Más allá de nacionalidad, raza, idioma, el común denominador de hombres y mujeres y niños que desde remotas regiones arriban a la frontera méxico-estadounidense con un bulto al hombro, es la esperanza. La esperanza de una vida mejor.
Vienen escapando miseria económica, desastres naturales, pandillas criminales, brutalidad policial, persecución política.
A veces caminando por desiertos desolados; otras, cruzando vastos territorios en carros, trenes, autobuses. Arriban con sus pocas pertenencias a una frontera en la que lo primero que ven, en esa geografía de esperanza y miseria, es el imponente muro erigido en esa línea imaginaria que divide dos universos.
El muro
Muro en Playas de Tijuana. FOTO: Francisco LozanoLos muros pueden servir como barreras para protegernos de peligros, pero también pueden ser utilizados para dividirnos.
En su poema La Muralla, el cubano Nicolás Guillén critica los muros construidos por aquellos que emponzoñan con su intolerancia.
“Al corazón del amigo, / abre la muralla; / al veneno y al puñal, / cierra la muralla; / al mirto y la hierbabuena, / abre la muralla; / al diente de la serpiente, / cierra la muralla; / al ruiseñor en la flor, / abre la muralla…”
El muro es impenetrable. Algunos llegan, lo tocan, deslizan sus dedos a lo largo del metal, reconociéndolo, confirmando la naturaleza infranqueable de la bestia.
Un albergue
La concentración de miles de migrantes latinoamericanos, caribeños y de otros rincones del planeta, que en el lado mexicano sobreviven en condiciones más que precarias, ha atraído a organizaciones gubernamentales y no gubernamentales con una misión humanitaria.
En Playas de Tijuana, Esperanza Lozano, coordinadora del albergue Templo Embajadores de Jesús, trata hasta lo imposible para ayudar a quienes llegan a este refugio a esperar (una eterna espera cargada de incertidumbre) que en los centros de poder político, en Washington, DC, se resuelva el impasse legal que los mantiene de ese lado de la frontera sin poder ejercer el derecho a peticionar asilo.
Migrantes
Vienen de numerosos estados de México; de Honduras y Guatemala; los hay de Venezuela, Haití, Ecuador, Cuba y hasta Rusia.
Cada una, cada uno, tiene una historia, un pasado, y, ahora, quieren comenzar un nuevo capítulo. Pero antes tienen que cruzar. Están cerca, pero no están cerca. Les hablan de confusas regulaciones como el Título 42, el TPS, sobre el asilo y les dicen que no hay otra alternativa que esperar. Y entonces el albergue les abre las puertas. Después, más allá, más allá del albergue, del muro, todavía está el sueño.
Ese es el sueño de Reyna, 37 años, originaria de Honduras, con sus hijas de 7 y 2 que espera pacientemente en el albergue. La niña, mira a la cámara con dulzura. La madre parece cansada. Un rostro de resignación, aceptación. Tal vez ya consciente de los imposibles que confronta. Y la más pequeñita, ausente, en otro mundo, está distraída por lo que parece un celular que proyecta una luminosidad esperanzadora.
Reyna, originaria de Honduras con sus hijas. FOTO: Francisco Lozano
Y es el sueño de tantos otros, miles, decenas de miles… de Magali y Angelina.
Magdalí, de 29 años, y su niña de uno. FOTO: Francisco Lozano
Angelina, 32, y su niña de 10 meses. FOTO: Francisco Lozano
Sueño truncado
Algunos tienen éxito y llegan, cruzan, penetran en el vientre de la nación estadounidense que a lo largo de los siglos se ha nutrido de sangre nueva. Sangre que la rejuvenece, la hace crecer, aceita las máquinas de su industrias, ablanda la tierra de sus campos. Pero a veces los sueños no se cumplen y, a pesar de tantos proyectos y planificación, los castillos de cristal caen hechos trizas.
Leyes que limitan posibilidades, el muro impenetrable, el desierto que desorienta, el océano interminable.
Y en ese 9 de noviembre de 2022, miembros de la patrulla fronteriza reconocen el cadáver de un inmigrante ruso que intentó llegar, tal vez desesperado, nadando las aguas del Pacífico.
¿Quién es? ¿Nombre? ¿Por qué venía? ¿Escapaba de la guerra, la miseria? ¿Tenía hijos, hijas? ¿Madre, abuelo, amigos? ¿Hay alguien que está pensando en él? ¿Alguna vez sabrán su destino?
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El contenido de este artículo incluye fotografías de Francisco Lozano a quien Hispanic LA le encomendó una visita a la frontera méxico-estadounidense el 9 de noviembre de 2022.
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California, administrados por la Biblioteca del Estado de California y el Latino Media Collaborative.