México es un país que no sólo exporta indocumentados. También es un largo camino para migrantes de Centroamérica, que desde Guatemala, Honduras, El Salvador, recorren el país para llegar a la frontera norte. Este largo viaje se ha convertido en los últimos años en un gran negocio para diversas bandas delincuenciales que ven en los migrantes una mina de oro digna de explotar al máximo.
Los gobiernos de México y Centroamérica son cómplices del crecimiento de esta industria. No existe una política pública que contrarreste el desplazamiento migratorio; por el contrario, se otorga amplio margen de acción para operar mediante la corrupción y trasladar así el mayor número de migrantes hacia Estados Unidos.
El trabajo de los polleros no es una faena clandestina, sinoi un trabajo a la vista de todos. La mayoría de estos negociadores garantizan el pase a Estados Unidos, pero no siempre cumplen; cuando no hay remedio o se ven en peligro, abandonan al migrante a su suerte en medio del desierto. El problema se agrava cuando las mafias de narcotráfico y el crimen organizado intervienen, pues utilizan al migrante como “mula” que transporte droga. Ya desde ahí, el migrante está expuesto a su peor pesadilla.
Si hay una población vulnerable, esa es la del indocumentado. Ellos van a conquistar el sueño americano, pero comienzan experimentado una pesadilla en su paso por el territorio mexicano, y al llegar a Estados Unidos, se dan cuenta que será difícil salir de ese terrible sueño: el maltrato y persecución será el pan de cada día.
Las autoridades estadounidenses continuarán el negocio de la industria del indocumentado, pues al prohibir su ingreso, estarán tasando su mano de obra en un índice inferior al nivel digno y justo.
No obstante, es importante reconocer el trabajo social de aquellos migrantes que llegan a Estados Unidos con deseo de triunfo y enormes ganas de dar lo mejor de sí. Con su esfuerzo, estos trabajadores indocumentados participan en la construcción de un país moderno, y de alguna manera, aspiran a que se les reconozca este esfuerzo, con el simple hecho de ser integrados a la sociedad estadounidense.
Los migrantes no podrán solos lograr que se les integre formal y legalmente a Estados Unidos. Ello dependerá de la voluntad política y las estrategias económicas de los gobiernos involucrados, y lamentablemente no se observa hoy ningún indicio de que esto pueda darse, porque si sucediera, se podría perder el gran negocio que representa defraudar a un migrante que lleva los ahorros de toda una vida para lograr el famoso y cada vez más quimérico sueño americano.
Twitter: @juanjosesolis