Restan menos de 100 días para las elecciones presidenciales y siento como si estuviéramos en la segunda mitad de la novena entrada de un juego de béisbol sin definir. Para citar al legendario cronista deportivo, Buck Canel, “no se vayan porque esto se pone bueno”.
Biden versus Trump
Si nos dejáramos llevar por los diversos sondeos de opinión, el virtual nominado presidencial demócrata, Joe Biden, tiene razones para celebrar, pues aventaja al presidente Donald Trump incluso en algunos estados “rojos” o republicanos y en estados competitivos, y los electores lo favorecen en una serie de rubros, incluyendo en el manejo de la pandemia del Covid-19 donde Trump ha fracasado estrepitosamente.
Sin embargo, la historia nos ha demostrado que el único sondeo que importa es el día de la votación, el 3 de noviembre, porque si la gente no sale a votar en las cifras requeridas podemos acostarnos el 3 o amanecer el 4 de noviembre con una repetición del 2016, cuando Trump ganó el Colegio Electoral, aunque perdió el voto popular ante la demócrata Hillary Clinton.
La sola idea de pensar en otros cuatro años de Trump en la presidencia no solo debe provocarle escalofríos y pesadillas a sus opositores, sino que debería ser razón suficiente para una movilización sin precedentes a nivel nacional.
La interrogante es si ese será el caso.
Al menos en las redes sociales ese parece ser el caso, pues incluso republicanos desafectos se han movilizado para garantizar que Trump se convierta en presidente de un solo mandato. Pero la prueba de fuego sigue siendo el día de la elección.
Encuestas y noviembre
El más reciente sondeo de CNN coloca a Trump en aprietos en tres estados clave que ganó en 2016: Arizona, Florida y Michigan. En este último la ventaja de Biden sobre Trump es de 12 puntos porcentuales: 52% Biden, 40% Trump.
El presidente es particularmente desfavorecido por su mal manejo de la crisis de salud por la pandemia, que ha cobrado alrededor de 150,000 vidas en Estados Unidos, así como su manejo de las relaciones raciales en el país. Todavía, a pesar de todo, Trump aventaja en el tema de la economía, pese al índice de desempleo y la crisis económica generada también por la pandemia, que en dos de esos estados, Arizona y Florida, ha generado una severa ola de contagios y muertes.
De manera que la pandemia está operando en contra de Trump, pero tampoco puede pasarse por alto lo que un pobre desempeño del presidente en las urnas puede generar en él y en sus seguidores. No hay que olvidar que como en 2016 puede haber “mano rusa” en manipular el proceso. Trump también puede declarar que ha sido víctima de “fraude”, como había comenzado a hacer en 2016 antes de percartarse de que había ganado el Colegio Electoral. Y como sigue haciendo al declarar que la votación por correo es sinónimo de “fraude”, aunque él y muchos de sus funcionarios hayan votado por correo repetidamente. Lo que es peor, no podemos descartar el potencial de violencia si los resultados electorales no son del agrado de los fanáticos de Trump.
Por eso es tan importante un resultado contundente que no deje lugar a dudas o a falsos reclamos de “fraude”.
Cambio o desastre
La pandemia ha puesto a prueba todo y las elecciones por venir no son una excepción. Las organizaciones cívicas encargadas de registrar y movilizar votantes tienen una titánica labor por delante. La campaña del retador, Biden, también tiene una seria responsabilidad de asegurarse que todos los sectores de votantes, en especial las minorías, salgan a votar. Y como individuos también tenemos una enorme responsabilidad para garantizar un cambio si pensamos que los pasados casi cuatro años de la presidencia de Trump han constituido un ataque a las minorías, las mujeres, los inmigrantes, incluyendo niños migrantes, la Constitución, la democracia estadounidense y al alma de esta nación.
Esta elección definirá si se le pone un alto a Trump o si se le dan otros cuatro años para que acabe de hacer trizas al país.
Para citar a otro grande, el músico, actor, activista y político panameño Rubén Blades, en la canción donde inmortaliza a Buck Canel, “segunda mitad del noveno, aquí se decide el juego y no podemos perder”.