En medio de una pandemia, cuando todavía los californianos, otros estadounidenses y todo el mundo se sigue infectando y muriendo por el coronavirus, un movimiento de destitución llama a elecciones. Quieren sacar al gobernador Gavin Newsom, porque supuestamente está llevando al estado al “colapso”.
Decir que todo está bien sería mentir. Pero afirmar que los errores realizados por el gobernador merecen destituirlo es un error. Si lo hacemos le estaremos siguiendo el juego a aquellos individuos que por tener dinero utilizan las herramientas democráticas a su conveniencia, sin respetar el dolor humano.
Claro que deberíamos tener el derecho de votar y destituir a los políticos que no hacen su trabajo, pero creo que Newsom está lejos de esa calificación. Recordemos que el gobernador de California fue el único que confrontó al gobierno federal de Donald Trump en su momento para agilizar medidas que permitieran más fondos y así contrarrestar los impactos del virus en el estado.
Aclaremos que muchos de esos hombres que apoyaron a Trump son la fuerza del actual movimiento de destitución en California. Es por eso que a este movimiento lo califico de mezquino al tratar de capitalizar políticamente el dolor de los californianos, mientras todavía nos seguimos enfermando y muriendo.
Campaña contra Newsom
El movimiento de destitución primero se justificó porque Newsom se fue a cenar a un restaurante lujoso, mientras ordenaba un confinamiento. Alguien le tomó una foto… y párale de contar. Para muchos fue el fin del mundo, imperdonable esa acción. Principalmente los medios de comunicación hicieron un escándalo y los republicanos vieron esa noticia como una oportunidad inmejorable.
Otro acto imperdonable fue cuando el gobernador ordenó cierres tempranos y restricciones extremas para evitar que la gente se siguiera infectando y muriendo. Esta decisión, lejos de ser criticada, creo que debería de ser aplaudida, pero ya se ve que no en Estados Unidos, nación donde a nivel político pareciera que se aprecia más el negocio que la vida.
Así que no importa si el mandatario cerró los negocios, las escuelas o las iglesias antes o después de un impacto más severo, pues los republicanos siempre buscaron la forma para hacernos pensar que las decisiones de los demócratas no solo son “erróneas”, sino están llevando al estado al “colapso”. Esto es, a la quiebra, pues el objetivo es asustarte para que les sigas la corriente. No olvidemos que nada mueve más al ser humano que el miedo. Y es por eso que esas amenazas y tipos de campañas las vemos todo el tiempo. No seamos víctimas de esa manipulación.
Los opositores de Newsom inmediatamente argumentaron que esos cierres provocaron que muchos negocios tuvieran grandes pérdidas, hasta que un juez les otorgó cuatro meses para colectar firmas, a fin de consolidar el movimiento de destitución.
Recordemos que las órdenes de Newsom evitaron que el coronavirus se extendiera al inicio tan rápido como sucedió en Nueva York; inclusive, al comienzo de la pandemia se hablaba del gran liderazgo del gobernador para contener la enfermedad. No olvidemos que fue precisamente el gobernador de California el que se convirtió en uno de los más acérrimos rivales de Trump, quien verdaderamente tuvo un tratamiento de la pandemia fatal. Desafortunadamente, nuestra memoria no es muy larga, y si no estamos bien informados siempre seremos vulnerables a cualquier tipo de campaña, aunque muy a menudo lo que se promueve no sea cierto.
La sombra republicana
No hay que olvidar que, al inicio, ni los mismos médicos sabían lo que se debería hacer con la pandemia, cuánto duraría y cómo se podía tratar, especialmente porque este era un virus relativamente nuevo. Recuerdo que durante los primeros meses muchos expertos se atrevieron a decir que para el verano del 2020 todo estaría controlado. Hoy ya llevamos más de 18 meses y la gente se sigue infectando y muriendo. No obstante, muchos se rehúsan a vacunar.
Previo a la pandemia, este grupo conservador, los de derecha, aglutinados en el Partido Republicano, en cuatro ocasiones ya habían hecho esfuerzos para consolidar una petición de destitución, pero no habían tenido éxito.
Es por eso que la pandemia les vino como anillo al dedo. Solo era momento de esperar algo, una acción que les permitiera vender sus decisiones como “errores” para capitalizar sus objetivos políticos.
Enfatizo y digo que los republicanos son los autores del movimiento porque han querido deslindarse y quieren hacer pensar a los californianos que este es un movimiento legítimo del pueblo.
De acuerdo a Dave Gilliard, estratega de la campaña de destitución, el 64% de los firmantes que hizo posible la elección son republicanos, el 25% no tienen afiliación a un partido y el 9% son demócratas.
Hoy podemos escuchar una gran lista de razones del porqué supuestamente Newsom debe de ser destituido; pero igual, seamos claros: no hay un tema que no haya sido afectado por la pandemia, llámese indigencia, educación, vivienda o violencia, todo fue afectado y se ha exacerbado.
Como un ‘balazo en el pie’
Culpar en estos momentos a un gobernador, especialmente en un estado donde los esfuerzos para que su población se vacune lo colocan entre los primeros lugares en la nación, sería como darnos un balazo en nuestro propio pie, especialmente cuando algunos de los líderes republicanos ya han dicho que eliminarán las restricciones que, según ellos, violan su derecho constitucional de libertad.
En lo personal, yo no estoy registrado como demócrata y constantemente critico al partido por no ser lo suficientemente progresista para ayudar al grueso de la población. Pero en este caso, dejar el liderazgo del gobierno por cualquiera de los 46 candidatos inscritos, en su mayoría republicanos, sería un error mayúsculo, especialmente en un momento en que la gente se sigue contagiando e incluso muriendo.
No nos confundamos, reflexionemos un poco. ¿Qué tipo de individuos tratan de sacar ventaja del dolor, la tragedia y la caída de la economía —a nivel mundial— después de una pandemia que todavía no llega a su fin? Sí, solo individuos sin escrúpulos que buscan el poder por el poder y en los cuales no deberíamos confiar.
Ya lo vivimos con Trump a nivel nacional. No podemos dejar que los republicanos que lo respaldaron lleguen al poder en California y hagan lo mismo que el expresidente, pero ahora a nivel estatal.
*Agustín Durán es editor de la sección de Metro de La Opinión en Los Ángeles.