Hoy nadie duda que nuestra vida política gira en torno a un personaje: Donald Trump. Desde el inicio de su finalmente exitosa campaña presidencial hasta el día de hoy, cada jornada asombra nuevamente la magnitud de la crisis que él personalmente desató sobre el país. Aunque cada día pensamos que peor, ya no puede ser, lo es.
Dos aspectos de Trump
Por una parte, se acusa a los medios de comunicación de aferrarse solamente a lo insólito o terrible de sus declaraciones. De sus insultos y tuits. En lugar de atenerse, por otra parte, al daño que causan sus acciones. En vez de denunciar al mediocre séquito de seguidores, venidos a más y multimillonarios sin escrúpulos que constituye en estos días el Ejecutivo.
Pero hay algo más que sus ideas o ideología, si la tiene. Algo más allá de sus acciones.
El lamentable y costoso cierre de su propio gobierno (por increíble que suene) por 35 días demostró una vez más la cualidad que es quizás la más sobresaliente de esta administración y Trump personalmente.
Una cualidad que va más allá del extremismo político, más allá de las cualidades deplorables que lo caracterizan como hombre.
La ineficacia, la inutilidad. El bajo nivel.
Trump es el presidente más inepto del que tengamos memoria.
Decirlo no causa satisfacción ni alegría. Al contrario. Preocupa mucho. Ojalá no fuese así.
La principal cualidad de Trump
Preocupa que el hombre más poderoso del mundo sea incapaz de cumplir mínimamente su deber. Que ya no haya en su entorno nadie que le ayude. Que cuando llegue un momento de crisis real y no fabricada como la última, decisiones terriblemente erroneas causen daños insospechados al país y al mundo entero.
Lamentablemente, el resto de su gabinete y su séquito son incapaces de ayudar. En el Senado hay solamente un puñado de republicanos responsables. Los otros, por moderados o juiciosos que eran, lo siguen como embrujados. Pensemos que las “virtudes” que guían al hombre son la mentira, la obsesión, el capricho, las ansias de poder, el revanchismo, la codicia, la incapacidad de aceptar crítica, la crueldad y grosería. ¿Sigo o es suficiente?
Cada día que pasa vaticina peligros potenciales que Trump puede causar en su irracionalidad y rabia.
Los latinos y la comunidad inmigrante corren un riesgo especial. Desde el comienzo de su campaña Trump utilizó la demonización del inmigrante mexicano o centroamericano para granjearse el apoyo de sus votantes.
Los riesgos de Trump
De la misma manera tiene un especial encono a los estados de mayoría demócrata y donde se concentran los latinos.
¿Qué hacer?
Entonces, debemos seguir resistiendo cada día, hasta que en las elecciones del 3 de noviembre de 2020 pueda ser derrotado en las urnas. Uniendo fuerzas. Tratar de convencer a los patriotas responsables en el Senado para que dejen de enarbolar la bandera blanca de la rendición, para que se acuerden que no están al servicio incondicional del Ejecutivo.
Los medios, el periodismo, aunque diezmados, atacados por todos los flancos, en crisis económica, siguen siendo un importante eslabón para difundir los hechos reales y explicar esta realidad tan difícil a la gente. No hay otro.
¿Qué nos queda?
Seguir informando sobre esta difícil realidad, contar las historias de superación de nuestra gente en estas circunstancias, hallar y divulgar las voces de la comunidad. Buscar aliados entre la gente de buena voluntad. Entre dirigentes que comprendan la gravedad de la situación y pospongan para después dirimir sus diferencias.
Hasta que este capítulo triste, agorero, de la historia estadounidense termine.