La Suprema Corte de justicia finaliza su ciclo anual en dos semanas. Tradicionalmente, estos son los días en que da a conocer las decisiones en los temas más importantes que debatió en este periplo. De todos, se espera con especial ansia la decisión final sobre la suerte de DACA. Más de un millón de jóvenes traidos por sus padres como indocumentados en su niñez y que han crecido aquí y se sienten estadounidenses podrían ser deportados.
Presidente homófobo y extremista
Bajo un presidente homófobo y extremista, vengativo y nocivo, se han resquebrajado al punto de quebrarse las estructuras tradicionales del poder. Trump es un catalizador que tomó las tendencias ya existentes de racismo, intolerancia y violencia en nuestra sociedad, las aceleró y las usa para afianzar su poder.
Una de las primeras estructuras en terminar de caer, porque ya estaba cayendo, ha sido el partido republicano y la ideología republicana tradicional, que otrora respetaba o pretendía respetar más que ahora las libertades individuales, los poderes de los estados, el libre comercio o el respeto por la democracia.
Conservadores y portavoces evangélicos expresaron sorpresa y desilusión de que la Suprema Corte de Justicia haya decidido por 6-3 este lunes que es ilegal despedir a una persona porque sea homosexual, bisexual o transgénero, como lo era hasta ahora en 26 estados.
El tribunal determinó que los gays están protegidos por la sección VII de la ley de Derechos Civiles de 1964 que prohibe la discriminación sobre la base de sexo.
Sorprende a los paladines de la discriminación que a los cuatro jueces considerados liberales se unieron Neil Gorsuch, nominado por Trump y ultraconservador, y quien escribió la opinión de la mayoría, y el presidente de la corte John Roberts, otro conservador.
Ofensiva antigay
Sorprende, sí, porque esperaban que los jueces accedieran a la enorme presión ejercida por políticos, organizaciones e iglesias conservadoras. Y ahora vociferan a voz de cuello su indignación y desencanto. Y planifican, cómo no, la venganza de Gorsuch.
Pero poco antes de publicarse la decisión judicial, se dio a conocer una nueva regla ejecutiva de Trump. La misma pretende remover las protecciones existentes para la gente LGBTQ en materia de atención médica y seguro de salud. La administración dice que la prohibición de discriminación sexual en la Ley de Atención Médica Asequible (Obamacare) no aplica para personas transgénero.
Asevera que la discriminación sexual aplica solamente por ser hombre o mujer y no sobre la base de orientación sexual o de identidad de género, lo que abre peligrosamente la puerta a una reanudación de la discriminación oficial y crónica.
Esta última ofensiva antigay de Trump será seguramente invalidada por la corte ahora que existe un precedente de la Corte Suprema.
Pero sería ingenuo pensar que no seguirá intentando. Es decir que la lucha está lejos de terminar.
En cuanto a Gorsuch
Además, que Gorsuch haya interpretado la ley como lo hizo no significa que de pronto es un paladín de las libertades.
Pero la importante decisión de la Suprema Corte de hecho mina una de las bases del fanático apoyo de evangélicos a Trump. Que aunque él, Trump, es un pecador, proporcionará una Suprema Corte de Justicia que esté a su servicio por un par de décadas, transformando el país a su gusto. Ahora lamentan que uno de los jueces, Gorsuch, no sea un robot que apoye automáticamente sus ideales discriminatorios.
¿Qué van a hacer? Indudablemente, seguir apoyando incondicionalmente a Trump y esperar que muy pronto se desocupe otra vacante en la Corte – quizás la de la jueza Ruth Bader Ginsburg. Entonces se encenderán como cirios, para impulsar a otro ultraderechista a la corte y así seguir justificando su claudicación total.
Los casos que se vienen
Y en el tintero de la Corte esperan otros casos como la participación de atletas transgénero en eventos deportivos escolares. O los de baños segregados por sexo y objeciones de empleadores religiosos a contratar gente LGBT. Como se decidan, pueden revertir el proceso. A pesar de ello, la decisión judicial es una indudable victoria.
En estos tiempos, los derechos de la gente gay son derechos civiles. Esta determinación judicial es una victoria para éstos. Abre la puerta para mejorar las condiciones de más de ocho millones de empleados LGBT de un total de más de 11 millones de gays en todo el país. Son quienes hasta ahora eran más vulnerables a la extorsión, explotación y discriminación.
La decisión judicial podría ser un paso hacia una sociedad más justa y tolerante. Una sociedad en donde se respeten los derechos de las personas y en donde se combata la discriminación, incluyendo aquella contra los indocumentados. O podría ser solamente un episodio más en el declive de este país.
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