La investigación por parte de las autoridades federales para descubrir a los responsables del envío de cartas bomba por correo se intensificó ayer, bajo amplia cobertura periodística. Se desconoce si la FBI y otras agencias involucradas han identificado, siquiera en grandes rasgos a los culpables. Pero según trascendió, la caza del potencial “assassin” político involucra a miles de agentes que lo investigan todo, calificando el hecho de “terrorismo doméstico”.
Como se recordará, durante la semana las autoridades interceptaron una docena de cartas bomba similares. Todas fueron enviadas desde Florida a quienes son percibidos como enemigos políticos del presidente Donald Trump.
A los enemigos políticos
Al menos a dos de ellos, el ex vicepresidente Joe Biden y la congresista Maxine Waters, se le enviaron dos dispositivos explosivos. Waters representa en el Congreso a la ciudad de Los Angeles y otras vecinas.
Las investigaciones se concentran en un área en el sur del estado de Florida.
La ola de bombas por correo desató una ola de preocupación e indignación en todo el país. Los comentaristas generalmente señalaron que Trump ha criticado violentamente a todas y cada una de las potenciales víctimas. A su vez, han expresado vigorosamente su rechazo al mismo.
Sin embargo, en el mundo habitado por el presidente Trump y sus simpatizantes, la realidad es pintada de manera totalmente diferente.
Los animadores en medios de comunicación pro Trump dedicaron el día a una creciente campaña de desinformación. Afirmaron que son “los demócratas” quienes organizan la serie de ataques. Que tienen el fin de “dejar mal” al gobierno. Que “distraen a la atención pública” del tema de la caravana de refugiados hondureños, ya que éste beneficiaba al Presidente.
Trump como víctima
También definieron a la principal víctima de los atentados: el mismísimo Trump.
Por su parte, este último multiplicó sus comparecencias públicas. En ellas, una y otra vez responsabilizó de los actos de terrorismo a los medios de comunicación que le critican. Los que él llama “fake news”.
Como se recordará, una de las cartas bomba se envió a la emisora CNN, y específicamente al exjefe de la CIA John Brennan, un crítico acérrimo de Trump y a su vez blanco de la furia de éste. Brennan es comentarista político, pero no de CNN, sino de MSNBC.
Como consecuencia, y alimentada por la proximidad de las elecciones nacionales del 6 de noviembre, la hostilidad hacia periodistas y políticos de oposición seguirá empeorando en las próximas semanas y meses.