Una vez más y por segunda vez en menos de 18 meses en el cargo, los esfuerzos para destituir a George Gascón, el fiscal del condado de Los Ángeles fallaron. Estos esfuerzos de destitución deben de limitarse, de lo contrario se vuelven antidemocráticos.
Fracasaron
Esta semana, el Registro del Votante del condado de Los Ángeles anunció que el segundo movimiento para destituir a George Gascón no había conseguido las 566,857 firmas requeridas para llevar el caso a las urnas en noviembre de 2022.
Este esfuerzo no se logró, a pesar de que se invirtieron alrededor de $8 millones en la campaña, dinero que permitió tener gente para recolectar firmas en un gran número de lugares en el condado; además de permitir enviar por correo 3.6 millones de cartas listas para firmar, pero que al parecer la mayoría de los angelinos decidió ignorar.
Recordemos que este esfuerzo es el segundo en menos de 18 meses desde que Gascón llegó al poder, lo que inmediatamente pone en tela de juicio las intenciones.
El saber que los esfuerzos iniciaron desde el primer día que Gascón hizo su juramento, quiere decir que las intenciones son meramente políticas o tienen otro objetivo, pero nada que ver con la seguridad de la gente como se dijo desde el inicio.
En ese punto ya está la manipulación y, por consiguiente, están mintiendo y le están siendo deshonestos al electorado, algo que vale la pena no olvidar.
Dinero y malos objetivos
Si bien en el primer esfuerzo no se pudo convencer a la gente de firmar la petición de destitución, el segundo intento fue respaldado por bastante dinero de personas con un interés político. Pero aun así, no se pudieron conseguir los objetivos.
Esto nos debería decir mucho. A la gente no le interesa, no quiere o simplemente quiere que se respete la democracia y que dejen trabajar a Gascón, por lo menos el tiempo suficiente para ver el resultado de sus medidas. Pero el hecho de haber empezado dos campañas en los primeros 18 meses de trabajo del funcionario, debería de ser suficiente para entender que este no es un esfuerzo legítimo.
Recordemos que contra el gobernador Gavin Newsom se hicieron cinco intentos de destitución en los primeros tres años, para finalmente lograr que los esfuerzos se fueran a las urnas en septiembre de 2021, una acción a través de la que finalmente el 61% de los californianos reafirmaron y respaldaron al gobernador.
Intentos antidemocráticos
El problema de todo este esfuerzo es que se gastaron del erario alrededor de 300 millones de dólares para organizar las elecciones, dinero que muy bien podía ser utilizado para mejorar la salud en tiempos de pandemia, apoyos a pequeños negocios y a esfuerzos educativos, entre otros temas.
En este sentido, el esfuerzo de destitución termina afectando los intereses de la mayoría de los californianos que votaron en 2018 por el gobernador, ese es uno de los problemas.
Esto no quiere decir que tengamos que eliminar la opción de destitución, por ningún motivo; pero lo que sí se debe hacer es limitar esos esfuerzos posiblemente a dos opciones para destituir a un funcionario que, según un grupo, no hace su trabajo o lo está haciendo mal.
Desafortunadamente, ese ejercicio democrático de tener la opción de destituir a un funcionario es utilizado por grupos de interés. En el caso de Newsom y Gascón, los grupos conservadores republicanos —en muchos casos extremistas, y entre los que había gente que apoyaba a Donald Trump— estuvieron involucrados en ambos esfuerzos.
No más de dos veces
Estoy de acuerdo que tengan esa opción, pero no podemos permitir que, por tener dinero, puedan intentar y ejercer ese derecho una y otra vez hasta lograr su objetivo. Eso ya no es democracia.
El permitir que un grupo con dinero y con cierta agenda política intente en este caso destituir a Gascón y revertir la decisión que la mayoría de la gente tomó en una elección general —otro ejercicio democrático con el que todos estamos comprometidos— no es democracia; más bien se convierte en una amenaza a la democracia, pues lo que se busca es cambiar la decisión de la mayoría de la gente, para beneficio de unos cuantos.
Es por eso que es importante mantener ese ejercicio democrático, pero limitarlo a no más de dos opciones. Estoy seguro de que si los esfuerzos son legítimos, con una opción será suficiente; pero si no lo son, se necesitarán, como en el caso de Newsom, hasta cinco intentos o más para revertir un resultado que fue ganado en las urnas.
En el peor de los casos, se debería establecer un lapso de un año entre esfuerzo y esfuerzo de destitución para no hacer de este ejercicio democrático una herramienta exclusiva de grupos de poder, que se rehúsan a respetar la decisión de la mayoría.
Por eso subrayo que tenemos que aprender a proteger las decisiones emanadas de una democracia. Y esta, creo, sería una de ellas.