Hablando del spanglish, el idish tuvo una presencia intensa en mi niñez. Es, ya sabes, el cocoliche, la jerga, el híbrido, parte alemán, parte hebreo, parte lo que esté a mano, hablado en el siglo pasado y el antepasado por los judíos de Europa y después, Estados Unidos, Argentina… Su historia se remonta al siglo XIII.
Fue el idish, antes del inglés o el hebreo, el primer idioma extranjero que aprendí. En 1957, a los cuatro años, en la escuela Itzjok Leibush Peretz de la calle Boulogne Sur-Mer de Buenos Aires.
Iba caminando las ocho o nueve cuadras desde la casa de mis abuelos en Uriburu y Corrientes. No, no era peligroso, o al menos yo no sabía que lo era. A la salida me venía a buscar mi abuela y un viejo que vendía pirulines envueltos en celofán también esperaba la salida de los niños. Era ya tarde.
En el año dos mil, cuando regresé a Buenos Aires por primera vez en treinta años, visité la escuela con mi hijo Uri. Estaba clausurada y defendida por barricadas de cemento para prevenir un ataque terrorista. Un policía joven montaba guardia. Le conté que en esa escuela había aprendido idish y algunas canciones y él me dijo que ya nadie venía por ahí.
La escuela es una memoria distante y oscura. Total, al idish nunca lo hablé más allá de balbuceos incoherentes. Pero pienso que recuerdo algunas palabras, costumbres, chistes, mi manera de ser y la memoria de la directora de la escuela que cada tarde se despedía de todos los alumnos – unos trescientos – con un beso de bobe (abuela) en la mejilla y que falleció al año siguiente.
Y el idish lo hablaban mis abuelos, además del castellano en el que mi abuela escribía poemas.
En idish, les era más fácil reírse.
Idish en inglés
Es un hechizo del alemán, el hebreo, el lenguaje vernáculo, escrito en letras hebreas. Contrariamente a éste, lleva vocales.
Cuando se pronuncia en idish una palabra en hebreo su pronunciación cambia dramáticamente. En vez del hebreo mazál tov, dicen ¡mázeltov! así, con voz estentórea. Y mishpoje, por la palabra hebrea mishpajá, es familia. Shabbes es shabat, el sábado, pero no como calendario sino como la jornada más importante.
De alguna manera las mismas palabras en idish suenan diferente según el lugar dónde se enuncien: Buenos Aires o aquí, en Los Ángeles. En la Argentina, sonaba como el lunfardo porteño, solo que más cerrado. Aquí es como el inglés de New England.
Pero el idish, ya no lo habla casi nadie.
El idish se desarrolló en la Europa de 1800 y Estados Unidos de principios del siglo 20, convirtiéndose en un lenguaje con una literatura digna, con escritores como Isaac Bashevis Singer y Shmuel Iosef Agnón, ambos premios Nóbel.
Y mejor que ellos, para mí, el cuentista Sholem Aleijem. Ese era un seudónimo. Es el saludo tradicional: «la paz sea con vosotros». Pero él se llamaba Solomon Naumovich Rabinovich. Sí. Nació en Ucrania, en la zona de donde vinieron mis antepasados, y murió en Nueva York en 1916.
Ah, y muchos poetas, como Itzjak Katzenelson, asesinado en Auschwitz por los nazis en 1944, o Peretz Markish, asesinado por Stalin en 1952. Sus muertes fueron paralelas a la agonía del idish.
Aquí, en «America», que es Estados Unidos, muchas palabras del idish se incorporaron al vernacular, el lenguaje diario: chutzpah quiere decir audacia. O impertinencia. Bagel es ese pancito con un hoyo en el medio. Kvetch, que en idish es comprimir, lo usamos aquí para designar a alguien que se queja y se queja todo el tiempo. ¿Conocen?
En cambio, el español de la Argentina no adquirió esos idishismos. El lunfardo argentino prefiere siempre el italiano. Y a un judío todavía le pueden llamar «rusito» o un «moishe«, que, eso sí, es Moisés en idish.
La poesía idish es exquisita, llena de sonidos guturales, hondas emociones y música. Hablar el idish o leerlo, en público, implica contorsionar todo el cuerpo, gesticular y levantar la voz, lo que es natural viniendo de un idioma que se habla con las manos. ¿Y los chistes?
Y ahora, un chiste de Sigmund Freud
La expresión del idish es compacta e intensa.
En idish y en inglés, Tzures son problemas de la vida, el troubles inglés.
