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Para regresar al poder en México están dispuestos a todo

AMLO como diablo

Desafortunadamente no puede ser de otra manera, pero si para este tiempo, a 20 años de haber iniciado el siglo XXI, no te has dado cuenta de que hay una clase de poder –corporativa- que hará todo lo necesario para proteger sus bienes y su estatus social, vives en otro mundo.

No cambia nada

Y eso termina truncando esfuerzos legítimos de quienes luchan por sociedades más equitativas. De igual forma, no darte cuenta de ello te afecta a ti mismo.

En cualquier país de Latinoamérica que se dice ser una democracia, cada 4, 5, o 6 años hay elecciones ‘libres’ para presidente.

Pero no importa quién gane, nada cambia. Pese al cambio de presidentes o de partidos en el poder, la situación es la misma. O peor, para la mayoría de la gente: muy pocos viven como reyes, la clase media alta disfruta de los beneficios de ese sistema, la clase media es reducida a ciertas carencias y disfruta de ciertas migajas. Pero la mayoría de la población vive en la pobreza y un alto porcentaje, en la pobreza extrema.

A veces, la situación social de ese país llega a extremos insostenibles de desigualdad, represión, pobreza o todo eso junto. De vez en cuando, se logra un cambio luego de repetidos intentos y repetidos fracasos. Se elige a un político que puede tener las mejores intenciones del mundo.

Todo controlado para el fracaso

Pero el aparato corporativo que ha administrado la nación por décadas –en la mayoría de los casos con el apoyo del gobierno de Estados Unidos- lo tiene todo controlado para que las políticas de ese nuevo líder no trabajen. O para que tengan poco impacto. De esa forma,  la oposición pueda garantizar su regreso en las siguientes elecciones.

Esa técnica es muy utilizada aquí mismo, en Estados Unidos, aunque su situación es diferente por su poder económico. EE.UU. es la primer potencia económica y nada se le compara, pero aquí también hay pobreza, pobreza extrema y una clase media que va perdiendo privilegios con cada década que pasa.

Es por eso que personajes como Trump pudieron llegar al poder, porque lograron explotar el hartazgo de la clase media que veía cómo las corporaciones se hacían más ricas, los empleos desaparecían y su estatus económico se debilitaba. Todo ante la alternancia de ambos partidos, sin que nadie jamás ofreciera un cambio real.

En este país el partido Republicano juega el papel proteccionista de la clase corporativa y no lo disimula. Cada vez que llega a la Casa Blanca se dedica de inmediato a ayudar a quienes más tienen, recortarles impuestos y eliminar regulaciones que afecten sus empresas.

Cómo regresar al poder

Con la misma celeridad y con ferocidad, recortan presupuestos a programas sociales en nombre del «balance» presupuestario. Actúan con un mensaje torcido e implausible, afirmando que sus medidas ayudarán a las masas. Tarde o temprano. No sucede.

Pero cuando son expulsados de Washington, su objetivo es bloquearlo todo. Si, no importa que haya programas que ayuden a la clase media, las minorías o a los pobres. Para ellos siempre será socialismo, calificativo con el que elección tras elección siempre asustan al pueblo. Así le pasó a Obama con el Tea Party.

Lo mismo pasa hoy con el estímulo económico, en plena pandemia: a más de un mes de la llegada de los demócratas al poder, recién se logró que la Cámara de Representantes aprobara el paquete reducido, después de una ardua lucha.

En el plano internacional, no hay gran diferencia entre demócratas y republicanos. Ambos apoyan a las corporaciones nacionales que lucran en el extranjero. Harán lo imposible para que ningún gobierno latinoamericano se interponga a su libre accionar.

En 2018, Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia de México, apoyado por la mayoría convencida de que se avecinaba finalmente el cambio. Pero ahora tiene a la oposición y a los dueños de los principales medios de comunicación haciendo el papel de los republicanos en Estados Unidos.

Ellos saben que si logran convencer a un pequeño grupo de obradoristas que su caudillo es igual de corrupto que cualquier político, la tendrán fácil en el 2024, en las próximas elecciones presidenciales.

Otra desventaja para el pueblo de México, es que la oposición ha sido cómplice del saqueo, abuso y corrupción con la que se han beneficiado enormemente el corporativo nacional y el extranjero por décadas. En este momento estas corporaciones  tienen de su lado al Partido Demócrata de Estados Unidos.

Los demócratas apoyan al corporativo extranjero. Con los expresidentes mexicanos Calderón y Peña Nieto han hecho numerosos negocios muy jugosos, como fue el caso de la Reforma Energética.

Es aquí donde la población que desconoce cómo trabaja esa clase en el poder – la corporativa – juega un papel importante. Esa población podría acabar votando por ese sistema que ha plagado de corrupción a México por más de 78 años con el PRI y 12 con el PAN.

Solo basta hacer creer a la gente que Obrador es un político como todos, igual de corrupto y evitar que sus programas funcionen.

Malcolm X, el líder de los derechos civiles en Estados Unidos decía que: ‘Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido’.

Creo que lo mismo podría pasar en México si la gente no despierta. O si sigue con la memoria extraviada. O si no tiene presente que la clase en el poder hará todo lo posible por mantenerse ahí, arriba, llena de privilegios que le permitan controlar a las masas.

Agustín Durán es editor de Metro del periódico La Opinión y ha vivido en Los Ángeles desde 1992.

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Autor

  • Agustin Duran

    Agustín Durán es un inmigrante que ha ejercido el periodismo en diferentes medios de Los Ángeles por 23 años y actualmente es editor de Metro de La Opinión. Es graduado de Ciencias de Comunicación en Ciudad de México y tiene una maestría en Comunicación Masiva de la universidad de Northridge. Es padre, esposo y es tan escéptico que no le cree ni a su madre cuando le dice ´te quiero´, se lo tiene que probar.

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