Desde el estreno de “Breaking Bad” en 2008, el fentanilo y sus efectos llegaron a todas las pantallas estadounidenses. Y predijo lo que vendría muy poco tiempo después: una suerte de pandemia “pre-covid” que amenazaba con destruir a sus consumidores conduciéndolos no sólo a la muerte sino, también, a situaciones de indigencia y padecimientos mentales sin precedentes.
Según los actuales informes, la situación está muy lejos de solucionarse. Y por eso Ethnic Media Service (EMS) organizó una conferencia de prensa en la que expertos debatieron el tema: “El fentanilo y la metanfetamina, una doble amenaza. El impacto poderoso de las drogas sintéticas en la economía, el aumento de la indigencia y las muertes fatales en jóvenes”.
“La drogas sintéticas son las más poderosas del mundo y están causando un problema sin solución”, dijo Pilar Marrero, coordinadora del evento. Y subrayó que “esas drogas ya no son patrimonio de una ciudad o región, sino que están disponibles de costa a costa, como nunca antes. Por si esto fuera poco, su consumo ha crecido de manera exponencial con la pandemia. Y durante 2021, más de 200,000 personas han muerto de sobredosis en el país. Muchísimas de ellas, vinculadas a las drogas sintéticas. Niños y adolescentes que ingieren este tipo de drogas, se enferman y mueren todas las semanas en los Estados Unidos. Y para hablar de este problema de extrema gravedad, hoy contamos con dos especialistas”.
Marrero presentó al médico de emergencias John (que accedió a participar en la conferencia de prensa siempre y cuando no se divulgara su identidad) y al periodista Sam Quiñones, autor en 2020 de un libro ineludible para comprender esta temática: “Dreamland”.
“El consumo de drogas sintéticas ha crecido de manera exponencial con la pandemia del Covid-19. Y durante 2021, más de 200.000 personas han muerto de sobredosis en los Estados Unidos” comentó la coordinadora del evento de EMS, Pilar Marrero.
John: sala de emergencias y pacientes con alucinaciones
Inició su ponencia el doctor John, haciendo un breve repaso de sus inicios como médico y su vinculación con el fentanilo.
“Trabajé en un hospital de Chicago de 2013 a 2017 y la droga que más se usaba por ese entonces era la heroína. De hecho, casi no se veían las anfetaminas. Pero poco a poco empezamos a ver casos de sobredosis que tenían que ver con estas drogas. A muchos casos los detectamos mediante la toxicología del laboratorio estatal, y fueron los primeros casos de fentanilo que tuvimos. Para contrarrestar sus efectos, empezamos a usar Narcan, un medicamento que tiene como efecto activo la naloxona y que anula los opiáceos; y aunque sintético, el fentanilo lo es. También empezamos a detectar muertes que no tenían que ver sólo con la heroína sino también con las metanfetaminas. En 2017 me mudé a Oregon en la costa oeste, donde había mucha más utilización de metanfetaminas que en el Midwest. Pensé que se debía sólo a un cambio de lugar pero no era sólo eso; porque desde 2020 y con la llegada de la pandemia, detectamos muchas más sobredosis de fentanilo no sólo en la costa Oeste sino en todo el país, al punto que la heroína quedó mucho más atrás en el consumo. No sabemos si el uso del fentanilo se debió a que durante la pandemia no había tanto acceso a la heroína, o a que es mucho más fácil de ingerir, ya que se toma como una píldora común. Aunque en este caso, se trata de una píldora muy potente. Algunos policías nos han dicho que, al arrestar un traficante y abrir una bolsa con fentanilo, la droga se hacía polvo en el aire y ellos tenían una sobredosis”.
-¿Qué diferencia hay entre los efectos del fentanilo y la heroína en el cuerpo humano?
-Antes que nada, es importante saber que tanto la morfina y la heroína como todos los opiáceos, se consumen en dosis de miligramos; siendo que el fentanilo se toma en microgramos porque sus efectos son mil veces más poderosos. O sea que las personas que estaban usando heroína y se pasaron al fentanilo, tuvieron automáticamente una sobredosis. El fentanilo, a la vez, produce efectos de muy corta duración. De hecho, lo hemos usado en dosis muy bajas en el Departamento de Emergencias, generalmente con pacientes críticos que tienen un sangrado y a los que no se les puede bajar la presión. Uno de los grandes problemas es que en la calle, es muy difícil usar el fentanilo en su justa dosis. Y por eso es una droga que te puede matar.
-Además de los efectos fisiológicos, se habla de los desórdenes mentales en los adictos al fentanilo…
-Exacto. Hemos detectado que cada vez hay más psicosis entre quienes consumen metanfetaminas. Se trata de pacientes que muestran paranoias muy marcadas, casi como una esquizofrenia. De hecho, esos pacientes gritan, dicen que salen cosas de las paredes o sienten cosas extrañas en su cuerpo… No es un desorden mental pero la sensación que tienen es muy parecida. Sin embargo, quienes ingieren esta sustancia, increíblemente se rehúsan a aceptar que sus delirios tengan que ver con esta droga.
