El pasado 28 de julio, tuvo lugar en la ciudad fronteriza venezolana San Cristóbal, la primera reunión de alto nivel en más de siete años entre autoridades de Colombia y Venezuela.
No fue una reunión ordinaria. Por el lado de Colombia participó el Canciller designado del nuevo gobierno de Gustavo Petro, Álvaro Leyva Duran, quien aún no ha asumido funciones. Hecho que se produjo muy en contra de la posición defendida durante estos últimos cuatro años del gobierno saliente de Iván Duque, quien hasta el día de hoy mantiene su apoyo al intento frustrado de gobierno interino del opositor venezolano Juan Guaidó.
Colombia y Venezuela han compartido una línea fronteriza de mas de dos mil kilómetros de frontera, la cual ha sido una de las fronteras más activas y dinámicas del hemisferio.
Entre la cooperación y el conflicto
Las relaciones Colombo-Venezolanas, prácticamente desde la separación de la llamada “Gran Colombia” en 1830 han oscilado entre la cooperación y el conflicto. La delimitación de fronteras terrestres en el siglo XIX y luego las conversaciones de delimitación de aguas marinas y submarinas en el siglo XX; marcaron tensiones y desencuentros entre ambas repúblicas.
Sin embargo, fue a partir del año 1995 con el ataque de un grupo ilegal colombiano a un puesto de infantería de marina venezolana, en la llamada “Masacre de Cararabo” cuando el tema de “Seguridad Transfronteriza” se fue posicionando como el principal asunto de tensiones entre ambos países.
Esta situación que se acentuaría con la llegada al poder del Presidente Hugo Chávez Frías, cuyo discurso encontró afinidades y simpatías en varios actores de la insurgencia colombiana, y luego con la llegada a la Presidencia en Colombia de Álvaro Uribe Vélez, quien por su parte recibió en su momento el abierto respaldo de los grupos armados paramilitares de extrema derecha colombianos.
La inevitable confrontación de modelos y de discursos entre ambos lideres, devino en un enfrentamiento regional de orden geopolítico e ideológico, en el cual incluso intervino Estados Unidos, favoreciendo un acercamiento irrestricto e incondicional con Colombia, con la firma de un Tratado de Libre Comercio Bilateral en el año 2006 y la firma de un convenio de cooperación militar para el uso por parte de Estados Unidos de siete (07) bases militares colombianas en el año 2009.
Estos hechos aún tienen profundas repercusiones en las relaciones entre Colombia y Venezuela.
La Cooperación binacional, también ha sido la otra cara de esta moneda. Varios hitos históricos lo demuestran. La incorporación de Venezuela al Pacto Andino en 1973 y la posterior implementación de la CAN, Comunidad Andina de Naciones.
Esto que significo según Germán Umaña, ex director ejecutivo de la Cámara Colombo Venezolana, “un ejemplo de éxito en la integración de América Latina en las últimas décadas”. Posteriormente en 2008 el comercio binacional alcanzó un récord de USD 7.269 millones, algo sin precedentes.
La agenda binacional se extendió a otros ámbitos como la Integración energética y la elaboración de proyectos de infraestructura binacionales como gaseoductos y puentes binacionales. Sin embargo, la salida de Venezuela del esquema comercial de la Comunidad Andina y la confrontación ideológica agudizada desde 2010 marcaron un gran retroceso y un estancamiento en las relaciones binacionales.
Colombia y Venezuela: países hermanos siameses
Desde una visión histórica, las relaciones binacionales entre Colombia y Venezuela han estado marcadas por las coyunturas internas de ambos países, y han limitado una integración real.
Lamentablemente han prelado las diferencias institucionales entre ambos Estados y la historia política que ha dado lugar a que Colombia y Venezuela, sean países de una composición sociopolítica totalmente distinta, lo cual dificultad en gran medida la integración binacional y la construcción de una agenda común.
Todo ello nos ha llevado a lo que en su momento el político colombiano Horacio Serpa describió como: “la condición de países hermanos siameses” haciendo clara alusión a la condición de aquellos gemelos que nacen unidos biológicamente por uno o varios órganos vitales, pero desarrollan conductas y personalidades distintas e independientes.
Desde entonces muchos estudiosos de la materia han utilizado esta definición para caracterizar la compleja relación de cercanía y a la vez de distancia entre ambos países. En este punto se puede sintetizar que la proximidad entre Bogotá y Caracas, viene dada según el momento y las necesidades de cada uno de los actores.
Las recientes tensiones y el abandono de las convenciones diplomáticas por parte de ambos países, para dar paso a la diatriba política interna, sin pudores ni limites, en especial con el apoyo del Presidente Duque al opositor Juan Guaidó, demuestran lo nocivo que es abandonar los principios del derecho diplomático de la no inherencia y autodeterminación de las naciones.
Esto causa que millones de colombianos y venezolanas se hayan visto afectados por la ausencia de servicios consulares a ambos lados de la frontera.
La necesidad de una nueva agenda
Esta experiencia pone en evidencia la necesidad de construir una nueva Agenda Binacional para los nuevos tiempos, que trasciendan las coyunturas políticas de uno y otro país. De allí que tras el triunfo histórico de un gobierno de izquierda en Colombia, en cabeza de Gustavo Petro, se abra la oportunidad de ampliar la Agenda Bilateral y construir un nuevo marco político.
Acercar posiciones e incluir temas que no han estado presentes en la agenda binacional, como el tema de la consolidación de la Paz en Colombia o el proceso de diálogo entre el gobierno venezolano y los factores de oposición venezolana. Sin embargo, los conflictos de índole político que involucran la seguridad de Estado de uno y otro país se han convertido en un gran obstáculo para el acercamiento entre ambos gobiernos, De allí que sea todo un reto superar la desconfianza mutua institucional y abordar una agenda constructiva.
Pero más allá de los obstáculos y de los antecedentes recientes, la reunión de San Cristóbal es el inicio de un acercamiento necesario y aclamado por ambos pueblos. Es una nueva oportunidad para que los pueblos de Colombia y Venezuela, superen las visiones partidistas de sus gobiernos y den rienda suelta al destino común de hermandad e integración que les ha decretado la geografía y la historia. Este traerá prosperidad y progreso a ambos lados de la frontera, dejando así atrás la diatriba y los temores de una guerra entre hermanos, entre “siameses”.
Es una nueva oportunidad para dos pueblos que están más unidos de lo que sus dirigentes quisieran y más compenetrados de lo que estos puedan tan siquiera imaginar.