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Cuba, importadora de azúcar

El ser diverso, segunda parte

El ser diverso, segunda parte

Si a Julio Lobo, Pepe Gómez Mena, los hermanos Fanjul o los Falla Gutiérrez, los productores de azúcar más poderosos de Cuba y del mundo en los años 50, les hubiesen dicho que de mayor exportador mundial el país se convertiría en importador de ese producto –incluso desde Estados Unidos– se hubiesen desternillado de la risa con tan formidable chiste.

Sin embargo, lo que pudo ser una broma criolla devino realidad, socialismo mediante. Durante la actual década Cuba ha venido importando cientos de miles de toneladas de azúcar, sobre todo refinada, para cubrir el consumo doméstico y sus compromisos de exportación.

Y todo apunta a peor. El diario Granma admitió recientemente que la producción azucarera cubana en 2010 –no se había informado que la zafra haya terminado– será la más baja desde 1905, aunque todo indica que será inferior incluso a la de 1894, año anterior al inicio de la guerra de Independencia, cuando la isla produjo 1.1 millones de millones de toneladas, un tercio del azúcar producida entonces en la Tierra.

El gobierno de La Habana, mediante su vocero Granma, no dijo toda la verdad. Omitió que ya en 2009 no se llegó a los 1.3 millones registrados hace 105 años, y que en 2010 posiblemente no se alcanzará el millón de toneladas. Disimula que Cuba viaja en la máquina del tiempo de Herbert Wells hacia los años 80 del siglo XIX.

La caída de 2010 tiene lugar pese a que, según Juan Varela, el experto azucarero y cañero de Granma con 40 años de experiencia en esa rama, “desde 2003 no se cumplía un plan de siembra de caña tan grande” como el de la actual cosecha: 125,100 hectáreas.

Y ocurre cuando en el mercado azucarero internacional hay más demanda que oferta por primera vez desde 1980, y los precios suben, debido 1) al descenso de la producción en los mayores productores: Brasil, India, y China por problemas climáticos; 2) más caña dedicada a producir etanol; 3) mayor consumo mundial de azúcar.

Luego de décadas de excedentes ruinosos, desde 1994 la Organización Internacional del Azúcar (OIA) comenzó a reportar déficit, y recientemente informó desde Londres que el mercado sufre un déficit de 9.4 millones de toneladas y que las reservas mundiales cayeron en 9.0 millones de toneladas.

Hubo un repunte de la oferta a fines de los 90, y luego de nuevo hubo escasez. Desde 2001 el precio del azúcar ha aumentado a una tasa anual de un 8.8%, hasta 31 centavos a principios de 2010.

Pero en 2002 Fidel Castro tuvo una rabieta debido a la ineficiencia azucarera y sin convocar al Consejo de Ministros o al Buró Político del Partido levantó el teléfono y cual emperador romano ordenó al general Ulises Rosales, ministro de esa industria, desmantelar 95 de las 156 fábricas azucareras del país en dos etapas (2002 y 2004), y reducir la superficie cañera de 2 millones de hectáreas a 750,000.

En segundos el dictador ordenó “masacrar” casi dos tercios de la industria que fue la azucarera del mundo desde la revolución haitiana a fines del siglo XVIII, hasta 1993. Y declaró por la TV: “el azúcar es la ruina del país”, precisamente cuando el mercado se recuperaba.

Ingresos millonarios perdidos

Con un poco de abstracción imaginé el siguiente escenario: si en 2009 Cuba hubiese producido 6 millones de toneladas de azúcar, cifra común hasta 1960 cuando la industria fue expropiada por Castro, y les restamos las 700,000 toneladas del consumo doméstico, la isla habría podido exportar 5.3 millones de toneladas, que a 20 centavos la libra, precio promedio en 2009, habrían significado $2,332 millones de dólares, comparados con los $132 millones que debe haber recibido por exportar unas 300,000 toneladas, si es que alcanzó esa cifra.

En otro escenario, si se hubiese destinado el 50% de la caña a producir sólo etanol, con el rendimiento de Brasil de 7,500 litros por hectárea de caña, en un millón de hectáreas Cuba habría producido 7,500 millones de litros de ese biocombustible, que exportados a $0.90 durante 2009 le habrían reportado $6,750 millones de dólares. Eso sumado a $1,012 millones por la exportación de 2.3 millones de toneladas de azúcar habría arrojado un ingreso bruto de $7,762 millones, el doble de los $4,000 millones que obtuvo Cuba con todas sus exportaciones en 2009.

