La semana pasada dos comités del Senado – el de Reglas y el de Seguridad Nacional – publicaron un informe conjunto y bipartidista de 127 páginas, fruto de tres meses de investigación sobre las fallas de seguridad durante la insurrección y el asalto al Capitolio el 6 de enero.
La publicación nos hace recordar que el asalto, parte de un fracasado y mal concebido intento de insurrección que hasta hoy se quiere ignorar, sucedió hace solamente cinco meses.
El informe revela detalles sobre deficiencias de inteligencia, fallas de comunicación y advertencias ignoradas. Constituye un importante documento que la policía del Capitolio podrá usar en el futuro para mejorar su reacción en caso de que sucesos similares se repitan.
Sí, hay en el documento nuevos datos y se confirman otros de los que ya se sospechaba, sobre la ineptitud de los oficiales y la indiferencia de autoridades militares ante sus pedidos de auxilio.
Entre otros, que los asaltantes estaban más organizados y preparados de lo que inicialmente se creía, incluyendo los aparatos explosivos que colocaron en edificios adyacentes al Congreso, o la posesión de mapas clasificados de los túneles debajo del Congreso. Recuerda que los organizadores llamaron a los miles de manifestantes que formaron la turba que traigan consigo armas.
Confirma que la división de inteligencia de la policía del Congreso no comunicó la gravedad de la información. Que la advertencia del FBI sobre un gentío que se trasladaba a Washington listo para “una guerra en el Capitolio” fue ignorada.
Revela detalles sobre el intento de obligar a los legisladores a revertir la derrota electoral de Donald Trump y de expresiones tales como «Si no lo hacen, ingresamos al Capitolio como el Tercer Congreso Continental y certificamos a los Electores de Trump”.
El asalto al Capitolio fue incitado por el entonces presidente de Estados Unidos que trató de revertir el voto que dictaminó su derrota. Tuvo todas las características de Donald Trump.. La incitación insistente y malvada. La mentira incesante e ilimitada. La negativa a tomar responsabilidad de sus actos. La mala ejecución. El desprecio por la verdad, por las normas democráticas, por cualquier otra cosa que no sea su poder y su soberbia.
El espíritu golpista sobrevivió al fracaso del ataque al Congreso. Solo la semana pasada, el general Michael Flynn, aliado de Trump, habló positivamente de implicar a las fuerzas armadas, tal como lo hacen las de Myanmar, en nuestra política.
Entonces, el informe no es lo que la nación estadounidense necesita para que el ataque al Congreso no se repita.
La investigación del Senado se diluyó significativamente antes de que comenzara. En su forma final, solamente analiza las fallas de la policía del Congreso.
Pero no define la naturaleza de la insurrección, ni el papel de las milicias militarizadas y armadas, sus planes para secuestrar congresistas y su cacería del entonces vicepresidente Pence y la líder de la Cámara Baja Nancy Pelosi.
Ignora el papel de la incitación, la preparación, el apoyo logístico que se dió a los asaltantes por parte de Trump, sus familiares y asesores.
Solo repite una cronología que ya era pública y deja muchas preguntas sin respuesta.
No es entonces un sustituto del tipo de comisión independiente al estilo del 11 de septiembre, con pleno poder de citación, que los republicanos en el Senado hicieron fracasar la semana pasada. Porque eso es lo que necesitamos: un informe que se ocupe de las raíces del intento de detener a la fuerza la certificación del voto presidencial.
Una comisión independiente para investigar el asalto al Capitolio, que examine el extremismo, la desinformación, radicalización, llamados a la violencia y mucho más. Sin ella, no estaremos fuera de peligro.
El informe completo se puede leer aquí: https://www.cnn.com/2021/06/08/politics/report-investigating-capitol-attack/index.html
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