Nos asalta una noticia que nos afecta a todos por igual. Un niño de 12 años con una camiseta en que se exhibía el eslogan “solo hay dos géneros” pone a prueba el día a día del colegio Middleborough de Massachusetts. El mensaje nos pone a todos en situación de alarma si partimos de que el respeto debe imperar por encima de toda pretensión social. No es lo mismo tener razón que ansiar tenerla.
La información nace de un video en el que el estudiante defiende que la constitución lo ampara. Según cuenta, está protegido por el derecho a expresar libremente sus ideas. No es difícil imaginar –y por eso nos atañe la noticia– una situación semejante en la que se nos tome a los latinos como blanco. Basta con que alguien aparezca en el contexto equivocado con una camiseta que diga “English Only”.
El estudiante de la conflictiva camiseta, al negarse a cambiar de prenda, fue invitado a abandonar su clase y, una vez en las oficinas del centro, advertido de que el eslogan de su indumentaria hacía sentir incómodos a algunos compañeros de minorías vulnerables. La situación se resolvió con una sanción disciplinaria. Su padre le respalda sin ningún género de dudas.
Nos corresponde a todos identificar estas inflamatorias conductas, y más todavía, en centros educativos con estudiantes menores de edad. El texto de la prenda textil, aparte del mensaje ya de por sí intimidatorio, desvía el acontecer diario de la vida docente. Es una distracción evitable.
¿Se puede caracterizar como un delito de odio? Pues se podría alegar que la camiseta solo expresa una opinión: “(Creo que) solo hay dos géneros”. Pero por más vueltas que se le dé, convengamos que a nadie se le va a otorgar un premio al compañerismo con ese mensaje. Lo peor, y repudiable, es la pérdida del respeto a tus semejantes.
No ofende quien quiere, sino quien puede. La diversificación de la naturaleza del género biológico no es un invento pasajero. Es materia de cultura y educación. Todos debemos poner nuestro granito de arena en aras a construir una sociedad tolerante en la que nadie se sienta desprotegido.
Admitir la diversidad cuesta, y es un reto que todos debemos superar. Recientemente se intentó impedir el uso de fotos antiguas en una escuela de Florida en las que una niña afroamericana era escoltada al colegio por un grupo de hombres “blancos”. Era la primera niña “negra” admitida en esa escuela. En la queja, se señalaba que se debería evitar dar a entender la idea de que ‘los blancos odiaban a los negros’. No sin malicia preguntamos, ¿contra qué y contra quién se defendía a la inocente niña de la foto?
Luis Silva-Villar es profesor emérito de Lengua y Lingüística. lenguaporoficio@gmail.com
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.