El viernes 7 de julio se realizó el encuentro mensual de El Fogón de Los Ángeles que es patrocinado por la revista online HispanicLA.com. El encuentro, que reunió a más de treinta participantes de distintos rincones de las Américas, se centró en una entrevista a candidatos presidenciales de El Salvador.
Manuel Flores y Werner Marroquín, candidatos a presidente y a vicepresidente del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) fueron presentados por Raúl Llarull, periodista y ex secretario de Comunicaciones del FMLN, quien estuvo a cargo del segmento de política internacional.
Miembros del panel permanente de El Fogón se sumaron con preguntas y comentarios desde sus respectivos países. Entre ellos estaban César Leo Marcus (EEUU), Mariano Saravia (Argentina), Máximo Cargnelutti (México) y quien escribe, Bruno Lima Rocha, desde Brasil.
El segundo segmento del programa, que tradicionalmente se centra en temas de literatura, fue coordinado por Adriana Briff, quien se encargó de entrevistar a la poetisa argentina Morena García.
Los candidatos
Manuel Flores es un biólogo y ex profesor de la UNAM Managua con una larga trayectoria como militante del FMLN. Su carrera política incluye haber sido alcalde, concejal y diputado nacional. Werner Marroquín, por otro lado, es un trabajador social y activista que residió en los Estados Unidos, específicamente en Los Angeles.
Los candidatos participan en la contienda electoral a pesar de los desafíos internos que confrontan en su partido. Un sector del FMLN cree que sumarse a la elección, que tendrá lugar el 4 de febrero de 2024, es una forma de convalidar la constitucionalmente cuestionable decisión de Nayib Bukele de presentarse, nuevamente, como candidato.
Así que este sector directamente no quiere que se participe en la consulta electoral. Otro, exploraba la posibilidad de una alianza con la derecha a fin de conformar un frente anti Bukele. Y el tercero, que incluye a Flores y Marroquín, piensa que se debe participar para dar una lucha política.
La realidad salvadoreña
Para Flores, el reto principal de la izquierda en este momento es mejorar la calidad de vida de la gente. En ese sentido resalta la importancia de analizar las condiciones concretas del país. Se debe recordar que en los diez años de gobierno de FMLN, bajaron los niveles de pobreza y miseria. En esos años, 80% del consumo interno era producción salvadoreña, comparado con el período de gobierno de Bukele en el que cayó a un 20%. Ahora, el gran negocio es importar.
Pero también se exporta; se exporta hombres y mujeres. Especialmente a Estados Unidos. Más específicamente, 3 millones de emigrantes salvadoreños. Una cifra más que considerable considerando que El Salvador cuenta con una población de 6,314,000. Y estos emigrantes envían dinero a sus familiares. Nada menos que $8,000 millones de dólares anuales, o lo equivalente a un tercio del PBI nacional. Una fuente de ingreso que se ha transformado en crucial para la economía salvadoreña, pero también un factor que incrementa la dependencia del país.
Hay que considerar que la dolarización que experimentó El Salvador fue una maniobra que benefició a la oligarquía importadora. Si bien la ley estableció un sistema bimonetario, en realidad el colón ya no circula como moneda sonante.
Para Flores y Marroquín, detrás de todo esto hay una maniobra bien sofisticada en la que el gobierno, controlado por Nuevas Ideas, facilita un sistema de lavado de dinero. La plataforma oficial creada por el gobierno de Bukele (la billetera digital Chivo Wallet) es poco utilizada para remesas de dólares. Solo 2% a 4% se envían a través de esta plataforma.
Por otro lado, la canasta básica aumentó y el salario mínimo quedó estancado. Con esto se ve claramente, como sugiere Flores, que la política social y económica del gobierno de Bukele es lo opuesto a lo que se vivió en los años del gobierno del FMLN.
Otro tema que los candidatos abordaron fue el de la formidable maquinaria publicitaria del gobierno. Una red que sirve para confundir, a través de un bombardeo propagandístico en las redes sociales que es promovido por Nuevas Ideas y Bukele.
Marroquín, quien reside en Los Ángeles, EE.UU., comentó sobre cómo ha aumentado la preocupación del empresariado salvadoreño residente en EE.UU. por el creciente autoritarismo de El Salvador.
La necesidad del trabajo político clásico
Se recordó que más allá de los grandes temas que debate la nación, también están tópicos específicos que incluyen temáticas relacionadas con la guerra cultural, que por cierto son muy bien manipuladas por la ultra derecha. Temáticas relacionadas con la comunidad LGBTQ+ y el matrimonio igualitario, así como el aborto, que parece que solamente emergen durante las elecciones. Como que no hubiera habido militancia en estas áreas.
Recordaron que previo al arribo del FMLN al Poder Ejecutivo, hubo 18 años consecutivos de un FMLN ya como institución política legal. Y durante esos años contaron con hombres y mujeres con una trayectoria política sólida. Por ello, hay que sumar a figuras semejantes, como por ejemplo a dirigentes indígenas, que son parte de un movimiento con muchas reivindicaciones pendientes.
En líneas generales, se puede afirmar que un gobierno que escucha, es un gobierno que propone y cumple. Que es posible luchar por el derecho a la tierra, al crédito e incluir a un importante segmento de la población que no es católica. Flores recuerda haber sido el promotor del Día Nacional de la Iglesia Evangélica. Es posible la búsqueda de alianzas basadas en temas estructurales de la sociedad salvadoreña. Siempre escuchando a la gente.
Marroquín concluyó insistiendo en el concepto clave de que los derechos se conquistan. Y, obviamente, “un lego no permite armar un mapa”, dijo. Por eso es necesario tener claridad política en los distintos contextos reales de la sociedad. Los derechos no nos van a ser regalados. Werner recordó que tiene conocimientos y experiencia de haber trabajado con sectores marginados y estigmatizados. Apuntó que en el caso de EEUU, en donde trabajó, la estrategia del partido republicano apunta a la fragmentación de la base.
El camino inverso a la fragmentación es salir a buscar una fuerza que se reencuentre con su pueblo. A buscar una estrategia con los sectores marginados de El Salvador. Hay que saber y conocer cómo vive la mayoría de nuestro pueblo.
Observaciones finales
El Salvador sigue encaminado al autoritarismo y hacia una especie de distopía social. Es probable que la campaña presidencial y las elecciones generales de febrero no estén cien por ciento garantizadas. Lo que ocurrió recientemente después de las elecciones presidenciales en Guatemala, puede pasar en El Salvador. Como ocurrió en las elecciones generales de Perú antes de la posesión del presidente electo Pedro Castillo y después del golpe de estado.
Nada está asegurado. Pero la trayectoria política de Flores y Marroquín, las opciones que representan, son aires alentadores en el más que problemático contexto político salvadoreño.