La Oficina Federal de Estadísticas Laborales anunció hace un par de semanas que en noviembre, 4.5 millones de trabajadores estadounidenses renunciaron a sus puestos. Es un número récord que incluso tiene un nombre: la Gran Renuncia (the Great Resignation).
Esta cifra, sin embargo, no incluye renuncias por jubilación, muerte, invalidez o traslados a otras ubicaciones de la misma firma, que si se contabilizaran superaría los 6 millones.
En el mismo mes de noviembre hubo 10.6 millones de ofertas de trabajo, número poco menor al del mes anterior, pero aún histórico. Pero de ese número, solo se registraron 6.7 millones de contrataciones.
Si bien podría alarmar por el desbalance y la sensación de inestabilidad que transmite, los expertos aún ven el número como una señal de confianza en la situación por parte de nuestra población. Significa, dicen, que la gente se está recuperando de la recesión que acompañó el inicio del coronavirus en 2020 y 2021. Creen que hallarán mejores oportunidades.
Millones de trabajadores no se apresuran a volver al círculo laboral.
Como consecuencia, el porcentaje de personas que trabajan o buscan empleo está en su número más bajo en 45 años: 62%.
Esto apunta a un crecimiento económico más lento de lo deseado. Al mismo tiempo, los precios al consumidor están aumentando en muchos rubros, lo que aviva temores de una cercana estanflación (stagflation).
Ya ahora, la inflación es la mayor en 40 años.
Los aumentos de precios son siempre alarmantes para nuestra comunidad en particular y los trabajadores en general, porque no existe un mecanismo automático que los compense con mayores salarios. Son entonces ellos, los que menos tienen, quienes literalmente pagan el núcleo de los aumentos.
Es característico que la pérdida de empleos se está dando más en áreas donde destaca la presencia latina, como los servicios de alojamiento y la alimentación así como transporte y bodegas. Allí, las renuncias son tres veces más numerosas que el promedio.
La tasa de abandonos es una medida de la voluntad o la capacidad de los trabajadores para dejar el trabajo: ellos no buscan dejar de trabajar, sino que están alerta a las oportunidades de mejorar sus ingresos, algo más factible cuando las ofertas de trabajo abundan y el mercado laboral presenta una mayor movilidad.
Las razones de la Gran Renuncia también incluyen el agotamiento social y el miedo al COVID-19. Ese temor no es infundado, ya que en las áreas donde abundan las renuncias hubo también un aumento mayor en los contagios.
Aunque el fenómeno existe en todo el país, es más frecuente en el Sur, estados como Alabama, Arkansas, Delaware, Georgia, Kentucky, Louisiana, Mississippi, Oklahoma, Tennessee o West Virginia.
Por otra parte, los despidos involuntarios son más frecuentes en lugares con mil empleados o más y menores entre los empleadores pequeños.
La situación refleja un país en crisis económica y profundo temor a lo que vendrá, pero también a una población dinámica, en busca de oportunidades y, por qué no, de un mejor futuro. Es una de las maneras de decir que vemos la luz al final del túnel. Los próximos meses nos dirán si estamos encaminados a una recuperación o a una crisis aún mayor.