Este pasado 19 de enero fue el cumpleaños número 97 de Ernesto Cardenal.
Encuentro de recordación
Por esto, la Ernesto Cardenal Foundation, a través de la plataforma virtual Centroamérica Cuenta, organizó un encuentro, para recordar y hablar de este hombre multifacético desde el recuerdo y cariño de quienes lo conocieron y crearon junto a él. Para esto, convocaron a tres hombres de la cultura que fueron sus contemporáneos: José Adiak Montoya, editor y traductor del Ernesto Cardenal; Tito Castillo, investigador, divulgador cultural y director de “El desertor”, una publicación independiente y Óscar de Baldotano, escritor, poeta, editor y Vicepresidente del consejo en Ernesto Cardenal Foundation de la Universidad de Pennsylvania.
José Adiak Montoya comenzó hablando de los epigramas de un joven Ernesto Cardenal, como un punto de partida para conocer la historia de Nicaragua a través de su poesía. Señaló la importancia de la obra poética de Cardenal para acercar los personajes históricos del país y darles humanidad, bajándolos de sus pedestales. Recordó su activa presencia en el Centro Nicaragüense de Escritores, donde Cardenal asistía diariamente a leer sus poemas, relacionando la física con la creación del mundo y buscando ese origen y la conexión mística con Dios.
Adiak destacó el amor revolucionario y la figura emblemática del poeta y del sacerdote que lo acercaron al pueblo.
Democratización de la cultura
Por su parte, Tito Castillo, autor del libro “Dos cuadras al lago, una al sur”, resaltó el papel fundamental de Cardenal en la democratización de la cultura en Nicaragua, desde su puesto en el Ministerio de Cultura, después del derrocamiento de la dictadura dinástica de Somoza en el año 1979. Señaló su visión solidaria para compartir sus propias lecturas y facilitar desde las traducciones el acceso a los lectores.
Así, Cardenal introdujo en la sociedad nicaragüense, la poesía estadounidense que marcó una pauta para los poetas posteriores. Su tarea, desde el Ministerio, estuvo encauzada en difundir la cultura de su país para mantener un paralelo constante entre su acción militante y su poesía. “Una acción de recuperación no sólo de la literatura, sino de las ropas, las formas de ser y ciertas técnicas que se estaban perdiendo después de tantos años de oscuridad literaria y cultural sustentada por la anterior dictadura», dice Castillo.
En la actualidad, esos objetos de cultura, creados durante la gestión de Cardenal, han quedado en el mundo. Son entre otros, los libros de la editorial Ocarina, así como los números de la revista Nicaraguac donde participaron entre tantos otros colaboradores, Julio Cortázar y Eduardo Galeano. «Apuntando siempre a que fuera la cultura algo transformador para dar lugar a una Nicaragua diferente, al mismo tiempo que resistían en medio de una época continúa de agresión e insistencia de guerra”.
Castillo señaló también el polémico papel que jugaron en esos años los Talleres Populares de Poesía, diseñados desde el Ministerio de Cultura. Bajo la propuesta “todo el mundo escribe poesía” y “todo el mundo es poeta hasta que se demuestre lo contrario”, estos talleres abrieron la creación poética a las fuerzas armadas, a los artesanos, a los policías y a todas aquellas personas que deseaban participar.
Textos desde la memoria
Más allá de la polarización y la crítica abierta a caracterizar esta experiencia como demagógica, retrospectivamente, se la revaloriza como una forma de hacer desde la necesidad, sin imponer reglas y valorando el ejercicio didáctico de compartir sin imponer, abriendo así la posibilidad a expandir un potencial literario vivo, en la sociedad nicaragüense.
El tema del intertexto en la composición de la obra de Ernesto Cardenal, fue recordado por Adrián Adiak, como «esa forma trascendental de trabajar los textos desde la memoria armando una especie de collage, de pastiche, cortando pedacitos de frases tomadas de versos de la India o textos científicos para componer un poema, como es el caso de Cántico Cósmico.
La intertextualidad y los préstamos de Ezra Pound, resalta Adiak, son guiños en la poesía de Cardenal que si uno puede, le resulta divertido introducirse en ese mundo para descubrir no sólo la historia de Nicaragua, sino recorrer desde su obra, la literatura estadounidense. Una cuestión innovadora, moderna, relacionada con el cine y que excede al concepto lineal de composición y de autor.”
Para hablar de la experiencia mística de Ernesto Cardenal, Oscar Baltodano citó a la gran estudiosa del sacerdote nicaragüense, Luce López Baralt, quien en su libro El sol a medianoche, de Editorial Trotta, marca que «es más fácil asumir la protesta política que la contemplación mística, pues ambas se hacen eco de Cardenal».
«Pero lo cierto es que estamos ante el fundador de la literatura mística en Hispanoamérica y ante uno de los místicos más originales del siglo XX. Me atrevo a pensar que dentro de cien años, recordaremos a Cardenal más como el poeta místico que como el poeta de compromiso social, o compromiso social por místico que acaso sea lo más adecuado”.
Poeta místico de compromiso social
La experiencia mística de Cardenal, continúo Baltodano, no se puede disasociar de su experiencia política. La obra de Cardenal va muy unida a esta necesidad de dar respuesta a las necesidades de los tiempos. Así lo han hecho muchísimos ejemplos del misticismo, sobre todo del misticismo cristiano, como fue el mentor de Cardenal, Thomas Merton.
La humanidad de Cardenal, subrayó Baltodano, está dada por la sinceridad que citando un poco a San Pablo diría “soy lo que soy ante Dios” y nos lleva a encontrarnos con una figura personal de Cardenal.
Cardenal, como todo místico, rompe los dogmas por completo y entiende la necesidad de dar una respuesta a la pregunta de Dios a través de la ciencia, entendiendo que es necesaria la elaboración de un concepto que refuerce la imagen de Dios. En idioma popular sería “la fe del carbonero”. Ese Dios que se puede llamar de distintas maneras y que se puede buscar en distintos medios pero que siempre nos lleva a dar una respuesta para los otros.
Baldotano recuerda que “más allá de las críticas, del dolor social y de la incomprensión, éste cura nicaragüense siempre fue fiel a esta experiencia mística de la que partió toda su vida. Y que como todo místico, desafió los parámetros de su tiempo y nos puso en un acercamiento con su obra, a la divinidad, desde nuestra humanidad, nuestra pobreza y desde nuestros medios para que podamos siempre ponernos al servicio de los otros».
Ernesto Cardenal, poeta, escultor, sacerdote, editor, militante revolucionario, organizador de talleres para niños con cáncer en Managua, editor, traductor y tantas otras facetas que cada uno de nosotros podemos elegir desde dónde investigar, leer o ahondar para, retomando las palabras de Baldotano “ desde el conocimiento del yo y el respeto a las ideas del otro, valorar la interconexión en la que todos estamos, para construir una cultura de paz”.