Ya Brasil, el mayor productor azucarero (30 millones de toneladas), dedicó este año sólo el 39% de la caña para producir azúcar, y el otro 61% para producir etanol, ahora la segunda fuente de energía del país, por encima de la hidroeléctrica, según Brasilia. Pero a Castro le dio otra “perreta” en 2004 y calificó de monstruosidad producir etanol en vez de azúcar y mató a la gallina de los huevos de oro.

Además, haciendo las inversiones necesarias –con capital extranjero– Cuba podría tener una gran industria de derivados de la caña para producir y exportar papel, madera de bagazo para la construcción y muebles, electricidad, fertilizantes, medicamentos. Obtendría miles de millones de dólares adicionales.

Abstracciones aparte, dada la ineficiencia del sistema comunista, los caprichos y la incapacidad de la cúpula castrista, Cuba sólo produjo azúcar aceptablemente cuando la Unión Soviética le regalaba el petróleo (que Castro revendía a otros países), el fertilizante, los pesticidas, el transporte y todos los insumos necesarios, y encima pagaba al dictador 45 centavos la libra cuando el precio mundial del azúcar era de 5 centavos.

Los rendimientos más bajos del mundo

Los rendimientos cubanos de caña por hectárea años son los más bajos del planeta desde 1967 –luego de 1960 jamás llegaron a las 67-72 toneladas del promedio mundial– y cuando el torrente de recursos soviético desapareció cayeron aún más. Según la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba, entre 2003 y 2007 fue de 31 toneladas. En 2010 ronda las 27 toneladas. ¿Y en 2011?

En contraste, un informe de la Unión Nacional de Cañeros AC-CNPR, de México, de junio de 2007, y el diario El Comercio de Lima, señalan que Australia y Colombia obtienen 120 toneladas de caña por hectárea; Perú entre 110 y 120 toneladas; Brasil y Guatemala 78-90, México 75-78 toneladas, y EEUU 70-75 toneladas. Antes de 1960 ninguna nación latinoamericana superaba a Cuba en productividad cañera.

Por otra parte, el gobierno admite que la eficiencia industrial es de un 10% (obtención de azúcar por cada 100 partes de caña verde), cuando el promedio cubano desde los años 30 hasta 1960 nunca bajó de 12%, y en 1940 fue récord mundial con 13.17%.

Ante tal debacle, la inepta gerontocracia gobernante, con Raúl Castro al frente, se apresta a eliminar el Ministerio de la Industria Azucarera y sustituirlo por una empresa estatal de corte militar; cerrará más fábricas, “reorganizará” las plantaciones cañeras y autorizará la inversión extranjera en dicha industria según comentaron a la agencia Reuters fuentes cubanas que no quisieron ser indentificadas. ¿Habrá algún inversionista capaz de botar así su dinero?

Lo cierto es que el mayor exportador de azúcar durante 196 años hoy tiene que importarla de Colombia, Brasil y hasta del “imperio yanki”. Ello es otro logro del “hombre nuevo” de que hablaba el Che Guevara.

Doy la palabra a Luis de Góngora para que diga el epitafio de este resultado socialista cubano:

Aprended flores de mi

lo que va de ayer a hoy

que ayer maravilla fui

y hoy sombra de mi no soy.

Autor

  • Roberto alvarez quinones

    Roberto Alvarez Quiñones (1941), periodista, economista y licenciado en Historia cubano residente en California, con 40 años de experiencia como columnista en el área económica, primero en Cuba en el periódico “Granma” (1968-1995), y simultáneamente en la Televisión Cubana, donde fue comentarista de economía internacional, desde 1982 a 1992. Profesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana desde 1982 a 1992. Llegó a EEUU en 1995, y en 1996 comenzó a trabajar en el diario “La Opinión” de Los Angeles, donde fue editor y columnista de las secciones de Negocios, Latinoamérica, El Mundo, y el suplemento “Tu Casa” (bienes raíces), hasta 2008. Actualmente es analista económico de Telemundo (TV), y escribe columnas y artículos para varios medios en español de EEUU y España. Es autor de 6 libros, 4 publicados en La Habana y 2 en Caracas, Venezuela. Ha recibido 11 premios de periodismo.

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