Este fue un Día de Acción de Gracias diferente. Especial. Mi esposa Cecilia estaba en el vuelo 2477, en el cielo de algún país latinoamericano. Iba camino a visitar a su padre Nacho Davicco en nuestra Argentina natal. Yo estaba en Washington, DC, en casa de mi hijo Jonathan. Aparte de la cena del pavo tradicional, fui a participar de la filmación de un mini documental sobre mi experiencia como prisionero político en la Argentina de la década de 1970. Una temática que parece que ha determinado gran parte de mi vida.
La cena en lo de Jonathan
La cena tuvo lugar en la casona de los grandes ventanales de Jonathan, en Dupont Circle. Un barrio en el noroeste de Washington en el que se mezclan las residencias de jóvenes profesionales con las mansiones de numerosas embajadas. Incluyendo, a dos cuadras, la de la República Argentina con su bandera celeste y blanca flameando en la esquina de New Hampshire Avenue y Q Street.
Aparte de Jonathan, entre los invitados estaban su novia y su tía abuela Katerina Porter. Mev Porter, mi ex esposa, madre de mi hijo y componente fundamental del documental, no pudo asistir porque la acababan de operar y se estaba recuperando. De todos modos, planificamos ir a verla al día siguiente con el equipo de filmación y con una bandeja con porciones de pavo y otras delicias.
El documental
El documental es producido por Amnistía Internacional y el director es Fabio Basone quien está a cargo del departamento audiovisual del Secretariado Internacional de Amnistía. Aunque es bastante joven, tiene una extensa trayectoria dirigiendo documentales con la BBC. Entre ellas, uno que se centró en la epidemia del ébola en Africa en donde, en condiciones de extremo riesgo, trabajó con un equipo de Médicos sin Fronteras.
El día anterior nos habíamos encontrado en la librería Second Story Books, en P y 20th Street, en donde filmamos parte de mi historia entre todos esos libros antiguos, la gente que nos miraba con curiosidad y una cita de Jorge Luis Borges en la pared que decía “siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”. Después de tres horas en las que volví a los años del terrorismo de estado en Argentina, quedamos en que la filmación continuaría el día siguiente en la casa de Jonathan donde estaba planeada la cena del Día de Gracias.
La historia de Mev, Amnistía y un prisionero político
El documental es sobre la historia de una joven estadounidense, Mev Porter, que está haciendo su doctorado en la Universidad de Texas, en Austin. En 1977 viaja a Londres a visitar a sus tíos Katerina e Ivor Porter. El tío, un héroe de la Segunda Guerra Mundial y ex embajador británico, le aconseja que si quiere hacer una contribución substancial a ayudar a otros, tal vez debería considerar hacerse miembro de una organización como Amnistía Internacional.
Y eso es exactamente lo que Mev decidió hacer sin sospechar cómo esto cambiaría su vida. Un cambio que comienza meses después, cuando a su grupo en Austin le asignan el caso de un prisionero político argentino, llamado Néstor Fantini, que había sido adoptado como Prisionero de Conciencia por el Secretariado Internacional de Amnistía en Londres.
En gran medida, el documental es sobre el invaluable trabajo de Mev con Amnistía Internacional y cómo esto produjo resultados que tal vez contribuyeron a mejorar las condiciones de mi encierro, mi libertad en 1979 y, finalmente, el exilio en América del Norte.
La familia
También es sobre cómo, en Toronto y después en California, formamos una familia que se completó con la llegada de nuestro hijo Jonathan, quien se transformó en el centro de nuestros universos. Un hijo que siguió la tradición y la ética política de la familia que, con el tiempo, lo llevaron a espacios que nunca imaginamos posible y que algunos llaman el Sueño Americano. Porque sino ¿cómo se explica que el hijo de un inmigrante de primera generación que llegó con sólo $150 en sus bolsillos y una valija prestada, se gradúe de Harvard y aporte su granito de arena en el Congreso Nacional y después en la Casa Blanca durante la Administración Obama? Siempre orientado y promoviendo esos valores y esa visión democrática que nos define.
La cena
El pavo casi termina en fracaso. A los minutos de comenzar, el horno de pronto se apagó. Parecía imposible que pudiéramos resolver la mini crisis. ¿Qué hacer? Cortamos la electricidad de toda la casa. La restauramos. Manipulamos todas las perillas y accesorios que encontramos en la cocina y el horno. Casi dándonos por vencido, llamamos a Whole Foods y estábamos listos para salir a comprar algo. Hasta que de súbito, no-sé-cómo, todo se arregló y la cocina volvió a revivir, el proyecto culinario siguió en pie y el pavo continuó bronceándose.
A las cinco y media ya estaba todo listo. La mesa servida. Katerina esperando en la sala. Leena ayudando a terminar de arreglar algunos platillos. Jonathan moviendo sillas. Cuando el timbre sonó. Por supuesto, era Fabio que llegaba con su equipo de filmación a cerrar un círculo que había empezado en Córdoba y en Austin tantas décadas atrás.