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México Político: La izquierda de la izquierda

Violencia de género

Este domingo 20 de febrero Andrés Manuel López Obrador dio a conocer a la opinión pública, su solicitud de licencia para separarse temporalmente del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Inmediatamente los dirigentes del otrora partido representativo de la izquierda mexicana, respondieron que dentro de los estatutos normativos del partido político, no existe la figura de “licencia temporal”, por lo que no procede; en ese sentido la respuesta tiene dos caminos: o se queda en el PRD y se somete a las decisiones de la actual dirigencia o se va del partido.

Más allá de las implicaciones políticas que conlleva esta decisión, hay que observar con detenimiento las intenciones y los resultados que la izquierda mexicana no ha podido entregar a la sociedad mexicana.

Cuando en 1988 se aglutinaron en torno a la figura del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, diversas fuerzas con ideología de extrema, centro e izquierda moderada, se sabía que la pluralidad tarde o temprano traería sus consecuencias. Las hordas del PRD estuvieron desde entonces entrenadas para existir desde la oposición, nunca para ser gobierno.

El problema fue justo cuando el PRD como institución llegó a experimentar el poder del gobierno porque fue ahí donde las pandillas mostraron sus verdaderas intenciones.

Prácticamente nadie podría pensar que a la vuelta del tiempo, el PRD estuviese estableciendo alianzas políticas y electorales con el partido que representa el antagonismo de su ideología; sin embargo, el trabajo que han venido desarrollando las huestes de Felipe Calderón, tienen resultados positivos: el PRD de hoy es todo menos un partido político representante de la izquierda (histórica) mexicana.

Lo que tenemos hoy, es una especie de “Frankenstein” que fortalece su monstruosidad acatando los caprichos presidenciales y diluye el pensamiento de izquierda, situación que abriría las posibilidades para tener de regreso en México el autoritarismo gubernamental del que no hemos podido deshacernos. El PRD de hoy es un partido político que pierde ganando.

La efectividad de las alianzas han representado para el PRD una especie de triunfos que en la realidad sólo aceleran su camino hacia el colapso, porque al momento de establecer las cuotas y porcentajes de poder seguramente vendrán las rupturas y los desequilibrios.

La salida de AMLO de las filas del PRD puede ser o un chantaje o el principio del fin. Un chantaje para voltear a ver la pésima, lamentable y sometida dirección de Jesús Ortega y su séquito, y por tanto recuperar el timón del partido en la próxima asamblea, o bien, el inicio de una desbandada de miles de militantes que seguirán a AMLO en la eventual fundación de un nuevo partido de izquierda aprovechando las plataformas que le proveen el Partido del Trabajo y Convergencia.

No obstante, los llamados “chuchos” saben perfectamente que la posible salida de Andrés Manuel representaría el desmantelamiento del partido, dejándolos en clara evidencia de su posición sumisa ante la presidencia de la República y mostrando plenamente su desmedida ambición de poder.

Por ello, difícilmente la dirigencia actual del PRD dejaría que AMLO se fuera del partido ya que en estricto sentido, sigue representado un capital importante de votos; por tanto, estamos frente al escenario de la medición de fuerzas al interior del PRD, pero no del replanteamiento de la noción de la izquierda política.

Por un lado los “chuchos” estirarán lo más posible sus ligas de poder y por el otro, AMLO, utilizará una de sus tantas cartas para medir su fuerza al interior del partido.

En ese sentido, el verdadero problema que tiene el México político es revalorar el sentido de la fuerza política que tiene la idea de la izquierda. No así las cuotas de poder que ésta representa. En una sociedad moderna, la izquierda es una fuerza trascendental e importante para el equilibrio del ejercicio político, pero en México es un camino más que lleva al poder.

En ese transitar, los ciudadanos quedan al margen de su derecho a vivir en un estado de bienestar social y se les relega a convertirse en espectadores de un circo político donde en cualquiera de las pistas pueden ganar los enanos, la mujer barbuda o el hombre más alto del mundo, y si se descuidan en una de esas los elefantes torpes se hacen dueños del poder.

Por ello, la reflexión debe situarse en Revalorar (con mayúsculas) la idea de la izquierda desde la izquierda misma. Porque lo que tenemos ahora con los “chuchos” es una izquierda de ultraderecha que causa escozor entre quienes conservan justificada o nostálgicamente la idea de una izquierda como mecanismo de equilibro de poderes. La izquierda debe rescatar su formación sustancial para que, bien sea desde la oposición o desde el poder cumpla con sus objetivos sociales.

La pobreza, la marginación y los problemas de educación  son temáticas que deben pensarse siempre desde la izquierda, porque de no ser así, pronto tendríamos estos tres factores sociales como productos mercantiles que servirán para ganar votos cada periodo de elecciones, pero olvidados en las gestiones de gobierno; situación que no debemos permitirnos en un país que bien o mal, está dando pasos a una construcción democrática.

Más allá de las pugnas políticas, el bienestar social se puede construir sí con las fuerzas políticas de derecha, sí con las fuerza políticas de centro; pero sobre todo con la congruencia de la izquierda sustentada desde la izquierda. De no ser así, seguiremos viendo los constantes fracasos y tendremos cada vez más lejos la consolidación democrática que los políticos y gobernantes tanto se empeñan en discurrir.

De regreso

Este 21 de febrero de 2011, Carmen Aristegui regresó a las frecuencias radiales con su informativo matutino. Luego de su despido, la periodista radiofónica supo manejar la situación de forma correcta y con suficiente profesionalismo, que le permitió regresar con éxito.

Al parecer, esta vez lo radioescuchas tuvieron un peso específico en el revire de la decisión. Esperemos que esta acción social no se vea defraudada por intenciones oscuras o por meros intereses comerciales y políticos (de una u otra parte).

juanjosesoliss@gmail.com

Autor

  • Juan Jose Solis

    Juan José Solis Delgado (Ciudad de México, 1973) Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco. Cursó estudios de Economía en la UAM-I. Tiene un diplomado en creación literaria por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Cuenta con una especialidad en Desarrollo de Habilidades Docentes por la Universidad Tecnológica de México y cursó la maestría en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, especializándose en la comunicación política. Por más de 12 años ha trabajado como productor y locutor de radio en emisoras como Radiofórmula, Cambio 1440, Radio Capital, Radiorama y ABC Radio. Ha sido coordinador de producción en programas de televisión en las empresas Televisa y Tv Azteca. Ha sido responsable de la Comunicación Social de la Subprocuraduría de Justiticia del Estado de México sede en Tlalnepantla. Fue coordinador de comunicación social en campañas políticas en las elecciones federales intermedias del 2003. En el campo editorial, se desempeñó como Director Editorial y editor responsable de la revista Alas de papel de Editorial Noctua. También ha laborado como docente en diversas instituciones de educación superior, como la Universidad de la Comunicación, la Universidad del Claustro de Sor Juana, la Universidad Tecnológica de México y actualmente en Escuela de Periodismo "Carlos Septién García" y en la Universidad Iberoamericana. Su principal afición es la lectura y en particular las novelas de escritores iberoamericanos. Sus autores favoritos son Mario Vargas Llosa y Juan Carlos Onetti. Actualmente está encargado de la difusión de la investigación en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.

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