Predijeron que la nueva ola de la gripe H1N1 llegaría poco después del inicio del año lectivo. Así fue.
Me llama mi hijo desde San Luis Obispo: «el médico me dijo que tengo el ‘swine flu’», dice en su español hechizo. Del centro médico en la universidad lo diagnostican y lo despachan a casa, junto con otros 200 estudiantes. La reacción es inmediata; el secreto, máximo: en el sitio de internet de Cal Poly reconocen que hay enfermos de la gripe A, pero en el párrafo 10. ¿Por qué?
Es que el aspecto psicológico prevalece. Tenemos miedo, porque nos hablaron de muchas muertes: centenares de miles. Al escuchar a mi hijo enmudecí por largo rato. Una hora después, otro hijo fue a buscarlo desde Los Angeles a toda marcha. Otro hermano llamaba preocupado desde Londres; al cuarto, un menor, le dijimos que no se acercara.
Diez horas más tarde estamos en la sala de emergencia; en el centro de salud universitario ya le habían dado oseltamivir (Tamiflu). Aquí le toman exámenes de todo tipo y le explican todo.
Mi hijo entró a la sala de emergencia con su mascarilla y su capucha. Pareces un ninja, le decimos, pareces una iraní. Parces Michael Jackson. Pero está de mal humor, débil, cansado. Su dolor de cabeza es un martirio. No quiere comer.
La mascarilla abre puertas; lo atendieron enseguida, lo llevan aparte.
Pasaron tres días. Está mejor. Su fiebre ya bajó. El buen humor característico le ha vuelto; ríe y ya quiere volver a clases. Come aparte y en su habitación, donde se puede sacar la máscarilla. Llega la novia y se miran languidamente desde lejos.
¿Y el susto? ¿Estaba justificado?
Sí y no. Por más que crea que detrás de la pandemia H1N1 hay intereses creados y exageración, es una enfermedad seria y peligrosa. Su llegada a fines de verano es atípica; la debilidad que causa, extrema. Se contagia fácilmente, mediante la saliva o por manos contaminadas. El efecto es dramático.
Ataca más a gente joven que a ancianos, por lo que aparece en escuelas, universidades, hasta en las cárceles. Y temen que se genere una mutación y empeore. Se parece y no se parece a la gripe común.
Sin embargo, la gripe común es varias veces más virulenta y mortal. Abarca a entre 5% y 20% de la población nacional. Sólo en California causa 4,500 muertes al año contra 800 de este virus en todo el mundo.
Ojalá que para la gripe común y el resfrío se tomaran las medidas preventivas actuales y cumplieran los buenos consejos: lavarse las manos con jabón; tapar la boca al toser y estornudar; no acercarse a gente enferma, usar mascarillas.
Este virus, escribe una doctora desde España, aunque muy contagioso, «es muy poco agresivo y más del 95% de los casos cursa de manera leve».
Igual: hay que tomar medidas contra la gripe H1N1; también contra la gripe común, el tabaquismo, los accidentes de tránsito… Pero vayamos de a poco.
Primero, que sane el muchacho.