Derrotar a Trump en 2020 es no solamente posible, sino probable

Faltando solamente 5 días para las elecciones de medio término en Estados Unidos, es momento de prestar más atención a los comicios presidenciales de 2020.

Tradicionalmente, el día siguiente de la votación intermedia es el comienzo de la temporada presidencial. Es cuando se dan a conocer paulatinamente los nombres de los primeros aspirantes a candidatos de los dos principales partidos, cuando se forman las primeras campañas y cuando se crean comités. Normalmente, los primeros meses del proceso son lentos y llaman la atención solo de los iniciados.

Pero estos no son tiempos normales.

Por alguna razón, la estructura del partido Demócrata enfatiza casi exclusivamente la pretendida pobre popularidad de Trump, sus terribles declaraciones, su crueldad e ignorancia, el encono que contra él sienten las mujeres, o los jóvenes.

Según sus descripciones, derrotar a Trump en 2020 es no solamente posible, sino probable.

Tanto optimismo no está en su lugar. Esta complacencia es un caso más del tipo de pensamiento que llamamos wishful thinking. El primero fue en la campaña de Hillary Clinton en 2016.

Es así: como los niños, creen que porque repiten sus deseos, sucederá.

Craso error.

Las probabilidades de reelección de Trump no se pueden ignorar. Son importantes, por estos motivos, entre otros:

Primero, el presidente en ejercicio tiene siempre una enorme ventaja sobre cualquier otro contrincante. En las últimas presidenciales el titular ganó la reelección con la sola excepción de George Bush padre. Ahí, Trump lleva obvia ventaja.

Segundo, el mismo día que juró como Presidente, Trump anunció su campaña de reelección. Desde entonces, se ha mantenido en campaña permanente, con comparecencias y discursos ante multitudes que lo veneran. En esto, lleva ventaja contra cualquier contrincante, especialmente aquellos sin un nombre reconocido nacionalmente.

Tercero, en cuanto a fondos electorales, Trump ha batido todos los récords. Faltando dos años para las elecciones, juntó 106 millones de dólares. Al menos diez veces más que sus predecesores. Tal es su sed de dinero que niega fondos que las campañas necesitan urgentemente para los comicios de noviembre 2018. Tiene la ventaja.

Cuarto, el Presidente ha mostrado una extraordinaria capacidad de conectar con los votantes. Gracias a ello superó las acusaciones en su contra. Lo que él llama su “base” le es absolutamente fiel. Millones de estadounidenses, por indicación suya no le creen a la prensa o a cualquiera que ose contradecir a su líder. Es decir: dos años antes de las elecciones tiene asegurado el apoyo incondicional de casi un 40% del electorado. Gran ventaja.

Quinto y quizás principal: la economía es estable y la desocupación bajó en prácticamente todos los sectores. Un principal aliciente para los votantes. Es como afirmaba la campaña victoriosa de Clinton en 1992: “es la economía, estúpido”.

No parece que el partido Demócrata haya aprendido las lecciones. Ni que haya superado el estado de shock de las elecciones de 2016 que lo dejaron catatónico. No parece listo para el esfuerzo histórico que requiere detener a Trump. Y lamentablemente, otro partido, no hay.

Por eso, quienes se oponen a Trump y el trumpismo deben actuar. Y si no es ahora, ¿cuándo?

Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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