Estamos viendo una escena de la película “Star Wars, The Last Jedi”, de 2017. Ahi, juntos, están John Boyega, que interpreta a FN-2187 o Finn, y a Kelly Marie Tran, que es ahí Rose Tico. Él es un jóven actor negro de Londres. Ella, nacida en San Francisco, California, en 1989, es hija de refugiados vietnamitas.
Una campaña de hostigamiento
Después de estrenada la película, inició una campaña de hostigamiento, especialmente contra la mujer, Tran, en los medios sociales, sin otra razón que ella no sea blanca, Tran tuvo que borrar sus cuenta de Instagram y someterse a terapia después de sufrir ataques de fanáticos racistas en línea.
Esto sucedió en 2018. En una columna que ella escribió para el New York Times, detalló el acoso.
Allí razonó: “la misma sociedad que les enseñó a algunas personas que eran héroes, salvadores, herederos del ideal del Destino Manifiesto, me enseñó que yo existo solo en el fondo de sus historias, haciéndoles las uñas, diagnosticando sus enfermedades, apoyando sus intereses amorosos…”
Recién a fines de 2020 la talentosa actriz pareció haber superado los problemas psicológicos que la reacción racista le causaron, según dijo en entrevista, al punto que volvió a usar su nombre original: Loan.
En cuanto a Boyega (nombre completo John Adedayo Bamidele Adegboyega) , en una entrevista al magazine británico GQ dijo: “soy el único miembro del reparto cuya experiencia en Star Wars se basó en su raza”. También a él lo acosaron en los medios sociales, feroz e incansablemente.
¡CUT!
“Las mujeres exageran los problemas en el trabajo”
“La mayoría de las mujeres interpretan comentarios inocentes como si fuesen sexistas”.
«Las minorías raciales se están volviendo demasiado exigentes en su lucha por la igualdad de derechos»
«Si las minorías raciales se esforzaran más, podrían estar tan bien como los blancos».
¿A qué vienen estas afirmaciones racistas, misóginas? En un estudio, “El sexismo y el racismo predicen negativamente la preferencia por diversos personajes en los fans de Star Wars” (Sexism and Racism Negatively Predict Preference for Diverse Characters in Star Wars Fans), publicado en Psychology of Popular Media, en febrero de 2023, el equipo entrevistó a casi 2.000 fanáticos de la franquicia Star Wars, en su mayoría hombres de alrededor de 24 años de edad, pidiéndoles que califiquen a seis de los caracteres de la franquicia. Estas son algunas de las preguntas.
El estudio documentó el odio por parte de estos fanáticos contra personajes que no sean blancos. Se sintieron desconcertados, desorientados, engañados. No podía ser. Les movieron el piso.
Es que por décadas las películas estadounidenses reflejaron y perpetraron la división racial establecida por el supremacismo blanco. Los personajes principales: hombres y blancos. Los malos: latinos, afroamericanos, o italianos, a quienes la Ley de Inmigración de 1924 no consideraba aún blancos. (junto con los judíos y los polacos).
El cambio llegó, y tenemos más y más películas de protagonistas que son diferentes racialmente, que son no-blancos. Pero los prejuicios quedaron.
Rechazan protagonistas de color
La actitud racista, para algunos, no terminó en meras respuestas a un cuestionario estadístico. Ni se redujo a este caso.
“Esto no es exclusivo de Star Wars, también se observó una reacción violenta de los fanáticos para Ghostbusters Answer the Call, Doctor Who y Star Trek: Discovery”, dice el autor, el profesor Reysen de la universidad Texas A&M University.
Porque, ¿qué pasa con películas de aventuras que el público identifica con súper héroes blancos, cuando se menciona la posibilidad de un protagonista de color?
Mark Hughes, un comentarista de la revista Forbes, propuso en sendas columnas actores para las nuevas versiones de Superman y de Batman. Algunos de ellos fueron de color. Aquí transcribo tres de los comentarios que recibió, por supuesto, por personajes anónimos:
“Cada elección es horrible. Complacemos un poco más a la multitud de diversidad y agreguemos a Will Smith para Lex Luther o Annette Bening para Pa Kent. ¡Esas también son elecciones horribles!”
“Odio reventar tu burbuja, pero si presentas a Superman como algo que no sea un tipo blanco, FALLARÁ MISERALMENTE… PUNTO”
“Sé honesto, esta es solo una lista de los chicos que te gustan. La mitad de ellos ni siquiera son de la etnia correcta”.
Todos ellos, escribe Hughes, “defienden su posición de que estos superhéroes blancos solo deben ser elegidos como blancos y que cualquier otro resultado no solo va en contra de sus preferencias, sino que también es incorrecto e incluso inmoral y motivo de boicot”.
