Cansado de los trancazos de su esposa, Mario se dedica enteramente a defender los derechos de los trabajadores y a reclamar las horas impagas a través del periódico comunista «RED» que aparece cada mes por una módica suma de 1 dólar. Se muda al sindicato (le dice a su mujer) para cumplir su sueño y el de los trabajadores que, cansados de los malos tratos y la mala paga, deben reclamar lo suyo.
El primer mes, Mario trabaja cuarenta horas repartiendo panfletos, tocando canciones, escuchando a los trabajadores.
El segundo mes se redobla su jornada de cuarenta a sesenta horas que sumadas a las horas de trabajo como fontanero, suman un total de 100.
Lo último que supe por el periódico es que Mario comenzó a hacer campaña para terminar con el abuso de los explotadores sindicalistas que lo hacían extenderse trabajando horas inhumanas a cambio de una simple causa.