Quienes todo lo aprenden y repiten de internet, adoptaron el término “nenis” para burlarse de las mujeres que se sustentan de vender artículos por cuenta propia.
Se burlaron de sus términos, de sus modos de hablar e intentaron ridiculizar su actividad económica en un arranque de discriminación.
Lo mismo han hecho contra las que llaman “luchonas”, madres que crían solas. Se burlan de sus modos, las encasillaron en un estereotipo y las ridiculizaron montando una caricatura sobre mujeres, muchas de ellas jóvenes, que continúan viviendo a pesar del estigma y las desventajas económicas de ser “madres solteras”.
En ambos casos, es el machismo —y su estructura política, económica, cultural que es el patriarcado—, el que vuelve a castigar a las mujeres que se resisten a asumir las condenas que se les ha impuesto a causa de ser mujeres insumisas.
El patriarcado las castiga por no ser como se espera que sean: mujeres dependientes de un hombre. Mientras que a quienes denomina “mujeres de su casa” todo bien; no existe en todo el internet una sola burla hacia ellas, no porque lo merezcan, sino porque encajan en los roles que a ellas se les asignó. Por lo tanto, pasan desapercibidas porque no escandaliza a las “buenas conciencias”.
Pero hacia las otras, “las nenis”, las “luchonas” −tanto como a las “locas”, las “putas”, las “feminazis”, las “solteronas”, y tantos epítetos que mañana aparecerán−, siempre habrá un estigma, un castigo cultural.
Sin embargo, la presencia de las “nenis” es el reflejo de una guerra que está perdiendo “el hombre”.
Según ONU MUJERES, el 54 por ciento de la economía informal en Latinoamérica está hecha por mujeres. En México eso ha implicado el 23 por ciento del PIB, de acuerdo con el Gobierno del país. O sea que, si las “nenis” decidieran para sus actividades, todo un continente se vendría abajo.
Por tanto, se podría afirmar que el patriarcado les ataca porque les teme, como el hombre que teme a las mujeres independientes. Esto es peligroso porque es sabido que la burla es una de las primeras formas de violencia; y el feminicidio, que es el odio, es la última.
Por eso deben existir mecanismos de protección a esas mujeres insumisas. Modelos de protección social, salud, ahorro y jubilación.
La economía informal existe porque el Estado está cooptado por el capital que priva de derechos a quienes trabajan.
Entonces, si se piensa, esas “nenis” y esas “luchonas” como tantas más, son mujeres que están enfrentando la violencia sistemática de una estructura que primero las condena y luego las castiga por oponer resistencia.
Las burlas pasarán. ¿Y la vida? Estas mujeres se la juegan todos los días.