Los hablantes nativos saben decir las cosas porque llegan al mundo con la capacidad innata de aprender a hablar. Escribir, en cambio, es una actividad que se desarrolla en el proceso educativo. Hoy se disputa cómo escribir “dar abasto”, y se contrapone “dar abasto” (dos palabras) frente a “dar a basto” (tres palabras). Si algo hay por aprender es a oírnos para evitar contradicciones.
Viene al caso de que los sitios oficiales de la lengua, y sus achichincles, dan prioridad a “dar abasto”, escrito en dos palabras. Lo sospechoso es la falta de argumentos. Se dice que es “lo apropiado”, “la grafía adecuada”, “la grafía en tres palabras es incorrecta”, etc. Incluso se llega a justificar que tiene que ser “dar abasto” por venir de “dar” y de “abasto”: “Lo dijo Blas, punto redondo”.
No se debería oficializar nada con tan poca chicha argumental (v. RAE, Fundéu). Más, cuando los documentos más antiguos suelen preferir “a basto” en palabras separadas: «dar candelas a basto», sobre 1500, «pendre pennos a basto», sobre 1300.
Para entender nuestra posición, partimos de que entre los usos históricos de “abasto”, que son bastante variados, apenas han sobrevivido dos: el nombre sustantivo “abasto” de Central de abastos, o de tienda de abastos (o abarrotes), y la expresión adverbial “no dar abasto” (grafía oficial) de significado cercano a ‘no dar de sí lo suficiente’.
Hemos contrastado ambas apariciones de “abasto” y encontramos que el nombre “abasto”, cuando significa comestibles, suministros o víveres se puede usar en plural mientras que el “abasto” de la expresión adverbial, no. Así, “no dar abastos”, solo puede significar «no dar víveres». Observamos lo mismo en ausencia de un contexto negativo: “dar abasto” no es lo contrario del adverbial “no dar abasto”.
Hemos ido más lejos. En los videos de Youtube hemos revisado cómo lo dicen los que lo recomiendan escribir “no dar abasto” y, sorprendentemente, lo que dicen es “no dar-a-abasto”. Por el contrario, para el nombre “abasto” abrumadoramente dicen “dar-abasto”. Consiguientemente, aparte de diferencias estructurales, también hallamos diferencias de pronunciación.
Qué podemos concluir que no sea que lo que se recomienda escribir no es lo que se dice. Si hablamos del nombre “abasto” deberíamos escribir “dar abasto de mercancías”, y si es la expresión adverbial, debería ser: “no dar a abasto a servir comidas”. Lo dicho viene apoyado por la propia Academia, que dice en su Diccionario Histórico de la Lengua Española, 1933-1936, en su entrada de “abasto” como adverbio (p. 25): ABASTO (De ad abasto, hasta lo suficiente).
Los estamentos de la lengua deberían servirla de forma menos taxativa. También, además, piénsese en la irresponsabilidad de autorizar algoritmos chuecos en los correctores ortográficos profesionales.