La noticia no me sorprende. Esta mañana abrí mi computadora y sentí como propio y con inmensa alegría el premio Nobel otorgado a uno de los más creativos y prolíficos escritores de nuestra lengua. Incluso su rival, García Márquez escribió: “ahora sí estamos parejos”.
Lo primero que leí de Vargas Llosa fue “Los Cachorros” un excelente relato sobre la clase media y la vida peruana. Con cierta envidia quise viajar al Miramar limeño. El contacto con esa obra me impresionó de tal manera que cuando estudié más que saborear La Ciudad y los Perros y la Casa Verde, ya me había vuelto un verdadero fanático de su literatura.
Luego pude comprobar que no estaba solo. Un amigo cercano y yo lo llamábamos el Maestro porque luego del caso “Padilla” condenó a la dictadura cubana y jamás se retractó de su postura, además y más importante que todo por sus técnicas que yo devoraba con pasión de discípulo.
He ahí que el hombre que comenzó desde la izquierda evolucionó hasta salirse de los esquemas del “Perfecto Idiota Latinoamericano”. Crimen craso, la crema y nata de los “progresistas” pretendió ignorar sus méritos aun cuando su más de dos docenas de obras en varios géneros lo situaba entre los grandes de nuestras letras.
Mi generación bombardeada con las películas rusas, el realismo socialista y otros métodos de creación vio cómo Gabriel García Márquez, ese otro gran maestro, era casi endiosado en mi país mientras al peruano lo condenaban al ostracismo en las bibliotecas nacionales. No sin razón éste calificó al colombiano de “cortesano de Castro”. El hombre que escribió una novelita sobre dictadores había exaltado al usurpador de mi país a los niveles más elevados mientras que el hombre de Lima se colocaba en el olvido por exigir justicia no sólo para los pobres sino también para los disidentes.
La justicia viene con la obra. Mario Vargas Llosa resultó ser una de las figuras más emblemáticas del “Boom”. Ligeramente más joven que otros de sus miembros continuó su obra. Con devoción increíble estudiábamos una copia de La Orgía Perpetua, ese ensayo insuperable sobre la narrativa y Madame Bovary. Él siguió creando y sus novelas inspiradas en los más variados temas se han caracterizado por una profunda inmersión en la problemática latinoamericana a la vez que sus experimentos narrativos superaban el realismo mágico para contar con magia la realidad de situaciones que van desde La guerra del fin del mundo , sobre la rebelión de esclavos hasta obras que hurgan en los mundos cosmológicos de las tribus amazónicas.
Mario Vargas Llosa no es únicamente un escritor que maneja la pluma con la maestría de los grandes. Es el hombre que observa con lente imparcial los escenarios, personajes y situaciones que enfrenta. La cantidad de aportes a la narrativa contemporánea no tiene paralelo en ningún otro escritor hispano de las últimas décadas.
Su olvido por la academia y el canon de Estados Unidos se debe, en mi opinión a la izquierda de salón que ha predominado en este país. Este es su momento. La restitución y estudio de su mundo se abrirá con sorpresa a los mismos que lo obviaron. ¿Quién es este desconocido? , comentarán algunos ignorantes. Su obra como caja de Pandora los llevará a Conversación en la Catedral o a La tía Julia y el escribidor adonde los narradores recuperan la voz de las masas y donde la recreación del acto creativo se vuelve un juego jamás alcanzado antes.
Mario Vargas Llosa es uno de los pocos escritores importantes de los últimos años que ha sido solidario con la causa de la libertad cubana. Quiso ser presidente y lo derrotó un desconocido que anda hoy por la cárcel. Se peleó con el Nobel mexicano Octavio Paz y hoy como nunca parece que a modo de adalid del futuro, se crecen sus comentarios. Pienso que él se merece el Nobel más que ningún otro escritor vivo de este continente y hubiera sido una injusticia mayor no recibirlo como pasó con Alejo Carpentier.
Por esas razones saco de mí la admiración y la proclamo a los cuatro vientos. Como en aquellas viejas películas rusas en que la épica se imponía a todo argumento y sus soldados gritaban hurra cuando lanzaban su grito guerrero tanto cuando alcanzaban un triunfo, hoy alzo mi copa por Mario Vargas Llosa y grito con emoción. ¡Hurra Maestro! Usted se lo merece.