Una de las armas más poderosas para combatir la intolerancia es la educación. Y, a veces, educar significa utilizar medios no convencionales para transmitir el mensaje.
El Sikh Motorcycle Club USA, un club de motociclistas sijes de Stockton, California, organizó meses atrás un viaje en motocicletas que los llevaría desde California, a través de Arizona, Colorado, Kansas, Iowa, hasta su destino final, Wisconsin. El objetivo era educar sobre la cultura y tradiciones sij.
Los sijes, unos 100,000 en California, son una religión monoteísta originalmente de Punjab, India, fundada por Guru Nanak en el siglo XV con principios que enfatizan la igualdad, la justicia social y el trabajo comunitario. No beben alcohol ni comen carne y los hombres se caracterizan por el uso de largas cabelleras y turbantes. Una tradición que motiva a que algunos los confundan con musulmanes y que ha generado un considerable número de agresiones raciales especialmente después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Fue casualmente cuatro días después de Septiembre 11 que el sij Balbir Singh Sodhi, de 49 años, estaba plantando flores alrededor de su negocio en Meza, Arizona, cuando un hombre, que creyó que Balbir era musulmán, lo asesinó.
Balbir había emigrado a Estados Unidos en 1989 y, tras trabajar como ingeniero en Hewlett-Packard, logró ahorrar lo suficiente para abrir su negocio en Mesa, Arizona. Irónicamente, las flores que el sij estaba plantando eran en homenaje a las víctimas del 11 de Septiembre.
De acuerdo a la Sikh Coalition, en los treinta días posteriores al ataque terrorista en Nueva York y Washington, se documentó alrededor de 300 incidentes raciales contra sijes.
Las agresiones continuaron y el 5 de agosto de 2012, un veterano del ejército con ideas de supremacía racial, atacó un templo sij en Oak Creek, un suburbio de Milwaukee, en Wisconsin, y asesinó a siete personas.
Con el arribo del presidente Donald Trump y su retórica xenofóbica, además de la prohibición del ingreso de viajeros provenientes de varios países musulmanes, los crímenes y los incidentes de odio contra comunidades minoritarias como los sijes se incrementaron.
Reportes del FBI indican que los crímenes de odio contra sijes, entre 2020 y 2021, crecieron nada menos que un 140%. Lo que claramente indica que los sijes son una de las comunidades culturales más perseguidas en Estados Unidos.
El destino de los motociclistas era Oak Creek, Wisconsin. En esas 2,700 millas de su viaje llevaban un mensaje de armonía que se podía leer en un gran cartel en el camión que acompañaba a los motociclistas. El cartel decía “Nadie es mi Enemigo”.
En Oak Creek, en las márgenes del Lago Michigan, los sijes querían homenajear a las víctimas de la masacre de 2012. Una masacre que dejó una huella imposible de borrar y que recuerda la importancia de educar sobre los peligros de la intolerancia. Peligros que pueden lastimar a cualquier grupo minoritario y, al mismo tiempo, corromper el tejido social que nos une.
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.