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Independencia de Centroamérica: la generación de 1821

Independencia de Centroamérica

Detalle del cuadro "Primer Grito de Independencia" del chileno Luis Vergara Ahumada en la ex Casa Presidencial de El Salvador.

Al momento de presentar su libro –«Una suma de pequeños ensayos», como lo ha dado a llamar el historiador Adolfo Bonilla,  dijo que buscaba «ponerse en los zapatos de los hombres que estaban tomando las decisiones en 1821» en Centroamérica.

Hombres de acción y pensamiento

José María Peinado, Juan José Aycinena, José Cecilio del Valle, el cura José Matías Delgado y otros líderes prominentes de las gestas de independencia no se distinguieron en el campo de batalla, nos dice, pero fueron radicales hombres de acción y pensamiento. Estaban al tanto de las ideas de su tiempo y seguían de cerca el curso de los acontecimientos en Europa, Norteamérica y el Cono Sur, que Bonilla analiza a profundidad para darle contexto a sus conclusiones.

Bonilla autografía su libro. Cortesía.-

La idea de embarcarse en un conflicto armado cruento y prolongado, como los que se libraban en el Sur, nunca se asentó en las cabezas de los próceres criollos.

Los escenarios de sus luchas fueron los cabildos, los ayuntamientos, los salones donde se reunían a confrontar sus ideas, y las páginas de las publicaciones políticas de la época como el Editor Constitucional y El Amigo de la Patria. Los líderes patriotas centroamericanos eran radicales, pero temían la repetición de las revueltas populares y los extremos de violencia y fanatismo que vieron encarnados en el terror jacobino y las revoluciones de Hidalgo y Morelos.

Se identificaban mejor con la naciente democracia estadounidense, sus ideales y su Constitución. Hasta tal grado que, en plena resistencia contra la anexión a México, los líderes de la ciudad de San Salvador, con Delgado a la cabeza, se propusieron hacer gestiones en Estados Unidos para incorporarse a esa entidad federal.

Al presentar esta investigación en los primeros días de junio, Bonilla mencionó que le alegraba la oportunidad de mostrar a un Matías Delgado «que no se conoce».

La generación de 1821 desde una mirada diferente

El prócer de San Salvador figura en primera línea a lo largo de toda la obra de la independencia. En 1811, durante el levantamiento del 5 de noviembre en San Salvador. En 1822, al rechazar la anexión a México y encabezar la resistencia contra Iturbide.

En la redacción del manifiesto de federación con los Estados Unidos. Como primer presidente de la Asamblea Nacional Constituyente.

Aunque cercano al principio a las ideas de la monarquía constitucional, Delgado terminó decantándose por los ideales de la república liberal, federal y representativa. A pesar de ser cura, a pesar del contexto de una Hispanoamérica católica, aboga por la libertad de cultos.

El cura Delgado «es de lo más radical que ha parido esta tierra», afirma Bonilla: gran negociador, audaz, firme en sus posiciones más no obstinado, un maestro de la maniobra.

Este sacerdote, y los otros líderes intelectuales del movimiento independentista, formaron parte de una élite criolla que se alimentó de las ideas de la Ilustración en  la Universidad de San Carlos de Guatemala. Fueron hombres dotados de una «una fineza que ni nos imaginamos».

La Ilustración, que tuvo sus focos principales en Francia, Inglaterra y Francia desde finales del siglo XVII hasta finales del XIX, contraponía el pensamiento científico, las facultades de la razón, la secularización y el humanismo a los dogmas religiosos, los prejuicios, la superstición, el fanatismo y la opresión.

‘Nuestra independencia fue políticamente competente, con elaboraciones de filosofía política brillantes…’

En Los procesos, Bonilla hace resaltar la originalidad de pensamiento de aquellos patriotas.

«Nuestra independencia fue políticamente competente, con elaboraciones de filosofía política brillantes –en particular, en economía política– que no se produjeron en otras regiones de Hispanoamérica, y que tuvo hasta su capítulo de lucha militar».

Si las propuestas de Miranda y Bolívar carecieron de una propuesta ilustrada, explica, los planteamientos de Peinado y Antonio García Redondo si las contemplaban, y bien fundamentadas.

La revolución ilustrada

A diferencia de investigaciones que se centran en el juego de intereses económicos y de familia de los conductores del proceso independentista centroamericano, las inquietudes de Bonilla discurren por el canal de las ideas. No tiene intención de construir una historia en torno a los sobresaltos políticos, aunque figuren en la descripción de los hechos. Más que ponerse en los zapatos de los próceres, su intención más bien apunta a meterse en sus cabezas.

En los escritos de los patriotas que Bonilla examina, sobresalen las posiciones a favor de los derechos del ciudadano, el modelo republicano de Gobierno, la educación ilustrada, los principios de la razón, el progreso y el desarrollo científico. Habían estudiado a John Locke, Adam Smith, David Hume, Rousseau y Montesquieu.

