Para Donald Trump y cada vez más, para el partido Republicano, los demócratas no tienen derecho a ganar elecciones. Específicamente, en cualquier contienda disputada en los comicios nacionales del 5 de noviembre.
Han pasado a creer ellos mismos, o a simular que las creen, sus propias acusaciones de que si los demócratas (o para el caso, cualquier candidato que no sea el propio y que no rinda pleitesía al Presidente) ganan los comicios, se crea un peligro mortal.
‘Haga patria’
En esas condiciones impedir por todos los medios, legales o ilegales, que el “enemigo” llegue al poder, es un acto patriótico. Es la consecuencia inescapable.
Esto hace que para estas fuerzas, impedir la derrota en las urnas es siempre justificado.
Todo lo cual azuza y magnifica Trump, la personificación de la corrupción y la amenaza de enfrentamiento civil violento en Estados Unidos.
En momentos de escribirse esto, una semana después de las elecciones nacionales de medio término, Trump y sus imitadores finalmente reaccionaron a la llamada “ola azul” de victorias demócratas en las contiendas para el Senado y la Cámara Baja.
Su reacción consiste en tratar de deslegitimar las elecciones donde están perdiendo. De demonizar a candidatos rivales así como funcionarios electorales allí donde no se les conceda la victoria.
Ahora coordinan, organizan y disciplinan su acción.
Iba a haber violencia
Antes de las elecciones cundía el temor de que las huestes de Trump generarían en el día de la votación actos de violencia y supresión de voto, como hacer llamadas a las autoridades anunciando bombas en centros de votación, o atacar directamente a grupos de votantes de minorías. U otros tipos de intimidación.
Afortunadamente no se cumplieron esos temores. Al menos no en su magnitud potencial.
Los que ahora circulan calculan que en los 50 días que faltan hasta que se convoque el Congreso 117, el 3 de enero, con su nueva mayoría demócrata, los republicanos harán todo lo posible para anular los resultados de la elección. Quizás sea un temor infundado y exagerado.
Ahora, se siguen contando los votos en una docena de contiendas en todo el país. Allí donde los demócratas llevan la delantera, los republicanos denuncian fraude y actos criminales.
Cuidado con el fuego
Estos políticos deben saber que el juego que juegan es sumamente peligroso. Los seguidores de Trump podrían creer literalmente sus acusaciones de que los demócratas efectivamente “robaron el voto” y cometer actos de violencia que generarían una crisis irreversible.
De la misma manera que la falsa caracterización de la prensa por Trump como «el verdadero enemigo del pueblo» ya ha generado amenazas telefónicas, por medios sociales y en pequeñas manifestaciones frente a oficinas de prensa.
El público que votó por Trump ha perdido gran parte de su capacidad de tomar decisiones dictadas por el sentido común. Lo reemplazan el sentido de rebaño, la rabia y el odio contra quien perciben como el enemigo.
Esto significa que en los comicios nacionales de 2020, cuando Trump mismo se postulará a la reelección, podría ser peor. Mucho peor.