“En la calle, es muy difícil usar el fentanilo en su justa dosis; y por eso es una droga que te puede matar (…) Hemos detectado que cada vez hay más psicosis entre quienes la consumen; pacientes que muestran paranoias muy marcadas, casi esquizofrénicas. De hecho gritan, dicen que salen cosas de las paredes o sienten cosas extrañas en su cuerpo…”, señaló el doctor John, de la sala de emergencias.
-¿Cuáles son los efectos concretos del Narcan?
-El Narcan no trata la adicción de fentanilo, sencillamente lo revierte; aunque tiene otros efectos secundarios como náuseas, vómitos o diarreas. Pero la adicción a la metanfetamina y al fentanilo no se puede tratar con medicamentos. Antes, la metodona era el tratamiento más común para las adicciones de opiáceos como la heroína, pero ahora está siendo reemplazado por la buprenorfina; una droga que es “agonista parcial” y funciona muy bien, porque si intentas utilizar otro opiáceo, también lo bloquea. Pero para las metanfetaminas o el fentanilo, no hay otro tratamiento que dejar de usar la droga. Y eso es muy difícil de conseguir con estos adictos; ni siquiera mencionándoles sus efectos mentales devastadores, que a veces duran años enteros.
-¿Qué puede decirnos sobre las adicciones en niños y adolescentes?
-Muchas veces trato a niños que incidentalmente han ingerido opiáceos, y también a los adolescentes que lo hacen por elección. Nunca vi a un niño menor de doce años consumir accidentalmente o por voluntad fentanilo. Lo más importante para quienes tienen niños o adolescentes en el hogar, es dejar los opiáceos bajo llave. Si un niño se rompe un hueso y el doctor le prescribe una droga opiácea, hay que preguntarle si es absolutamente necesario que la tome y por qué. En cuanto a las redes sociales de los niños, quizás haya que monitorearlas un poco más, porque muchos se están iniciando en las drogas sintéticas por esas vías. Yo sólo veo el resultado final y no puedo estar en la prevención. Y muchas veces los padres, están completamente abrumados en sus trabajos y problemas.
-¿Qué solución se imagina para estas adicciones nuevas?
-Creo que deberían crearse programas de rehabilitación de larga duración, un tratamiento obligatorio que se desarrolle en sitios tranquilos y aislados. Es lo más compasivo que podemos hacer para con los adictos críticos. En las terapias, ya no hay lugares para internar a gente que tiene una sobredosis de metanfetaminas. Se debe a que los hospitales están saturados y se necesitan camas para infartos, covid-19 y otras patologías.
Sam Quiñones y “la verdadera historia”
Sam Quiñones es periodista y autor de “Dreamland -True tales of America and Hope in the time of Fentanyl and Meth”. El libro fue traducido al español como “País de sueños -La verdadera historia de la epidemia de los opiáceos en los Estados Unidos”. Y de este modo se refirió el autor a esta nueva manera de consumir.
“Fentanilo es un opiáceo sintético que se usa en los Estados Unidos desde los años ´60, cuando se inventó. Y yo escribí la historia de esa droga en mi último libro. De hecho, me la han administrado en una operación de corazón y es fantástico por sus efectos. Antes del fentanilo, no se podían hacer cierto tipo de cirugías, pero ahora está siendo producido no sólo por laboratorios para curar, sino por los narcotraficantes de México en cantidades industriales. Estamos en una “nueva era” de las drogas. Y los traficantes han pasado de las drogas en base de plantas a las artificiales; el fentanilo y metanfetamina sobre todo. Hoy, estas drogas están cubriendo todo Estados Unidos, desde Los Ángeles hasta Maine. Y es la primera vez que esto pasa algo así. Mi libro fue el primero que habló de eso, y cada vez más gente empezó a estudiar varios puntos; y a preguntarse por qué el fentanilo desplazó a la heroína o por qué hay tanta psicosis producida por esta droga, que está contribuyendo muchísimo a los padecimientos mentales del país; y también al aumento de personas que se quedan desamparadas o en campamentos. Y esto es algo que no existía diez años atrás. Sucede que los usuarios quedan desesperados por no usarlos, y aunque te ofrezcan hogar o rehabilitación, los cerebros de estas personas están absolutamente controlados por estas drogas y no pueden decidir. Hemos entrado a un mundo nuevo en donde todo ha cambiado, desde cómo se producen esas drogas hasta el dinero que mueven y el impacto devastador que tiene sobre los seres humanos”.
