Una encuesta de The New York Times este pasado fin de semana sobre el voto latino a pocas semanas de las elecciones del 5 de noviembre concluye que los ataques del nominado presidencial republicano, Donald Trump, contra los inmigrantes no se han traducido en mayor apoyo para los demócratas.
La conclusión, al menos para mí, no es sorprendente porque sé cuán diverso es el voto latino que muchos erróneamente catalogan como un “bloque” de votantes. No lo es.
Es tan diverso como las nacionalidades que le dan origen ya sea por nacimiento o naturalización. Y esa diversidad incluye lo bueno y lo malo. Hay extremistas de izquierda y de derecha. Liberales, moderados y conservadores. Hay personas incluyentes, y hay racistas y prejuiciosos. Hay gente buena, decente y trabajadora; y hay indeseables. Hay ricos, pobres, clase media. Con altos grados universitarios o escasa educación. Son de todas las razas. Hay latinos de color que se describen como “supremacistas blancos”.
Incluso, hay latinos cuyas familias vivían aquí antes de que fuera Estados Unidos. Y están los que arribaron recientemente, a veces sin documentos, pero son los primeros en aplaudir a Trump cuando dice que va a cerrar la frontera y conducir deportaciones masivas. Piensan, erróneamente, que Trump no está hablando de ellos.
De hecho, según la Agencia EFE, en el sondeo del Colegio Marista en Nueva York, “un 67 % de los entrevistados creen que Trump no se refería a gente como ellos cuando hablaba de los inmigrantes mientras que la mitad de los nacidos en el extranjero dijeron lo mismo”.
Según la nota, “más de un tercio de los consultados dijo que apoyan tanto la construcción de un muro a lo largo de la frontera entre EE.UU y México como la deportación de inmigrantes indocumentados”. Hay otros sondeos, como el del Programa de Consulta Pública (PPC) de la Universidad de Maryland, que encuentran que votantes de todos los partidos y de todos los grupos étnicos, favorecen una vía a la ciudadanía sobre las deportaciones masivas.
Los artículos coinciden en que la nominada demócrata, Kamala Harris, se alzará con la mayoría del voto latino, pero que ese nivel de apoyo es más bajo que los aspirantes demócratas en elecciones previas. El apoyo latino a Harris, según la encuesta, es de 56% sobre 37% para Trump. Y más latinas que latinos apoyan a Harris.
No soy experta en psicología o conducta humana para explicar por qué un candidato que denigra a diario a los inmigrantes, tiene el apoyo de los latinos.
Pero no hay que minimizar el peligro de esto.
El despacharlo diciendo que Trump no hará nada de lo que dice es como tener amnesia sobre su primera presidencia donde hizo las cosas terribles que prometió: el veto musulmán, nombrar jueces a la Corte Suprema alineados con su promesa de anular el derecho al aborto, y así ocurrió. Le declaró una guerra a los inmigrantes marcada por una crueldad sádica que llevó a separar a bebés y niños de sus padres en la frontera para “disuadir” a otros de venir. Dijo que no aceptaría los resultados de las elecciones en 2020 porque si perdía era por “fraude” y terminó instigando un violento asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 a manos de sus fanáticos. Ahora promete perseguir a quienes no lo apoyen.
También promete deportaciones masivas que según el propio Trump serán una “historia sangrienta” donde pide la intervención de guardias nacionales y militares para conducir redadas nacionales. Las deportaciones masivas, aparte de ser un desastre económico al remover el 5% de la fuerza laboral de Estados Unidos, son una pesadilla humanitaria y legal. Quizá muchos de esos latinos que creen que las políticas de Trump no los afectarán se sorprenderán si se convierten en víctimas de perfiles raciales y caen en alguna redada migratoria solamente por sus rasgos físicos o su color.
Ya ha ocurrido antes. La repatriación de mexicanos en los años 30 supuestamente para “liberar” trabajos para los estadounidenses en medio de la Gran Depresión, resultó en la deportación de 2 millones de personas, 60% de las cuales eran ciudadanos estadounidenses de ascendencia mexicana, reportó la revista Time.
Pero quizá aquí se aplique la cita del pastor luterano alemán Martin Niemöller sobre la apatía y la inacción frente al nazismo: “Primero vinieron por los socialistas, pero no dije nada porque yo no era socialista….Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí”.
Así que analice bien antes de minimizar los insultos y ataques de Trump como algo “inofensivo” y “entretenido”. Si vuelve a la Casa Blanca, no sabe cuándo será usted víctima de sus políticas públicas aunque sea ciudadano.