El próximo 3 de julio del año en curso, se celebrarán elecciones democráticas en el Estado de México para elegir al gobernador que sucederá por los siguientes seis años a Enrique Peña Nieto.
Si las encuestas no fallan, todo indica que el candidato priísta, doctor en Derecho Eruviel Ávila Villegas, ganará sin ningún problema a sus dos adversarios. Pese a que el candidato de la alianza PRD, PT y Convergencia, Alejandro Encinas Rodríguez repuntó en las encuestas luego del debate televisivo entre los tres contendientes;
lo cierto es que –aparentemente- este repunte no daña en nada la delantera de Ávila Villegas, a menos que de aquí al 3 de julio, se capitalicen las virtudes del candidato Encinas y reviertan la tendencia estadística, hasta el momento posicionada por las encuestas de opinión.
En la oferta y los discursos que al momento se han vertido en las distintas estrategias de campaña, no hay un solo candidato que ofrezca un verdadero plan y dotes de gobierno que de solución a los complejos problemas de la entidad. Hasta el momento, lo que se tiene es mera retórica y promesas que difícilmente se podrán materializar.
Algunos ofrecimientos vagos por ejemplo, son el de firmar ante notario las promesas de gobierno, estrategia que busca seducir al ciudadano mexiquense para que crea que el compromiso adquirido tendrá una obligación de carácter legal por tener el soporte notarial de por medio, siendo que en la realidad, nada obliga al candidato a cumplir los acuerdos firmados, pues lo único que hace el notario es dar fe de la firma, pero no la circunscribe a ningún marco ejecutorio de carácter legal.
Por su parte Alejandro Encinas promete atender a la población más vulnerable y desprotegida, acción que a todas luces resulta loable; pero que sin embargo, no expone el mecanismo o trazos que llevaría a cabo para lograrlo, colocando la propuesta como una oferta fácil de decir, pero difícil de cumplir.
Pese a ello, el candidato del PRD ofrece reducir la desigualdad social que impera en el Edomex y combatir los vicios de corrupción que desde hace más de ochenta años se han enquistado en la clase política y el sistema de gobierno de la entidad mexiquense.
De ser ganador, Alejandro Encinas Rodríguez se enfrentaría a la organización de un sistema gubernamental que difícilmente podría modificar, pues son estructuras que se han ido fortaleciendo justo para autorreproducirse en sí mismas, en otras palabras, el sistema político del Edomex está diseñado desde el origen del “inexistente” grupo Atlacomulco para fortalecer y apuntalar todas las medidas y acciones del candidato y gobernador emanado de las filas del tricolor.
Por otro lado, Luis Felipe Bravo Mena, otrora secretario particular de Felipe Calderón, es el candidato con menos presencia en el electorado mexiquense. Prácticamente sus propuestas de gobierno no pueden ser sostenibles en cuanto a que presume justificar la acciones (en relación a la guerra contra el crimen organizado) del gobierno federal; además de presentar una postura ultra conservadora que no se recibe con beneplácito en una entidad tan sensible como la del Edomex. Definitivamente Bravo Mena está fuera de la contienda electoral y si bien le va, apenas alcanzará el 10% de la votación.
El Edomex se ha estigmatizado por ser el laboratorio de lo que será un año después la elección a la presidencia de la República; sin embargo, esto al menos en las dos recientes administraciones no se ha cumplido, pues mientras Arturo Montiel y Enrique Peña, priístas de alcurnia han ganado la entidad, los panistas Fox y Calderón han administrado la presidencia, lo que diluye por completo la idea del “laboratorio”.
No obstante, es importante considerar la importancia de esta elección; en principio por cuanto el Edomex es una entidad federativa colindante con el Distrito Federal, ambas constituyen la gran metrópoli de la ciudad de México y en ese sentido el peso político electoral es de vital importancia para los candidatos y sus respectivos partidos políticos.
Pero sobre todo, su importancia es porque comienza a calentar los ánimos de la lucha electoral.
La elección mexiquense significa para los presidenciales la plataforma de exposición mediática para irse dando a conocer a nivel nacional entre los ciudadanos mexicanos.
No es gratuito que los aspirantes a la presidencia se unan a los recorridos de los candidatos mexiquenses para ir midiendo la aceptación en la opinión pública.
Por lo que se ve (y se mide), las elecciones en el Edomex no serán reñidas, como no lo han sido nunca.
Pero lo que hagan los candidatos presidenciales en torno a esta elección, es lo que realmente no debemos perder de vista, ya que de ahí saldrán los aspirantes que estén mejor entrenados para enfrentar una contienda que se avizora de alto contenido de “guerra sucia”… y por ello de varios capítulos políticos por escribir.
En ese sentido, la elección del Edomex más que ser un laboratorio de resultados electorales, es un escenario de prácticas discursivas y de demoscopia de la percepción, para los pretendientes a ocupar la presidencia de la República.