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El Inglañol o Spanglish es inevitable, pero…

El inglañol: inevitable,  pero…

Las  lenguas de los diferentes pueblos del mundo constituyen tal vez la más alta expresión de la civilización y de la cultura humanos, y son organimos vivos que se mueven en el tiempo con un dinamismo infinito.

El castellano que hablaba el héroe nacional español Rodrigo Díaz de Vivar, “El Cid Campeador”,  en el siglo XI, poco se parece al que habló Miguel de Cervantes  500 años después, y el que utilizó el  autor de El Quijote difiere del que hablamos en nuestros días.

Si los idiomas no hubiesen evolucionado los hispanoparlantes de hoy tendríamos que hacer nuestros cuentos  de Pepito en latín ¡Válgame Dios!

Latinos e hispanos

El término latino –hispano no debe ser su sinónimo, pues deja fuera a casi 200 millones de brasileños– viene de la  tribu de los latinos que habitaban la región del Lacio en la península itálica, hace unos 4,000 años. Su fusión con etruscos,  sabinos y otras tribus dio origen a la población en el área donde  fue fundada Roma en el siglo VIII A.C. (¿fueron Rómulo y Remo, o la loba?), ciudad que 700 años después devino corazón del Imperio Romano, o sea, latino.

A propósito, los racistas que nos consideran brutos y vagos, es decir, “inferiores”,  no se han enterado aún de que en el mundo antiguo no hubo un imperio más grande, una cultura más vasta y un mayor desarrollo económico y tecnológico que el latino.

Los romanos fueron el tronco étnico dominante en la península Ibérica, así como en los territorios de las actuales Italia,Francia y Rumania. Hubo mestizaje con los celtas, iberos, galos, dacios, visigodos, gitanos, eslavos, guanches, etc., pero por ser los más desarrollados los romanos impusieron  la cultura y la lengua latinas.

El latín vulgar que hablaba la gente normalmente se  fue mezclando con el habla local de diversificados orígenes,  y surgieron así el francés, castellano, gallego,  portugués,  italiano,  rumano y el romanche, una de las cuatro lenguas de Suiza. El latín culto, sólo utilizado de forma escrita, no evolucionó y hoy es una lengua muerta.

Castilla y España

La hegemonía de Castilla en España en el siglo XV determinó el predominio del castellano –palabra que viene de “castella”, castillo– y su expansión por el Nuevo Mundo. Fue clave la incorporación de unas 3,000 palabras árabes, debido a los 800 años de dominación morisca (hasta 1492). Por ejemplo, albañil, álgebra, alicate, alquiler, alcancía, alacrán, alacena y muchas más. También se asimilaron palabras de los celtas (jamón, cerveza, camino, danza, barril, bachiller), de los germanos (bailar, bandera, jardín, robar, sopa, estribo), etc.

Hago este largo preámbulo porque así se comprende mejor por qué existe lo que llamamos Spanglish, esa  mezcla de inglés con castellano que hace 60 años el linguista Boricua Salvador Tió también denominó Inglañol , término que me parece más apropiado, pues en general se trata de palabras inglesas pronunciadas en español, y no a la inversa.

Pero el Spanglish o Inglañol no es una  lengua, no tiene las reglas y  la gramática propias de un idioma. Y tampoco es un dialecto, como el creole en Haití, una fusión del francés callejero con las lenguas y dialectos de los negros llegados de Africa a esa colonia caribeña.

‘Hay two outs’

Creo además que se debe diferenciar el Spanglish de  países latinoamericanos en los que ha habido una fuerte influencia del inglés, del que se habla en Estados Unidos.

En el primer caso, recuerdo que cuando de joven jugaba beisbol en Cuba todos decíamos:  “Ampaya (umpire), ponte espejuelos, eso fue strike”. Era común que el “catcher” de nuestro equipo nos gritase a todos: “Caballeros, hay two outs”, y hacía una V con el dedo índice y el del medio.  Y nuestros colegas menos ilustrados decían “voy a jugar ‘siol’ , en vez de  ‘short stop’. O también: “Cuco, déjame ‘pitchear’ (lanzar) hoy a mi” . O “qué ‘bound’ (rebote) tan difícil levantó Ramón”, o “Presco, batea un ‘tubey’ (two bases) para que  Mayito llegue hasta ‘home’…”  También  en el interior de la isla se acuñó el término ‘Frigidaire”, como sinónimo de refrigerador, aunque fuese de la Westinghouse.