-¿Cómo se están propagando estas drogas? ¿Sólo se producen en México? Muchos dicen que se venden por las redes sociales…
-Sí, todas estas drogas se producen en México. Antes, había laboratorios clásicos que hacían metanfetaminas en nuestro país, pero como los costos son muchos más bajos en México, ahora se producen allá. Las metanfetaminas y el fenotanilo se propagan mediante los “carteles” mexicanos y pasan a través de autos o camiones por la frontera, mientras que otros lo traen encima. Hablamos de kilos y kilos. Durante los últimos años, hemos visto cómo ha cambiado el modo de empaquetar la droga. Muchas se encapsulan como droga farmacéutica, igual que pastillas de oxicodona azul de 30 miligramos. Ahora se hacen iguales pero de fentanilo. Las drogas sintéticas lucen como drogas legales y es algo muy difícil de controlar. En cuanto a las redes sociales, las pastillas se venden en aplicaciones como Snapchat. De hecho, yo fui a una protesta con familias de California. Y todas llevaban pancartas que decían “Snapchat, cómplice del narcotráfico”. De hecho, en la red había ofertas para llevarle las drogas a los niños hasta la propia casa. Hoy, esta droga se está produciendo en cantidades nunca vistas; al punto que los historiadores han determinado un cambio de ciclo a partir del liderazgo del fentanilo.
“Hoy, al fentanilo lo encapsulan como “droga farmacéutica”, lo hacen pasar por pastillas de oxicodona azul de 30 miligramos. O sea que las drogas sintéticas lucen como “drogas legales” y eso es algo muy difícil de controlar. En cuanto a las redes sociales, las pastillas se venden por aplicaciones como Snapchat. De hecho, yo fui a una protesta con familias de California. Y las pancartas decían “Snapchat, cómplice del narcotráfico (…) Muchos adictos al fentanilo están hablando de demonios mientras comen de la basura”.
-¿Se esté haciendo algo para impedir que las drogas entren a la frontera?
-Sí, y de hecho distintos grupos presionan a Snapchat. Pero los traficantes están muy cómodos vendiendo por las aplicaciones sociales. Además, imagináte una frontera de dos mil millas entre Estados Unidos y México, con tratados de libre comercio entre ambos. No tenemos forma ni capacidad de chequear ni siquiera el veinte por ciento de los camiones que entran por día; sólo un cinco por ciento. Habría que frenar la economía de los dos países para chequear una cuarta parte de los vehículos que ingresan. Claramente, estas drogas son la parte negativa del tratado del libre comercio y habría que reveerlo.
-Las metanfetaminas han hecho crecer la población indigente en el país ¿Está habiendo políticas de Estado al respecto?
-Durante mucho tiempo, las narrativas oficiales sobre los “sin techo” era que sólo eran una consecuencia humana de la falta de viviendas accesibles. Creo que hay algo de eso; pero no es la única causa. Hay muchas razones por las cuales una persona pasa a ser adicta y se queda en la calle. Puede tener que ver con salir de la cárcel, padecer violencia doméstica o delinquir. Pero cuando comienzas a consumir, se hace muy difícil salir de la calle y el problema se agrava.
-¿Cómo se explica esta nueva “demografía” de la droga?
-Cuando yo escribí “Dreamland”, los medicamentos en base a opiáceos para contrarrestar el dolor eran sólo un problema de blancos nativos. Casi no había casos en personas negras, latinas o asiáticas. Hoy, en cambio, hay un uso muy generalizado de metanfetaminas en grupos que nunca antes la habían usado, como la comunidad afroamericana o la latina. Digamos que entre esos grupos, lo más popular era la cocaína o el “crack”. Y por eso iban a la cárcel. Pero ahora van por el fentanilo, porque estamos en la epidemia de los opiáceos. Muchos de estos adictos están hablando de demonios y comiendo de la basura a causa del fentanilo.
-¿Qué medidas legales se han tomado para evitar esto?
-Hubo juicios a vendedores de droga, hubo presión para Snapchat y todo eso. Pero si las plataformas no pueden gobernar lo que pasa en su sitio, la cosa se hace más que difícil. Es muy importante contactar a los padres en sus casas, ya sea en pueblos o ciudades, y alertarlos sobre lo que está sucediendo. Esto es muy grave. El fentanilo es un veneno nacional y así se lo tiene que tratar. Hay que entender que está matando a mucha gente y no podemos tratarlo sólo como un problema de drogas sino como algo mucho más amplio. Debería ser ingerencia del Departamento de Estado y los diplomáticos con México. Y yo no veo ninguna acción importante para que esto se termine.
“El fentanilo es un veneno nacional y así se lo tiene que tratar. Hay que entender que está matando a mucha gente y no podemos tratarlo sólo como un problema de drogas sino como algo mucho más amplio. Debería ser ingerencia del Departamento de Estado y los diplomáticos con México”, afirmó Sam Quiñones.
-¿Tenés alguna propuesta al respecto?
-Sólo te puedo decir que esto requiere un cambio de pensamiento de parte de los dos países. Se trata de drogas muy poderosas; y si solo crees lo que la gente te dice o no tomas acciones concretas y poderosas también, es imposible salir. En mi libro “Dreamland”, escribí un capítulo ambientado en Kentucky. Allí se concibió la cárcel como un sitio de rehabilitación y no de encierro o de castigo. Y me parece una muy buena medida. El tiempo, en este caso, es un lujo y hay que actuar rápido. Las cárceles deben reconstruir su concepto y volverse sitios de rehabilitación.