¿Se lavaron las manos antes de comer?
Los presentes se miran atónitos. Evidentemente, no se lavaron las manos. La interlocutora sigue:
“Por eso tenemos que repetirlo todo el tiempo. Son consejos simples, pero importantes”.
Es una portavoz del departamento de Salud Pública del Condado de Los Angeles que esta semana convocó a medios de comunicación para describir sus preparativos y expresar su preocupación.
La gripe H1N1, declarada en junio pandemia global por la Organización Mundial de la Salud, nos espera en otoño. Podría ser letal. Una señal de su virulencia es que se siguió expandiendo en verano, cuando los virus son menos activos, con una magnitud sorprendente. Más lo hará en invierno, cuando el frío junte a la gente en lugares cerrados y las defensas corporales se debiliten.
Podría haber hoy un millón de personas infectadas en Estados Unidos, dijo en junio el CDC (Centro de Control de Enfermedades, con sede en Atlanta). De los 160,000 casos confirmados mundialmente, 25% está en este país, así como 338 de las 800 muertes.
Aunque reconocen que no es especialmente letal en este momento, los encargados de la salud pública están alarmados. Temen por la futura evolución del virus.
Ahora estudian el desarrollo del virus en otras partes del mundo, especialmente en Sudamérica, donde es invierno. En la Argentina es una calamidad pública. Postergaron el inicio de clases; los chicos están en casa. Perdieron entre 9 y 15 días de estudio.
Cayeron en 33% las visitas a restaurantes. Salas de cine y teatro cerraron sus puertas. Es el tema número uno en las noticias.
¿Y aquí?
Esperando la vacuna, que ya existe, producida por la empresa suiza Novartis y ahora en etapa de pruebas.
Pero no estará lista antes de septiembre. Demasiado tarde: para ese entonces habrá comenzado el año escolar. Más de un millón de niños en el condado serán caldo de cultivo para la propagación del mal. Las escuelas serán el frente de batalla. El doctor Alonzo Plough, quien dirige los servicios de emergencia para 10 millones de residentes, dice que contrariamente a otros lugares, cuando surgió el virus por primera vez aquí no se apresuraron a cerrar escuelas.
“Pero los niños con síntomas generales de gripe se tienen que quedar en casa”.
¿Y si no pueden? ¿Y si los padres trabajan? No existen respuestas claras.
Nos estamos preparando, dicen los del condado. Para eso hablamos con los medios.
El 22% de los adultos y el 8% de los niños del condado no tienen seguro médico; tienden a ser también pobres, hispanos, inmigrantes. ¿Cómo acceder a ellos? ¿Qué planes tienen?
Los preparamos, me contestan, y piden ayuda para traducir material al español. Recibiremos el mes que viene $8.5 adicionales del gobierno, dicen. Declaramos una emergencia de salud local. Cuando lleguen las vacunas, nos enviarán 1.3 millones y las repartiremos gratis por prioridades.
Los cálculos más pesimistas del CDC hablan de centenares de miles de muertos hasta 2011, con un mínimo posible de 90,000. El 40% de la fuerza laboral podría enfermar.
Pero esos son cálculos, y mucho se puede hacer antes. ¿Qué? Tienen razón: primero, lavarse las manos.