En mi país se dice “voy a ‘parquear’ el carro en el ‘parqueo’ de enfrente”, del inglés parking, y se habla de ‘cloche’ (clutch), y de ‘yipi’, por el tipo de vehículo Jeep, aunque sea ruso o chino. En Puerto Rico, se oye: “Tengo clases hoy, ‘so’, me voy”. O “dame la key de la casa…”

Estos  ejemplos corresponden a lo que podría llamarse el Spanglish de tipo I : aquel en el que se intercalan palabras inglesas en un coloquio hispano. El de tipo II es  el de la hibridación de vocablos ingleses con castellanos, como “mandatorio”, de mandatory, en vez de obligatorio.

Esta  forma de hablar obviamente nació de una necesidad comunicacional. Sólo hay que ponerse en el lugar de quienes llegan al sur de California desde Latinoamérica, sobre todo de México y Centroamérica,  sin dominar el inglés y sin conocer tampoco a plenitud el castellano.  Lo lógico es que para hacerse entender en español en EE.UU.  fusionen  ambos idiomas e inventen palabras.

Los principales creadores de vocablos y verbos en Inglañol son los descendientes de inmigrantes latinos nacidos en EE.UU., que tienen al inglés como lengua primaria y que en muchos casos no hablan bien el español, o incluso no lo hablan. Son los que más acuden al invento de palabras para utilizarlas en lugar de las castellanas ya existentes, pero que ellos no conocen.

Carpeta, troca, cora

Carpeta”, (de carpet), por ejemplo, indica que se ignora la palabra española alfombra. “Troca”, (de truck) desconoce  camioneta o camión. Oimos decir  “cuora,  o cora”, (quarter, por cuarto de dólar); “forma” ( form, por planilla);  “marketa”, (market, por mercado, supermercado);  “banqueta”  (bank, por orilla o acera); “aplicación” (application, solicitud);  “aseguranza”,  (insurance, seguro); o “mapear”, (mop,  trapear).

Con el uso cotidiano, tales palabras y el intercalar términos ingleses se han incrustado en el habla coloquial hispana en EE.UU., incluso entre quienes dominan con soltura el castellano. Porque que tire la primera piedra el latino que no dice: “mañana tengo un appointment con el médico”. En Miami son miles los que dicen que van a “lunchear” (por almorzar).

Esta mezcolanza linguística es alimentada ahora como nunca por el desarrollo tecnológico. La Internet,  la computación y las comunicaciones nos inundan de términos en inglés que hay que conocer. ¿Puede alguien traducir hacer “click”, “replay”, o “hardware” , y que lo entiendan?. Como el “strike” beisbolístico, que no tiene traducción, en la esfera del cine tenemos el “remake”, y en la fotografía el “hacer un ‘zoom” (acercar un objetivo con un lente de aumento) sin que haya una traducción potable hasta la fecha.

‘Enflacar’

Sin embargo, hay palabras inventadas que nada tienen que ver con el  Inglañol, pues no son derivadas del inglés. Me hiere el oído escuchar: “María ha ‘enflacado’ mucho”, como he oído en la cadena Univisión de TV. O que “el juez ‘inocentó’ a Juan”, en vez de lo declaró inocente. O que  “Carmen le ‘externó’ a Pedro su preocupación…”. O “hay muchos ‘fuereños’, (extranjeros o forasteros).

En cuanto al futuro del Inglañol, como no soy linguista me permito ser osado: la práctica de intercalar palabras inglesas vivirá per secula seculorum. No le auguro tan larga vida al invento innecesario de palabras, pues es de esperar que vaya aumentando el nivel educacional de los inmigrantes y sus descendientes.

Y a la barbarie linguística tipo “enflacar”, que corroe como el comején a nuestra bella y rica lengua castellana , debemos combatirla.

Publicado originalmente en HispanicLA, el 19 de abril de 2010. 

 

Autor

  • Roberto alvarez quinones

    Roberto Alvarez Quiñones (1941), periodista, economista y licenciado en Historia cubano residente en California, con 40 años de experiencia como columnista en el área económica, primero en Cuba en el periódico “Granma” (1968-1995), y simultáneamente en la Televisión Cubana, donde fue comentarista de economía internacional, desde 1982 a 1992. Profesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana desde 1982 a 1992. Llegó a EEUU en 1995, y en 1996 comenzó a trabajar en el diario “La Opinión” de Los Angeles, donde fue editor y columnista de las secciones de Negocios, Latinoamérica, El Mundo, y el suplemento “Tu Casa” (bienes raíces), hasta 2008. Actualmente es analista económico de Telemundo (TV), y escribe columnas y artículos para varios medios en español de EEUU y España. Es autor de 6 libros, 4 publicados en La Habana y 2 en Caracas, Venezuela. Ha recibido 11 premios de periodismo.

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