrentar sus predecesores, y las repercusiones políticas que tuvieron que asumir, a causa de sus errores o de su demora para tomar una decisión ejecutiva.
Y es, precisamente, sobre esta tardanza en la toma de decisiones ejecutivas, que me dirijo hoy a usted. No es posible que miles y miles de barriles de petróleo se derramen diariamente en el océano, y la respuesta de su gobierno sea fijar una indemnización a la compañía petrolera. Del tamaño que sea. Creo que hay un error de concepción en lo referente a la responsabilidad del gobierno de Estados Unidos frente a esta tragedia. No queremos una revancha o una sanción, queremos nuestros mares. Queremos nuestro ecosistema limpio.
Queremos que nuestros hijos puedan ir a la playa como lo hicimos nosotros, como lo hizo usted mismo, y no encontrar sino el milagro de la vida, arenas blancas, aguas azules, animales y vegetación en armonía perfecta. O dígame, ¿cómo podremos explicarles a las generaciones futuras que el derrame haya sido tan grave, que se haya prolongado por tanto tiempo, que tantos animales hayan desaparecido, que el ecosistema haya sido herido de muerte? ¿Les diremos, acaso, para tranquilizarlos, que el Golfo de México se convirtió en el Mar Muerto, pero al menos BP tuvo que pagar una multa?
¿Que un par de personas fueron a prisión? ¿Que usted no fue reelecto?
Le repito, no queremos venganza. No queremos, en este momento, que algún directivo irresponsable pague con cárcel el crimen del océano. Queremos, exigimos, demandamos, una acción de parte del gobierno que usted representa.
Queremos ver a los ingenieros militares norteamericanos, que son capaces de transformar el mundo con fines de guerra, poner todo su esfuerzo en contener el derrame.
Queremos ver a los Marines, con la determinación que el mundo tristemente conoce de sobra, luchando contra el avance de la marea negra. Queremos ver el poderío de los Estados Unidos trabajando por una causa que sin duda alguna es justa, necesaria, e impostergable.
Usted tiene el poder y las facultades, ordinarias y extraordinarias, para hacerlo. La catástrofe en el Golfo de México ha pasado, de ser un asunto nacional para Estados Unidos, a ser un asunto internacional en el que la humanidad entera tiene derecho a pedirle, como lo hacemos ahora, que tome las medidas necesarias para frenar, a como dé lugar, el derrame, y para revertir unos efectos que al día de hoy son completamente inaceptables.
Tal vez éste sea el papel que le tenía reservado el destino. Usted, cuando fue electo, representó el cambio y la esperanza para millones de estadounidenses. Ahora, puede representar el cambio, y también la esperanza, para el resto de nosotros al poner los recursos de la nación más poderosa del mundo al servicio de la tierra misma.
Porque, si dejamos que la naturaleza muera, para nosotros no quedará la vida, sino la sobrevivencia.