Un shlemazel es un tipo sin suerte. El shlomiel es torpe, tontito, aunque bondadoso. Sheine meidele era mi hermana Viviana, niña hermosa, antes de que la doblegara la enfermedad. Gurnisht significa «nada», pero gurnisht mit gurnisht es mucho más que «nada de nada». Es una descripción exacta de la triste suma de los esfuerzos de una vida…
El idish no está conectado con ninguna tierra, patria, país o estado, y fue casi aniquilado por el holocausto nazi.
Pero también por el establecimiento del estado de Israel en 1948 y la declaración del hebreo como lengua nacional. Y también por el avance social de los judíos y su integración e identificación con los países donde viven. Por donde se lo mire el idish es una lengua muerta, y se la encuentra solamente entre aquellas comunidades ultra religiosas para las que el hebreo es un idioma sagrado que se debe usar solamente para la plegaria, la liturgia.
El código secreto
Y pensar que lo hablaban entre sí habitualmente mis abuelos y hasta mi madre. Setenta años atrás, fue el lenguaje que usaban en sus conversaciones diarias. Especialmente, si yo estaba cerca y no querían que entendiese. Era entonces su código.
Mi abuelo fue el primer periodista de la familia, el jujem, el sabio. Trabajó en el diario en idish Die Presse de Buenos Aires, y mi abuela Ana mi bobe,.
Su madre a su vez, que murió a los 100, era la bobe Basie (Batia, en hebreo). Mi otra abuela era Rive, por Rivka o Rebeca. Todas ellas y mi madre Ilana (Elena), que dejó el idish para convertirse en profesora de literatura hispana, serán para siempre mis idishe mame, algo que significa mucho, mucho más que una madre judía.
Hay que preguntarle por el significado de idishe mame a Sigmund Schlomo Freud, que después de todo, tuvo una.
Y mis abuelos eran mis zeide y mi abuela Ana mi bobe, mi abuela paterna, la balebuste y berie (ama de casa por excelencia) era la bobe Rive y mi bisabuela la bobe Basie. Y todas ellas y mi madre que abandonó el idish para ser una profesora de literatura en español, fueron y serán siempre mein idishe mame.
Eso es mucho más que madre judía. Es un término como para preguntarle a Sigmund Shlomo Freud, que también tuvo la suya).
El idish era diferente en cada país, porque recogía de él un porcentaje de sus palabras.
Oy vey spanglish
¿Podrá el spanglish ser algo así o es solamente un «habla de transición», que «se van modificando para acercarse al modelo de lengua que les da sustento al compás del progreso cultural del hablante» (gracias Ricardo Feierstein)?
¿Podrá separarse del español y el inglés, de manera tal que alguien HABLE en Spanglish? ¿Podría haber una escuela de Spanglish? ¿Un curso? ¿Reglas? ¿Una Academia? Porque hoy, hablamos uno u otro idioma e intercalamos palabras, sea en el otro, sea en Spanglish. ¿Hay, o habrá literatura Spanglish? Hablo más allá de la versión de Ilan Stavans del Quijote; hablo de creaciones que germinaron del Spanglish y se generaron en éste. Y, ¿se puede entender una obra en Spanglish del Bronx en el sur de Los Angeles?
Chiste sobre la suegra…
No lo sé. Mi oficio de escritor y editor (para ganarme la vida, mi parnusse, para tener guelt, dinero, asociado al inglés guilt) me llevan a repeler la mezcla de idiomas, en cualquiera de los tres en los que hablo con mis hijos: hebreo con el mayor; español con el segundo e inglés con los dos más jóvenes. Todos ellos me dan muchísimo najes, que en idish es a la vez un gusto cotidiano y profundo, precisamente como el que generan los hijos de uno, los kinderlaj.
Escribir en Spanglish es para quien en lugar de aferrarse a cada idioma a la vez como yo, salta mientras escribe de uno a otro, los visita, ama a ambos y los cultiva.
Que el Spanglish fecunda es innegable. Crece donde crece el pueblo. Envía nuevos vocablos desde las fronteras, y cuando los inmigrantes retornan a sus lugares llevan con ellos semillas de las palabras asimiladas, que germinan allí donde han vuelto.
Conozcamos más, en este sentido, al Spanglish: es una condición para poder amarlo.
De la misma manera con que aquí, en este texto que acabas de leer, yo amo al idish.
Publicado originalmente aquí, en Hispanic L.A. en 2010.