En Arizona nos cuesta pasar la página. Los “ninjas” insisten en un presunto fraude electoral en las presidenciales en 2020. La candidata republicana a la gobernación de Arizona, Kari Lake, no acepta su derrota en las urnas en 2022 y aviva las teorías de conspiración contra el sistema. Otros candidatos no sueltan el cuerpo y anuncian desde ya campañas para asegurar puestos con mayor poder en el 2024. Es decir, no se terminan unos comicios cuando ya estamos sufriendo los otros.
Campañas que se repiten y brechas que se agrandan
No somos un fenómeno, pasa en cualquier lado. Lo hemos vivido en México, Guatemala, Ecuador y casi en todas las democracias del mundo. Ya no hay triunfos avasalladores; se nos cayeron las vendas y se nos fracturó el dedazo. Pero tenemos la memoria demasiado corta. Lo que condenamos durante un periodo de campaña podría ser lo que nos motive a votar en el siguiente. Somos volubles y vulnerables… tan humanos como se puede ser.
El problema es que hay brechas que se ensanchan cada vez más, aunque no pongamos atención. Cuando Obama era el candidato, la inmigración fue parte de su estandarte de campaña. Cuando Trump llegó al poder, lo hizo con la misma estafeta, pero desde el otro extremo. Biden fue y sigue siendo tibio. ¿Qué seguirá después?
¿Qué definirá las presidenciales del próximo año?
La pandemia desvió la conversación. Estuvimos en modo de sobrevivencia por mucho tiempo, aislados, inciertos, sopesando la vida y sin prestar más atención que a lo urgente. Esto lo aprovecharon muchos que hoy están sentados en curules y dependencias. Navegaron por debajo del radar y llegaron invictos. Pero hay otros, los que no pueden esconderse de los reflectores, los que han vuelto a liderar las contiendas.
Este 2023 será decisivo. No es un año de elecciones grandes en Arizona ni con gran peso político pero si es el periodo de ampliar la pista de despegue para lanzar campañas más ambiciosas. Un congresista hispano fue el primero. Rubén Gallego quiere lanzarse al Senado y desafiar a la representante más controvertida de Arizona en Washington, Kyrsten Sinema.
Y detrás de su silla vacía habrá muchos más que se destapan sin comités exploratorios de campaña.
Si aprendimos algo en los años de encierros y escándalos, sea quizás que el electorado es quien puede ahora llevar las riendas de las contiendas. Hemos sido votantes que reaccionan, pero no que proponen; que se conforman. Este es el año en el que se puede dejar de buscar el estar en contra de todo y por fin votar a favor de algo. Cambiar la narrativa desde dentro, sin la manipulación de los poderosos y los partidos. Pero todo se nos olvida muy rápido y estamos siempre apurados. ¿Será que nos gusta que nos lleven de una elección a otra sin poder tomar nunca el timón del barco?