¿Qué será del almendro
cuando ya no dé flor,
cuando en sus brazos tersos
no quepa mi dolor?
¿Qué será de la noche
cuando ya no estés tú?
¿Qué será de nosotros,
¿qué seremos tú y yo?
Acaso un hilo tenue
sobre la alfombra gris,
o quizá simplemente
una efigie imprecisa
sobre un fondo fugaz.
Pero el almendro, al menos,
oculta su pesar
bajo el verde rubor,
en cambio yo lo llevo
como impúdica joya
en la flor de mi piel.
¿Qué será del almendro
cuando ya no dé flor?
¿Qué será de mi vida
cuando me faltes tú?
El almendro, algún día,
se cansará de amar
y perderá sus hojas
en el calor de abril.
Yo, empero, mientras viva
te amaré sin cesar…