México discute ahora tratados de libre comercio con Brasil y Colombia como un reimpulso al neoliberalismo panista y priista. Son armas de doble filo: si bien podrían generar más fuentes de empleo también podrían abrir la puerta para más maltratos al estilo del TLC entre México, EE.UU. y Canadá.
Llevamos ya más de una década y media con el TLC con dos fuertes socios comerciales al norte. Y lo que hemos visto en todo este tiempo ha sido un tratado muy maltratado.
1. La pobreza extrema no ha disminuído, sino que se transfirió del campo a los centros urbanos.
2. Ya hemos tenido dos fuertes crisis financieras, un Fobaproa y otro este año a escondidas, y el desempleo es hoy más alto que nunca.
3. El 5% de la población sigue teniendo el 95% de la riqueza en México.
4. Los trabajos sólo se suplantaron del abarrote a los empresarios. El que antes te hacía la gordita en la calle para mantener a su familia hoy te voltea la hamburguesa en el McDonalds.
5. El crimen organizado y el narcotráfico ha aprovechado las grietas de un tratado maltratado para explotarlo y ganar terreno en las áreas comerciales y los puertos de entrada y salida.
El problema no es que tengamos o no un tratado, sino que nos han maltratado. Una anécdota se cuenta de la época del gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari, justo cuando se finiquitaban los detalles del TLC. Cuentan por ahí que los tres encargados de negociar se sentaron en la mesa con los mediadores:
El mediador habló:
Bueno, en este TLC todo, absolutamente todo está en la mesa para ser intercambiado entre los países libremente.
Imediatamente el representante de Canadá alzó la mano:
En Canadá estamos de acuerdo que todo sea libremente tratado, somos una economía muy abierta. Una sola, diminuta y pequeña excepción. La madera y la industria de tala de árbol es un orgullo nacional y por lo consiguiente no podemos abrir este sector libremente. Pero lo demás, adelante.
El representante mexicano al oír tal, alzó la mano y dijo:
Bueno, así como los canadienses, nosotros también tenemos una excepción chiquitita. El petróleo no se toca. Es patrimonio nacional y por lo consiguiente no podemos andar negociando con el. Lo demás, adelante no hay problema.
Finalmente el representante gringo al escuchar a los otros dos alzó el brazo:
Bueno, así como los canadienses y mexicanos nosotros también tenemos nuestro orgullo. Y es el laboral. No nos podemos dar el lujo de permitir entrada a cualquiera, y protegemos nuestros empleos, nuestra frontera, nuestros comerciantes y a nuestros campos con todo el peso gubernamental.
Así, el dizque tratado de libre comercio no es nada más que otro tratado simple de comercio. El “libre” se lo inventaron. Y nadie salió ganando. Si de verdad queremos un TLC entonces adelante… pero abran fronteras, abran todo.. que no haya requisitos, ni reglas. Obviamente, es imposible porque los grandes intereses comerciales y multinacionales saldrían perdiendo, y eso no lo permiten.
Volviendo al día de hoy, se habla de hacer lo mismo que se hizo entonces con Brasil y Colombia.
¿No sería mejor arreglar primero el del norte antes de maltratar nuestro paso por el sur?
(Publicado originalmente en Metáfora Política)