El racismo dado vuelta
A continuación se refiere a uno de los aspectos más desoladores en la discusión política en el país: la absurda afirmación de los racistas que no lo son, y que si hay racismo es contra los blancos.
“El grado de hostilidad tiende a ser igual al de insistencia de que no son racistas y, de hecho, yo soy el racista, por sugerir que elijan a un hombre negro como Batman o Superman”
Recordemos que ambos son caracteres creados en las primeras décadas del siglo XX, antes del movimiento de derechos civiles y cuando la primacía blanca era un hecho consumado y las minorías raciales, al decir de los racistas, “no levantaban la cabeza”.
La supremacía blanca era la ley. La cultura.
Tenemos todavía un largo camino que recorrer para poder confrontar el racismo sistemático institucionalizado, escribe Hughes.
Recordamos que en 2015 y 2016, todos los actores nominados para los premios Oscar (20 en cada año) fueron blancos. No era la primera vez, pero en esta se levantó una protesta que en las redes sociales tuvo como nombre #OscarSoWhite. Fue un papelón para las aspiraciones supuestamente liberales de la Academia y de sus miembros. Por la protesta, hubo cambios y desde entonces hubo más diversidad en los candidatos y, aunque menos, en los premiados.
Los cambios logrados fueron un reflejo de la intensidad de la lucha, del grado de concientización de los consumidores de filmes respecto a cuestiones sociales. Dependen de su grado de militancia, hostilidad o indiferencia a cierta idea, desde los derechos de la gente gay, pasando por el Holocausto y la historia de Estados Unidos considerada desde el prisma de la esclavitud.
El motor de los premios Oscar
Esto es lo que mueve a los estudios cinematográficos, que deciden cuáles de sus películas obtienen el presupuesto adecuado que se necesita para competir por un Premio de la Academia, los Oscar.
En la más reciente entrega de los premios, el 12 de marzo, el director mexicano Guillermo del Toro ganó un tercer Oscar por la película animada Pinocho.
Pero no lo ganó Ana de Armas, nominada como mejor actriz, y que pudo haberse convertido en la primera cubana en hacerlo.
Más allá de la premiación y el reconocimiento, la verdad es que la proporción de artistas o profesionales de color en la industria cinematográfica estadounidense es mínima. Esto puede explicar una parte de su ausencia.
Porque aunque los latinos representan alrededor del 25 % de la población de Estados Unidos, solo el 3,1% de los principales actores de televisión y el 5,2 % de los principales actores de cine son latinos o hispanos, según un informe de 2022 de Latino Donor Collaborative
Comentando el estudio, dice la publicación especializada Variety: “Hollywood está dejando dinero sobre la mesa al dejar a los personajes latinos en gran medida al margen en los principales programas de televisión y películas”.
Ese porcentaje es incluso menor en las tareas profesionales, detrás de las cámaras, desde el director hasta abajo.
De Armas – que actuó en Blonde – había sido la quinta actriz latina en ser nominada para el premio. La cuarta fue Yalitza Aparicio por ‘Roma’ en 2018.
En todas partes al mismo tiempo
Finalmente, está la historia de “Todo en todas partes al mismo tiempo”, el filme que ganó el Oscar a la mejor película entre otras seis preseas y que trata de la vida de una pareja de inmigrantes chinos en California. La mayoría del elenco es asiático: los actores Michelle Yeoh, Ke Huy Quan, Stephanie Hsu, Jenny Slate, James Hong y otros.
Tanto durante la ceremonia de los Oscar como en entrevistas, estos actores hicieron resaltar su experiencia negativa previa a la producción del filme, las dificultades que tuvieron que enfrentar para conseguir papeles -trabajo-, y el que cuando los conseguían, eran estereotípicos de cómo los blancos consideran a los asiáticos.
La premiación a los actores de «Todo… al mismo tiempo» no fue solo un testimonio de progreso entre los votantes miembros de la Academia sino también una oportunidad para enterarnos de cómo el racismo carcome la cultura de todas partes.
El estudio de las actitudes hacia actores de color en filmes tradicionales basados en franquicias de casi un siglo muestra un racismo cultural enraízado y agresivo.
Y el trato, fuera de camarines y pantallas, a actores de color en este tipo de películas, sea Star Wars como “Todo… al mismo tiempo” nos enseñan que contrariamente a la promesa de un mundo mejor, del consumo del cine como escapismo a una realidad idílica, a una sociedad ciega a las diferencias raciales, es, de por sí, una fábula.
Una fábula cuyas capas, como las de una cebolla, estamos empezando a pelar, aunque nos haga lagrimear.
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