Mucha gente tiene diferentes perspectivas acerca de todo lo que pasa en el mundo.
Pero las que más importan son las de nuestras acciones.
La perspectiva de Andrés Manuel López Obrador, el actual presidente de México, se hizo muy clara, al exigir al Rey de España Felipe VI que le pida perdón a todos los pueblos originarios que los españoles conquistaron, torturaron y esclavizaron desde la llegada de Cristóbal Colón en 1492 hasta la de Hernán Cortés en 1521 y los demás conquistadores que les siguieron.
La opinión del Rey de España se hizo clara cuando no contestaba a la carta que le había enviado AMLO. El silencio del Rey duró muchos días. Tampoco respondió el gobierno de España.
Cuando la demanda se hizo pública, Felipe VI tuvo que reaccionar. La respuesta del Rey Felipe VI fue que él no era responsable de los actos de sus antepasados. Y eso es cierto. Pero lo que no es cierto, es que ya no tengan las mismas creencias que los conquistadores.
Una de esas creencias es el racismo que los llevó a conquistar. Su pensamiento es que hay diferentes niveles de personas, y unas son superiores a otras por el color de su piel.
Los ingleses también tenían estas creencias racistas. Más adelante las asumió el gobierno de Estados Unidos cuya constitución inicial decía que cada esclavo negro valía 3/5 partes de lo que valía una persona blanca. Y los nativoamericanos eran considerados aún menos que los esclavos negros.
En mi opinión, AMLO no debió haberle exigido directamente al gobierno de España que les pida perdón a los pueblos originarios de México, porque AMLO, además de ser parte indígena, es también parte español. Sus propios antepasados españoles pudieron tener algo que ver con estas injusticias de la conquista.
Pero el Rey de España sí debería pedirles perdón a los indígenas de México porque ellos siguen teniendo estos pensamientos racistas. Y aunque AMLO sea parte español, como yo, no tiene estos pensamientos racistas.
La pregunta sigue siendo si este pedido de perdón, si se produjera, podría cambiar la idea del racismo que existe en España, en México, en Estados Unidos, en Inglaterra y en muchas otras partes del mundo. Podría ser una idea revolucionaria en la historia que todo el mundo crea que todos somos iguales.
Sólo porque alguna gente en Estados Unidos ‒que viene de diferentes partes del mundo como mis padres‒, tenga ciudadanía, no significa que el racismo no los afecte. A mis padres se les ha hecho difícil encontrar trabajo porque mi madre es de México y mi padre es de Argentina. Pero han luchado contra el racismo y han encontrado una muy buena vida para ellos y para mí.
Pero eso no significa que a otros inmigrantes estas crueldades no los afecten. Mucha gente que está cruzando la frontera ha sido abusada y a veces hasta asesinada. Yo creo que cualquier persona debería poder ir a cualquier lugar del mundo no importa de donde sean y a donde quieran ir.
Si la naturaleza quisiera que todos estuviéramos separados, entonces ¿por qué nos creó como una sola especie? Uno de mis grandes deseos es que un día todo el mundo pueda estar en unidad y que todo este racismo y crueldad pare. Porque todos somos humanos y merecemos lo mismo: disfrutar de la vida porque sólo la tenemos una vez.
Mia Ruffino es una niña de 9 años. Está cursando el 4º año de primaria. Le gusta escribir de todo, especialmente poesía, cuentos, novelas épicas y artículos periodísticos. Le encantan los libros clásicos y uno de sus libros favoritos es Mujercitas, la novela original de Louisa May Alcott de 1868. Tiene un perro pastor alemán que adora y se llama Chaplin. Y quiere hacer una diferencia en el mundo algún día.