Una fotografía muestra a Donald Trump rodeado de un grupo de admiradoras afroamericanas, sonrientes y felices. Otra, sentado entre cinco jóvenes simpatizantes afroamericanos.
La IA y su capacidad de manipulación
Las fotos son falsas. Fueron creadas por la inteligencia artificial. Su claro propósito es generar la sensación de que Trump es popular en la comunidad afroamericana, el 91% de cuyos votantes apoyaron a Joe Biden en 2020.
Es uno de los más recientes casos de uso de la inteligencia artificial para difundir noticias falsas. Esta tecnología está actualmente al alcance de cualquiera y nada previene que se intensifique la tendencia.
El mes pasado, miles de votantes en New Hampshire recibieron llamadas automáticas con la voz del presidente Biden instándolos a no votar en las primarias y “guardar su voto para noviembre”. Los anónimos promotores del engaño usaron la IA para crear un “deep fake”.
El uso erróneo de esta extraordinaria tecnología pone en peligro nuestra democracia. Es imperativo actuar.
Se define la inteligencia artificial como la habilidad de una máquina de razonar, aprender, crear y planear como los seres humanos. Su lanzamiento en línea capturó la imaginación de millones de usuarios, entusiasmándolos y convirtiéndolos en acérrimos simpatizantes. Sí, puede beneficiarnos en diversas áreas como difusión del conocimiento, recomendaciones personalizadas a consumidores, gestión de inventario, logística comercial, optimización de rutinas diarias y mucho más.
Pero también puede generar olas de despidos de empleados reemplazados por la IA o desestabilizar la educación al promover el aprendizaje superficial.
Especialmente vulnerables a estos ataques son las comunidades latinas, afroamericanas y de bajos recursos.
Una amenaza para la democracia
Es difícil entonces exagerar los riesgos en la privacidad y seguridad del ciudadano que el uso indiscriminado de la IA puede causar. Su poder de desvirtuar los resultados electorales es casi ilimitado.
Los gobiernos deben combatir estas amenazas aunque deban superar escollos formidables, como conciliar su acción con la Primera Enmienda o superar la oposición de los gigantes de los medios sociales.
Quizás es por eso que hasta fines del año pasado, solo California, Texas y Wisconsin tenían leyes de protección – desde antes de las elecciones de 2020 – y el gobierno federal no había actuado. Tres estados más, Minnesota, Michigan y Washington, aprobaron leyes protectoras en diciembre pasado.
Estas leyes son parciales, diferentes entre sí y posiblemente insuficientes.
Sin embargo, en las tres primeras semanas de enero los legisladores de al menos 14 estados adicionales introdujeron leyes contra la amenaza en ciernes.
Para prevenir el daño que IA pueda causar en estas elecciones se requiere también la colaboración de empresas como Meta (Facebook), X, Microsoft y otras. Más importante aún es una legislación federal que sea bipartidista, porque el riesgo es para todos.
Lamentablemente, la ventaja que puede otorgar el uso de IA a quienes abusen del sistema podría ser un aliciente demasiado potente.
Eso es un motivo más para actuar. El tiempo apremia. No queda mucho tiempo para avanzar la legislación necesaria.