El «sabio» Valle, hace ver Bonilla, hablaba cinco idiomas, era un matemático distinguido, su tesis de Filosofía versó sobre las leyes de Newton y los principios del pararrayos de Franklin; tuvo correspondencia con Humboldt y en 1826 propuso abrir un canal interoceánico en Nicaragua que, según él, tenía que ser construido por centroamericanos. Bajo la preponderancia avasalladora del iluminismo, añade, no tuvo cabida en esos núcleos el pensamiento conservador –o «servil», como lo denominan algunos.

Felix Belly; carta del proyecto del canal en Nicaragua. L’Ilustration, 5 marzo 1859.

La radicalidad de Cádiz

Bonilla expone cómo las ideas de la independencia de Centroamérica conectan directamente con el progresismo de la Constitución de Cádiz de 1812. Esta abolió la Inquisición, puso fin al repartimiento de indígenas y a la mita, aprobó leyes para proteger la libertad de prensa, dispuso la distribución de las tierras reales y otorgó la ciudadanía a los españoles, indígenas y mestizos de las colonias hispanas. (La esclavitud seguiría vigente hasta 1824).

Según su análisis, los representantes centroamericanos defendieron en Cádiz los ideales que ellos consideraban buenos para América, pero, al mismo tiempo, hicieron aportes originales que contribuyeron a la modernización política de España. Entre estos, atreverse a cuestionar la doctrina imperial que justificaba la conquista de territorios y el avasallamiento de sus habitantes. Todo ello, a partir de ideas que propagó la Ilustración.

Dice Bonilla que los historiadores han exagerado excesivamente la influencia de la Ilustración francesa en Centroamérica. «La influencia principal en nuestros ilustrados fue la Ilustración inglesa y escocesa».

El autor buscó documentación en varios países. «He barrido todos los archivos», dice. Un año en Guatemala, cuatro meses en Honduras y dos en Nicaragua y Costa Rica, respectivamente. Adolfo Bonilla Bonilla tiene un doctorado en Filosofía Política por la Universidad de Manchester, Inglaterra. Actualmente es investigador del área de Educación del Instituto de Formación de Docentes (INFOD), dependencia del Ministerio de Educación de El Salvador.

‘La influencia principal en nuestros ilustrados fue la Ilustración inglesa y escocesa’

Sus pesquisas conducen a fundamentar, a partir de nuevas fuentes, una reinterpretación de la historia de las ideas políticas de la Independencia. Aquí rechaza  la dicotomía servil-liberal, reafirmando que el cuerpo ideológico de la empresa libertaria se asentó en realidad en los principios ilustrados, liberales y progresistas, en los que cupo incluso el absolutismo ilustrado. En cambio, el conservadurismo no tuvo cabida en ese ideario.

¿En qué momento se jodió Centroamérica?

Centroamérica tuvo dos actas de independencia, la de 1821 y la de 1823, que sellaron la ruptura definitiva con España y con México, respectivamente.

Enseguida, empezaron los problemas, que condujeron a la fragmentación de la antigua Capitanía.

Ni Delgado ni Morazán contemplaban la creación de una república salvadoreña u hondureña o nicaragüense. Idea más absurda aún, pensaba Delgado, en el caso de El Salvador y su pequeñez. «La provincia por sí sola no tiene posibilidades de construir una nación. Centroamérica, sí».

En la Asamblea Nacional Constituyente de 1823 se impuso la república liberal, federal, representativa. Esa ilusión se hace añicos frente a las ambiciones que se fraguaron dentro de aquellos mismos círculos ilustrados. En 1826 estalló la primera guerra civil. La república federal acabó desbaratándose en 1838, dando paso a la creación de cinco estados «irrelevantes».

De futura «capital del mundo», como auguraba Bolívar para una Centroamérica unida, la entidad degeneró en «república bananera», calificación que Bonilla atribuye a Montufar.

El fracaso de la federación centroamericana será el tema de su próximo libro.


Los procesos de independencia de Centromérica (Colección Bicentenario; 253 págs.; editado por el Ministerio de Educación de El Salvador).

El libro se puede descargar en formato digital abriendo el siguiente hipervínculo:

https://infod.edu.sv/wp-content/uploads/2022/05/Propuesta-de-independencia-color.pdf

Adolfo Bonilla Bonilla  tiene un doctorado en Filosofía Política por la Universidad de Manchester, Inglaterra. Actualmente es investigador del área de educación del Instituto de Formación de Docentes (Infod), dependencia del Ministerio de Educación de El Salvador.

Abordajes históricos previos de este investigador incluyen las Ideas económicas en la Centroamérica ilustrada 1793-1838 El Salvador, 1999, FLFACSO, y Revisión historiográfica del primer grito de Independencia en El Salvador (revista Humanidades y Ciencias Sociales, CENICSH (2011).

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