Esta galería de fotos que presenta Adriana Briff es un testimonio esencial del papel en nuestra sociedad del fotógrafo. Como el escritor, el periodista, el filósofo, el activista. La artista Briff captura con naturalidad los momentos que definen California y su gente. Con colores profundos, cada una de estas piezas es un ritmo más de respiración en un recorrido que recién inicia, que promete, que revela ante todo, un inapelable amor a la vida, como una borrachera de miradas, manos y frases que la recorren. Esto prevalecerá. G.L.
Gabriel Lerner: Adriana, ¿podés describir el proceso que te lleva a tomar una foto? ¿Es planificado? ¿O de pronto ves algo que te llama la atención, te atrapa y comenzás a presionar el obturador? Es decir, ¿cuáles son las imágenes que te encantan y te llevan a capturarlas? ¿Gozás?
Respuesta: Las fotos están todas tomadas con un Iphone 11. Yo tengo una obsesión casi con los objetos y la observación porque todo lo que escribo parte de lo visual. Por eso cada foto podría, si tuviera la energía, ser un relato. Digamos por ahora que son un universo que contiene un relato en sí mismo. Pero no son fotos planificadas, son encuentros casuales que sucedieron durante mis caminatas.
Me llama la atención lo vívido de los colores. Hace que las fotografías o al menos algunas específicas, parezcan pinturas realistas. ¿Cómo lo hacés?
Respuesta: Eso es el arte de los chiques de Apple. Solamente a veces, cuando saco flores, me detengo a regular la luz, pero nada más que eso.
En «La sombra de Dante» veo a tu hijo acercándose en la calle, con un almacén a la izquierda, quizás latino. Le puse el título por querer resaltar un elemento que a primera vista podría pasar desapercibido pero que luego pienso que es esencial: la sombra.
Respuesta: Esa foto la tomé en la ciudad de Salinas, a una cuadra de la casa de Steinbeck e imaginé que quizás el escritor iba ese lugar a comprar sus cervezas cuando paraba en la ciudad a visitar a sus hermanas.
En «La flauta traversa», a primera vista lo que veo es una mujer pelirroja, muy abrigada, tocando la flauta traversa y sentada en un banco que podría ser de plaza. Pero veo una gorra en el piso donde aparecerían algunas monedas. Y más atrás un guarda de uniforme, medio desaliñado, de perfil porque está mirando pero no quiere que lo vean mirando.
Respuesta: Es una señora mayor, jubilada, que toca la flauta en la calle para juntar un poco más de plata a su magra pensión. Es maestra de música y utiliza de paso ese tiempo, para ensayar. Hace mucho que no he vuelto a verla. Esta foto tiene un poco más de seis meses.
La foto «Fachada azul» me llena de esperanza. Están decorando un negocio nuevo, recién abierto. Alguien tiene planes, entusiasmo, fe. ¿Qué es?
Respuesta: Cuando Dante iba a Pomeroy Center ( un programa para adultos con discapacidad que no funcionó para él), yo lo dejaba y me iba a un café casi enfrente al zoológico de San Francisco a editar las notas de Hispanic L.A. y estar siempre lista para ir a buscarlo en caso de que no funcionara su día y las personas del lugar no supieran cómo ayudarlo, cosa que finalmente pasó y por eso dejó de ir. El bar era precioso, con dibujos pintados en acuarelas colgando de las paredes y ahí se reunían policías, bomberos, gente de la ciudad que vivía en ese barrio y ahí desayunaban. Era super agradable. Una mañana la dueña había contratado a esta chica para que le decorara la fachada del café y me encantó verla trabajar. Hace mucho que no paso por ese lugar. No sé cómo estará ahora.
Un tronco seco a la orilla del Océano Pacífico es el último lugar donde esperaría una consigna como «Abolish prison». ¿No?
Respuesta: Totalmente, me llamó muchísimo la atención y pensé, ¿será alguien que se fugó y dejó su mensaje? Por eso le tomé la foto, por lo inusual del lugar y al mismo tiempo lo consonante con el mar y la libertad de las playas desiertas.
«La casa de Steinbeck» en Salinas, donde todo parece barroco, terciopelo, y… una habitación pequeñita. Un ambiente relajante y relajado.
Respuesta: Si, Salinas y la magia de los pueblos.
Una de mis favoritas, «La mano», es quizás el elemento principal, casi en el centro. La señora de las pupusas te saluda con su mano grande en el aire, que recuerda un poema de César Vallejo. Hay un juego de intenciones, sin palabras, entre ella y quien está detrás de la cámara. ¿Cómo fue?
Respuestas: Estaba caminando por la Mission, justo sobre la 24th y vi a esta señora tan hermosa, tan colorida, entonces sí le pedí permiso para sacarle un foto y me dijo «ay pero si me echan la migra» y yo le dije que no se preocupara que iba a estar todo bien y por eso sonrió y saludó con su enorme mano. Me pareció genial y se lo agradecí mucho.
Esta foto completa el resto, pero es muy distinta: Los 30,000, con el símbolo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, uno de los elementos más emotivos de la represión en la Argentina. ¿Dónde es? ¿Qué pasó allí?
Respuesta: Esta foto está tomada en la Plaza 25 de Mayo de la ciudad de Rosario, Argentina y es donde iban las Madres durante la dictadura militar. Ahora ya todas las Madres de la ciudad de Rosario han fallecido pero todos los jueves, la gente de Derechos Humanos sigue yendo a la ronda.
«La bandera»: dos niñas, quizás manifestantes en San Francisco – cómo da vuelta el mundo. Mientras sus padres están en la vigilia, ellas dibujan. Estar dibujando las separa, hacer una bandera las integra. Porque lo que resalta es la bandera palestina.
Respuesta: Estas niñitas son hijas de palestinos que residen en California y participan de Vigilia4Gaza en la ciudad de Palo Alto, California. Todos los domingos de 5 a 7 de la tarde.
«El pintor» parece una de esas pinturas en donde el pintor se pinta pintando. En quizás la creación más extraordinaria, Las meninas de Velázquez, lo ves a él mirándose mientras pinta las meninas. Lo mismo Van Gogh, un autorretrato de 1888 mirándose, él muy pelirrojo y muy serio.
Respuesta: Fue un día muy temprano en la mañana, en la ciudad de Half Moon, donde estaba este hombre pintando. Me pareció alucinante.
De las más espectaculares. Un viejito con todo su futuro por detrás con una polera: «Y dijo Dios…» ¿Qué puede decir Dios, eh? Quizás diga «perdónenme por todo».
Respuesta: Esta fue puro azar y me arriesgué a sacarle la foto rezando para que no se diera cuenta que lo estaba haciendo, porque él estaba ahí con un andador y me pareció súper irónico su mensaje.